La fe de Marc Fernández le da la victoria al Nàstic en Ponferrada
Un gol del atacante grana en el inicio de la segunda mitad le da al Nàstic la victoria en el Toralín y le mantiene vivo en la pelea por el ascenso directo
La previa decía que ante la Ponfe, había que poner fe. Marc Fernández comprendió perfectamente el mensaje porque creyó en un centro de Mula y encontró premio. Varo hizo el resto en la agonía con una parada que selló un triunfo que resucita al Nàstic en la pelea por el ascenso directo tras una conquista brutal del Toralín. Una victoria de autor y honor.
Dani Vidal sorprendió con su once. Si una de las grandes dudas era la presencia de Andy o Gorostidi en la mediapunta, el técnico grana apostó por otras opciones. Le dio las llaves de la sala de máquinas a Marc Montalvo y situó a Marc Fernández arriba junto a Pablo Fernández con Jardí y Mula en las bandas. El once era claramente ofensivo. El Toralín exige valentía porque es uno de esos feudos que castiga a los indecisos.
El fútbol es un estado de ánimo en el que la confianza, a veces la propia y otra la rival, es capaz de reventar partidos con facilidad. Ponferradina y Nàstic comparecían con sus estados de ánimo tocados en el Toralín. Venían de perder la jornada pasada y la derrota siempre hace mella. Por eso, ambos conjuntos tuvieron una salida de partido dubitativa. Querían ir a buscar al rival a campo contrario, pero no lo hacían con todas las de la ley. Son dos equipos talentosos, así que cualquier paso en falso podía ser fatídico.
En los primeros minutos del encuentro, la Ponfe tuvo dos. Una la generó, la otra la provocó. La primera fue en una jugada vertiginosa que comenzó con un envío largo que Carrique controló, terminó en la zurda de Yeray en una posición ventajosa. Lo vio tan fácil que quiso ajustar a la escuadra de Varo. Se pasó de rosca y su disparo se marchaba alto. El Nàstic se libraba. De milagro. No pasaron casi secuencias cuando los granas perdieron una pelota en la salida y Yuri se encontró con un caramelo en sus botas que tiró por encima del larguero.
Con el paso de los minutos, fue el Nàstic el que cogió mayor ritmo de partido. Lo hizo a través de la pausa y la capacidad de correr cuando la presión de la Ponfe no era efectiva. Jardí tuvo dos ocasiones claras con dos disparos lejanos en los que Prieto no dio opción. Daba la sensación de que al Nàstic le faltaba creerse un poco más la victoria. Necesitaba un punto más de atrevimiento y precisión en los metros finales. Solo Mula y Jardí parecían inspirados, Pablo y Marc andaban en guerras perdidas. El descanso irrumpía y desconectaba una primera mitad de espamos.
El Nàstic conectó en el inicio de la segunda mitad. Cómo si en el descanso se hubiera dado cuenta de que el partido estaba en sus manos. Se juntó el talento y la pausa de Mula con el olfato de Marc Fernández. El primero rompió la cintura de su defensor y metió un centro venenoso a media altura. Nadie en el área despejó y Marc Fernández fue el más listo. Tuvo fe. Y no falló en boca de gol. En un partido gris, sacó la linterna. 0-1, al Nàstic se le ponía muy de cara el encuentro.
Ahora la misión era aguantar el resultado. Al conjunto grana se le había visto en muchas ocasiones de la temporada demasiado atrincherado con el resultado a favor fuera de casa. El reto era no hacerlo tanto porque eso en el Toralín con tanto talento local era un acto suicida. No obstante, Vidal quería gasolina en las piernas y por eso agitó rápido el banquillo. Metió a Gorostidi en el enganche y sacó a Mula del Toralín. A Marc le tocaba volver a la banda.
El ejercicio de concentración que hizo el Nàstic contó con la colaboración de una Ponfe rígida, sin fe y que no puso fútbol para empatar. Terminaron los granas con tres centrales y achicando agua. Faltaba la parada de Varo. El de La Canonja voló para sacar un remate a bocajarro de Andújar. Resurrección grana.