Aitor Serrano ilustra la remontada del Reus

Los rojinegros superan a L’Hospitalet (2-1 con una segunda parte convincente con el extremo como actor diferencial

Aitor Serrano había encontrado una grieta por el costado derecho de L’Hospitalet. Olió sangre y se apresuró para convertirse en el hombre de la tarde. Su aportación resultó decisiva, sobre todo cuando decidió atacar la profundidad. El extremo del Reus ilustró con letras de oro un segundo acto extraordinario del equipo. Asumió responsabilidades y con el desenlace en un alfiler, decantó el resultado a 10 minutos de la conclusión. No lo hizo con una maniobra cualquiera, su diana podría instalarse hoy mismo en el museo del Prado.

Serrano controló la pelota en zona intermedia, en lugar de mirar hacia el fondo arrastró hacia adentro y se perfiló para su pierna izquierda. Ejecutó decidido y el golpeo premió su osadía. La pelota dibujó una parábola golosa, con melodía de reguetón. Se coló por ángulo, nadie, ni siquiera Supermán, iba a evitar el éxtasis. Ese gol, el 2-1, culminó una actuación maravillosa de Serrano, al que muchas veces se le achaca su escasez en la definición. Ante L’Hospilatet se lo guisó y se lo comió y esas prestaciones superiores alcanzaron la recompensa. Justo después del acierto, Marc Carrasco, su entrenador, le premió con el cambio de la ovación. El Estadi, con casi 2000 espectadores, le despidió en pie.

El Reus ya había enseñado un rostro mejorado, con respecto al primer episodio, mucho antes del gol. Generó hasta cuatro situaciones para obtener ventaja, pero careció de colmillo. Aitor ya le sirvió la gloria a Ricardo Vaz nada más regresar del respiro. Decidió de primeras el luso, pero no encontró portería. Dos remates en la boca del lobo de Torrents tampoco contaron con brújula, mientras que una transición supersónica de Pau Russo se topó con el meta visitante Aliaga. La gloria llegó, quizás, en la acción menos esperada. El fútbol distingue su atractivo por esto, por su personalidad imprevisible.

Perfil bajo

Los altos vuelos de la segunda mitad chocaron con el perfil bajo de la puesta en escena. Apenas ocurrió nada, nadie quería equivocarse. Los dos equipos se limitaron castigar errores. Hubo dos, uno en cada área. A los 29 minutos, L’Hospitalet se adelantó en un balón parado que aprovechó su corpulento atacante Sanku. Poco después, Ricardo Vaz enganchó una pelota al borde del área para perforar el sistema desensivo rival. Marcó y corrió para celebrar con sus hijos, en la tribuna baja del recinto.

En realidad, la historia del partido, en la segunda fecha del campeonato, la escribió Aitor Serrano con un despliegue asombroso. El extremo agitó una tarde que se acercó al drama con un remate de L’Hospitalet al larguero en la agonía. Solo un susto.

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