El Nàstic conquista la casa del Barça Atlètic

Pablo Fernández y Jaume Jardí marcaron los goles de otra sólida actuación de los de Dani Vidal que acaban la jornada en puestos de play-off

El Nàstic conquistó el Johan Cruyff (0-2) en otra exhibición futbolística comandada por la pizarra de Dani Vidal y la ejecución de unos jugadores que juegan con la confianza por delante. Un partido de plena madurez en el que los granas encarrilaron la victoria en la primera mitad con los goles de Pablo Fernández y Jaume Jardí. Un triunfo con un entrenador de la casa y cinco canteranos y seis jugadores de la provincia de Tarragona en el once titular que sirve para dejar claro que en la Budallera el talento también manda. En la casa de una de las mejores canteras del mundo, el equipo grana hizo gala de la suya.

Cuando uno acude al Johan lo hace plenamente consciente de lo que tiene por delante. Siempre es una visita delicada porque exige esa parte del fútbol que no gusta tanto jugar. Esa en la que la pelota no se tiene todo lo que gustaría y en la que correr tras ella es una obligación durante muchas fases del partido. Hay que hacerlo siempre con un orden porque si aparece el caos, estás liquidado. Si algo ha demostrado el Nàstic de Dani Vidal es que es un equipo capaz de interpretar diferentes partituras. Si le toca dominar, sabe hacerlo; si le toca defender, también. Ahí estuvo gran parte de su éxito la pasada campaña y este año cada vez es un equipo más completo.

El técnico tarraconense volvió a apostar por la dupla ofensiva formada por Pablo Fernández y Antoñín Cortés. Las dos grandes novedades en el once inicial eran Marc Montalvo en la sala de máquinas y Jaume Jardí en el costado derecho. Su once inicial daba muchas pistas sobre lo que esperaba de su equipo el entrenador grana. Quería un equipo presionante sin balón y con soluciones sencillas en ataque. Con Pablo y Antoñín esto resulta siempre más factible porque son dos ganadores de duelos constantes. De esos que dan aire cuando el oxígeno falta.

El Nàstic salió valiente, mordiendo en campo contrario e intentando que el Barça no se sintiera cómodo con la pelota. Lo consiguió porque el filial azulgrana la tuvo, pero apenas generó peligro porque el conjunto grana estuvo firme y ordenado en sus intenciones.

Jardí y la ley del ex

Si algo está haciendo bien el conjunto grana en estas últimas semanas es que no suele perdonar mucho. Lo que antes era un defecto ahora se ha convertido en una virtud y el Johan fue un escenario que también vivió la mejora de la pegada grana. Apenas había amenazado el Nàstic cuando en el 24’ golpeó primero. Fue en una seguda jugada tras un córner tarraconense en la que Narro tuvo la pausa para encontrar a Montalvo en el costado. Allí el de Riudoms se sacó un centro bombeado que encontró al rey del vértigo en el segundo palo. Pablo Fernández, el máximo goleador histórico de cabeza en Primera RFEF, conectó un remate suave con la testa que bajó de las alturas para superar a Astralaga que solo pudo mirar como el cuero entraba en sus redes. El Nàstic se ponía por delante (0-1) y reforzaba ese plan de partido que hasta el momento estaba bordando. Incomodar sin la pelota y amenazar y facturar sin ella.

El Nàstic pudo doblar la ventaja hasta en dos ocasiones cuando apenas se había cumplido la media hora. En ambas, Narro fue protagonista. En su primer zurdazo encontró la seguridad de Astralaga y en la segunda solo un defensa azulgrana pudo repeler a córner un disparo que iba a gol tras una bonita contra generada por Pablo Fernández y Joan Oriol.

Un segundo golpe mortal

El Nàstic perdonó dos, pero no tres. Era el 36’ cuando Antoñín Cortés decidió que era momento de marcar el segundo. Fue imparable para un Barça Atlètic que ni agarrándole pudo frenarle en una contra que terminó con Narro y Jardí con un dos para uno ante la última línea defensiva de los azulgranas. El balear dominó el tempo y esperó para en el momento exacto para conectar con Jaume Jardí. El reusense definió con frialdad y pidió perdón a su exequipo, pero el daño ya estaba hecho.

El Nàstic volaba ante un filial azulgrana que estaba siendo destrozado porque en las áreas ni golpeaba ni sabía evitar los golpes. Antoñín Cortés pudo marcar el tercero antes del descanso tras otra arrancada de muchos caballos, pero un defensa repelió su definición con el interior. El 0-2 era un resultado justo al descanso ante un Nàstic que está en su mejor momento.

En la segunda mitad, el conjunto grana no salió a verlas venir. De nuevo, se mostró agresivo sin balón y ambicioso con él. De hecho, pudo marcar en otra buena jugada en la que Jardí se encontró con una parada de Astralaga que evitó la sentencia.

Un final de partido tranquilo

Para darle piernas al equipo grana, Vidal metió a David Concha, Álex Jiménez y Ander Gorostidi que entró por Dufur retrasando la posición de Óscar Sanz al centro de la zaga. Tener este banquillo repleto de variantes y fiabilidad permite darle una marcha más al partido cuando este lo pide, tanto en ataque como en defensa.

Durante la fase final del partido creció el dominio con la pelota del Barça Atlètic. El Nàstic decidió replegar y asentarse en un bloque bajo que también domina. Ya no era momento, ni por el resultado ni por las piernas, de ir a buscar al filial azulgran arriba. El conjunto grana demostró que en el arte de la resistencia también sale vencedor. Dejó al conjunto culer sin ideas, evidenciando que este año no cuenta con ese talento diferencial de otras temporadas. Hasta pudo llegar el tercero, pero Marc Fernández y Tirlea perdonaron.

El Nàstic de Tarragona ya piensa en una semana de dos partidos en la que espera el Celta Fortuna, el miércoles, y la Cultural Leonesa, el domingo. A ese doble envite acudirá en puestos de play-off y habiendo conquistado el Johan. Hay motivos para soñar, si es que en alguna ocasión no los había habido. El Nàstic de Dani Vidal tiene ADN vencedor. Nada es casualidad. En el fútbol, menos.