Antoñín, a un gol del despegue

El delantero malagueño del Nàstic persigue abrir la lata en Tarragona

Antoñín Cortés es uno de los fichajes del verano del Gimnàstic de Tarragona. La incorporación que más ilusiones despertó en la parroquia grana. Un ‘9’ siempre genera diferentes sensaciones a las de cualquier otra posición. Es como acudir al cine a ver la enésima película de una saga de éxito. Siempre confías que sea una nueva obra de arte, aunque las cuatro anteriores te hayan dejado frío.

A diferencia de sus últimos dos predecesores, Gorka Santamaría y Guillermo Fernández, el delantero malagueño ha conseguido conectar con la afición del Nou Estadi. Y ni siquiera ha conseguido marcar aún con la camiseta tarraconense. Ha sido su esfuerzo y sacrificio lo que ha convencido al seguidor tarraconense de confiar a ciegas en un delantero con un carisma especial.

Antoñín Cortés vivió épocas que se la antojaban gloriosas cuando aún era un adolescente en Málaga y Granada. Pero el fútbol curte en la crueldad. De eso sabe un montón, el Nàstic. En un abrir y cerrar de ojos, pasó de la Primera División a un Primera RFEF que no entiende de estrellas.

Con Dani Vidal, técnico del Nàstic, Antoñín ha entendido que en la categoría de bronce los minutos se ganan ‘pencando’. Aquí los ricos lo son en aplausos y nadie puede escapar de coger el autobús a las 9 de la mañana para acudir a la fábrica o ponerse a correr como un animal en la presión al rival. Así son las cosas a día de hoy en la Budallera.

El atacante malagueño ha asumido su nuevo escenario en Tarragona con ganas. Ya no se ve encajonado en la banda. No desentona como extremo, pero lo suyo es el carril central. Donde más ha disfrutado del fútbol y mejores registros ha conseguido.

Dani Vidal le ha concedido ese deseo. Porque el técnico tarraconense también confía en Antoñín Cortés como ‘9’. Ha sido titular en cuatro de los cinco partidos. Siempre formando una dupla con Pablo Fernández en el ataque. «Una sociedad en construcción», como señaló el director deportivo del Nàstic, Javi Sanz, en una entrevista al Diari que esperan puede impulsar al equipo en cuanto encajen todas sus piezas.

Ya dio sus primeras muestras de producción en el gol del Tarazona. Antoñín puso un centro picadito desde la frontal y Pablo Fernández remataba a la red en el segundo palo.

Pero todo el trabajo como primer defensor, incomodando constantemente al defensor rival, ganando duelos en la disputa física por el balón, generando ocasiones y sacrificándose en beneficio del equipo quedan a un segundo plano hasta que logre su primer gol con el Nàstic.

Porque el delantero vive del gol y aunque la sensación es que a Antoñín solo le hace falta desprecintar el saco de goles, la espera se está haciendo incómoda. Las experiencias anteriores contribuyen a generar una ansiedad, probablemente injustificada, pero irremediablemente inherente a una grada cansada de decepciones.

En Barakaldo, la actuación de Antoñín fue un resumen claro de sus primeros partidos de grana. El delantero malagueño no se cansó de ganar duelos físicos a los centrales vascos. Impuso su cuerpo en cada disputa y logró originar ocasiones claras de gol. Volvió a regalar un tanto a Pablo, tras llevarse el balón en un cuerpeo, y asistir raso al asturiano en el segundo palo. Una segunda asistencia que se fue al limbo por un mal remate. Más allá del resultado, puso en relieve que la sociedad Pablo-Antoñín va a más.

Pero Antoñín espera su momento. Ese gol que le desate. Ante el Sestao tuvo la ocasión más clara. Víctor Narro le asistió para que rematar a placer en el segundo palo. Quiso asegurar demasiado y apareció el portero para impedir su gol.

Este domingo, a las 17.00 horas, ante la Real Sociedad B en el Nou Estadi apunta a ser un momento excelente para estrenarse. La afición está deseosa de celebrar un gol de su ‘9’. De ilusionarse con un delantero que alcance los dos dígitos. El último delantero del Nàstic en conseguirlo fue Manu Barreiro en la 2017-18, en Segunda División.