Dani Alves retuvo 17 minutos a su víctima en el baño, según las cámaras
Las grabaciones también constatan que fue el exjugador del Barça quien condujo a la chica con insistencia a esa estancia, situándose en la puerta del lavabo e invitándola a entrar con él
Las grabaciones de las numerosas cámaras de vigilancia habilitadas en la discoteca Sutton de Barcelona se han convertido en una de las principales pruebas contra Dani Alves. Las imágenes, según recogen los atestados de los Mossos d'Esquadra, revelan que el futbolista y su presunta víctima estuvieron 17 minutos en el minúsculo baño de la sala VIP de la sala de fiestas y que, además, fue el ex jugador barcelonista quien condujo a la chica con insistencia a esa estancia, situándose en la puerta del lavabo e invitándola a entrar con él.
Las imágenes de la noche del pasado 30 de diciembre y el registro cronológico que acompaña a las grabaciones «acorralaron» a Alves durante su declaración que tuvo que prestar el viernes ante la titular sustituta del juzgado número 15 de Barcelona, Anna Marín Romance.
El deportista fue cambiando su versión según la instructora, la Fiscalía y la acusación particular le ponían sobre la mesa el minutado de las grabaciones realizadas en la zona VIP, que no en el interior del baño dado que en ese punto no hay cámaras.
Primero -según explican fuentes de la investigación- sostuvo que la joven, de 23 años, entró en el baño cuando él ya estaba dentro y que, ante la incómoda situación, se marchó sin que hubiera ningún contacto. Luego, cuando le demostraron que la estancia en el baño de ambos llegó a los 17 minutos, afirmó que fue la denunciante la que, tras irrumpir en el servicio, se abalanzó encima y le hizo una felación. Cuando finalmente le expusieron las pruebas (grabaciones y testimonios) que confirmaban que fue él quien insistió en llevar a la mujer al lugar donde se consumó la presunta agresión sexual, Alves se agarró al relato improvisado de que había sido una relación consentida.
En cualquier caso, todas estas versiones contrastan con el vídeo que días antes de su arresto envío al programa de Antena 3 ‘Y ahora Sonsoles’, en el que aseguraba no «haber visto» en su vida «a esa señorita».
La inconsistencia del testimonio de Alves contrasta con la coherencia de la versión de su presunta víctima, que no ha presentado «ninguna laguna» en las tres declaraciones prestadas: la noche de los hechos, durante una hora y media de deposición la tarde del 2 de enero ante la Unitat Central d'Agressions Sexuals (UCAS) de los Mossos y el pasado viernes ante la jueza, poco antes de que el futbolista fuera interrogado.
Los documentos judiciales y policiales aportan detalles nuevos de lo narrado por la denunciante. En sus declaraciones ante los agentes y la instructora, la joven, que había llegado a la discoteca acompañada de una familiar y una amiga y con unas entradas gratuitas que les regalaron en un local anterior, insistió en que en ningún momento supo que se dirigía a un baño cuando Alves le invitó a acompañarla y que creía que detrás de la puerta había otra zona pública del área VIP de la discoteca. Junto a ello, sostiene que solo momentos antes había tenido que oponerse con fuerza a que Alves le llevara su mano a su entrepierna en al menos dos ocasiones.
La declarante, quien incidió en el juzgado en que no pretende obtener con su denuncia ningún beneficio económico de los hechos expuestos y que llegado el caso -la causa está en sus compases iniciales- renunciaría a una indemnización, hizo hincapié ante la instructora, como ya lo había hecho ante los Mossos, que desde el primer momento de entrar al baño se revolvió para intentar salir, pero que Alves se lo impidió desde el inicio. Aunque en varias ocasiones, añadió, le pidió que le dejara libre, él se negó exigiéndole que le dijera, además, que era su «putita».
A voces
Fue entonces, relató la denunciante, cuando tras sentarse en la taza del inodoro el futbolista tiró a la mujer al suelo y le cogió la cabeza con intención de que la mujer le practicara una felación. En el forcejeo, siempre según la versión de la joven, el jugador la abofeteó en varias en ocasiones y le provocó rasguños en una rodilla. Finalmente, afirma la víctima de la supuesta agresión, el futbolista acabó penetrándola a pesar de su resistencia.
Luego, a voces, le ordenó que no abandonara el baño hasta que él no se marchara. La chica, y así lo atestiguan las grabaciones, efectivamente se marchó del servicio pasado un tiempo después, cuando Alves y su acompañante, un ciudadano mexicano residente Barcelona, ya habían abandonado el local.
El viernes, ante el juzgado -apuntan fuentes de la investigación- la mujer se ratificó punto por punto en las otras circunstancias que ya recogía la denuncia del 2 de enero, como que no era la primera vez que iba a Sutton; que accedió a la zona vip de la discoteca por la invitación de unos conocidos también mexicanos; que fue Alves el que en dos ocasiones envió a un camarero del local para invitar a cava a las tres chicas y pedirle que se sentaran a su mesa; que había dos mujeres con el jugador y su amigo que se marcharon de inmediato; o que en cuanto las acompañantes se fueron el futbolista comenzó a flirtear con las tres mujeres y, en particular con la supuesta víctima, a la que se dedicó durante un tiempo a susurrarle palabras en portugués antes de intentar forzarle a que le tocara el pene y, luego, instarle a que le acompañara a otra estancia, que resultó ser el baño.