Mujeres, ejemplos de liderazgo en Sanidad
Ocho testimonios relatan su experiencia laboral y personal en el ámbito sanitario
«Todavía hay mucho por hacer». Este es el mensaje que recientemente ha transmitido la vicesecretaria del Consejo General de Colegios Oficiales de Médicos (CGCOM), la Dra. Rosa Arroyo, en cuanto al presente y el futuro de la representación de las médicas en los puestos de dirección y liderazgo dentro de distintos ámbitos de la sanidad y la ciencia.
Así, según los resultados de la consulta llevada a cabo por el Observatorio de Género y Profesión, las principales brechas entre mujeres y hombres en la profesión médica residen en la conciliación entre la vida personal y la profesional. «La mayor necesidad de conciliación por parte de las mujeres condiciona el acceso a puestos de dirección, representación y decisión en nuestro medio, y se da un sesgo de género en la reducción de jornada», aseguró.
Por su parte, la Dra. Mercedes Hurtado reivindicó una conciliación real. «El futuro de nuestras sucesoras está ahí», señaló, para después subrayar la necesidad de «ofrecer a las generaciones futuras modelos de mujeres investigadoras, rectoras, consejeras, directoras de hospitales, ministras, jefas de servicio».
Por ello, coincidiendo con el Día Internacional de la Mujer, en el Diari hemos reunido los testimonios de ocho mujeres que forman parte del engranaje del sistema sanitario. Todas ellas dan a conocer, en primera persona, su experiencia profesional y personal para crear nuevos referentes que sirvan de inspiración, por su capacidad de superación, a las futuras generaciones.
«Todavía tienes que ganarte el respeto»
La mitad de alumnos de Medicina son mujeres, pero esta realidad no se ve reflejada, posteriormente, en altos cargos. «Hay barreras, como la conciliación familiar, y tenemos que luchar contra ello por no tener que renunciar», reivindica Sandra Parra. Es profesora del Departamento de Medicina y Cirugía de la Universitat Rovira i Virgili (URV), miembro del grupo de investigación Autoimmunitat, Inflamació i Trombosi de la URV e internista en el Hospital Universitari Sant Joan de Reus.
Explica que se ha encontrado con el conflicto de escoger entre la carrera profesional o familiar, pero ha luchado por no tener que renunciar a ninguna de las dos vertientes. «Queda mucho camino, pero estamos en un punto de inflexión. Un cambio que acabará consolidándose con las próximas generaciones», subraya Parra.
Tiene muy claro que esta transformación tiene que venir por cambios de paradigma y no por una «masculinización» de las mujeres. «Hay que potenciar valores como la humildad, la relación más próxima con los pacientes, una visión más colaborativa... En definitiva, enriquecer», señala, así como luchar por la conciliación familiar, respetar la maternidad y no penalizarla.
También relata el trabajo que tienen que hacer las mujeres para ganarse el respeto. Se dio cuenta de ello cuando hizo la residencia en el Hospital Universitari Sant Joan de Reus «y este aspecto fue una parte más del aprendizaje». «La visión de la sociedad ha ido cambiando, pero sí que me he encontrado que algunos pacientes creen que el médico es el hombre, ni que éste sea un estudiante... Todas tenemos anécdotas de este tipo», admite, pero «tenemos que aprender a gestionarlo».
Como profesora en la URV, cree necesario que los estudiantes vean referentes femeninos, algo que hace unos años no sucedía. Pero el camino en la docencia tampoco es fácil. «Es muy complicada la conciliación en estos ámbitos», subraya. No obstante, su determinación y perseverancia le han permitido no dejar de lado sus aspiraciones y, recientemente, ha conseguido la plaza de profesora titular en la universidad. Algo nada sencillo.
«La conciliación es básica para avanzar en la igualdad»
Maria José Rallo es la directora del Hospital de Tortosa Verge de la Cinta. Fue la primera mujer en ocupar este cargo, como también antes fue la primera jefa del servicio de Urgencias del centro. Licenciada en Medicina Familiar y Comunitaria en 1997 y Master en Urgencias y Emergencias y en Dirección de Instituciones Sanitarias, entre otros, desde bien pequeña tuvo clara cual sería su profesión: «todas mis muñecas estaban con tiritas y vendadas, cosía las de trapo, y los Reyes siempre me traían maletines de médico».
En el Hospital Verge de la Cinta que dirige, hay un total de 1.232 trabajadores, de los cuales 901 son mujeres y 311 hombres. El centro cuenta con 194 médicos, de los cuales 102 son mujeres. En enfermería, son 234 de 362. Y en los cargos de responsabilidad también son mayoría las mujeres, 35, frente a 24 hombres.
Una realidad bien diferente a la de cuando Maria José Rallo empezó. «Cuando era residente, hace treinta años, cuando ibas a visitar a un paciente, lo explorabas, le explicabas los siguientes pasos, y te decía: ¿pero el médico cuando pasará?», recuerda.
«El cuidado de la salud siempre ha tenido un rol femenino, pero las cosas están cambiando. Los hombres también pueden tener el rol de cuidadores y las mujeres ya no solo cuidamos, sino que también diagnosticamos y tratamos», añade.
La directora del Verge de la Cinta, madre de dos hijas de 18 y 23 años, recuerda lo complicada que fue la conciliación con las guardias y turnos en festivos, y agradece el apoyo de la familia, que le permitió crecer y desarrollarse profesionalmente. En este sentido, considera que la conciliación de la vida laboral y familiar es un elemento imprescindible para avanzar hacia la igualdad, «y no tendría que ir ligada a la renuncia a una parte del trabajo y del sueldo», reflexiona. «Hoy parece difícil, casi utópico, pero es necesario que los dirigentes busquen la manera de facilitarlo», remarca. En su caso, cuando fue nombrada coordinadora de Urgencias (previamente a ser jefa del servicio), tuvo que renunciar a la reducción de la jornada por maternidad e incorporarse al cien por cien cuando su hija solo tenía 4 meses. Ya como directora, se ha encontrado con menos trabas por el hecho de ser mujer. «He empezado desde abajo y poco a poco he ido subiendo peldaños con esfuerzo, lo que creo que me ha ayudado a ganar la credibilidad y respeto de mis compañeros y compañeras», afirma.
«Me rodeé de mujeres y me atreví a dejarlo todo para cumplir mi sueño»
La historia de Lorena Rayo es de esas que, cuando la escuchas, automáticamente te empoderas. Antes de la pandemia, Lorena trabajaba en Seguros AXA. Tenía un puesto reconocido y cobraba un buen sueldo. Hasta que el batacazo de la covid sacudió a la empresa y se presentó un ERE vuluntario a los empleados. Lorena se tiró a la piscina. «Siempre había soñado con ser auxilir de enfermería. Aquí vi la oportunidad de mi vida», recuerda.
Así que, a conciencia, perdió su trabajo. «Intenté seguir a mi instinto, pero no fue fácil», asegura. Lorena buscó ayuda psicológica para confiar en que había tomado la mejor decisión: «busqué una psicóloga mujer, porque necesitaba la ayuda de una mujer empoderada que hubiera alcanzado un éxito laboral que en ese momento yo también necesitaba. Para mi fue y es un referente». Además, Lorena se rodeó de mujeres que habían pasado por una situación similiar a la suya. «Eso me ayudó a confiar en mi misma y ahora, aquí estoy, ayudando a los demás, sintiéndome valiosa y habiendo cumplido un sueño», sentencia.
Lorena Rayo estudió lo que siempre había querido e hizo las prácticas en el sociosanitario Francolí. Del primer día, recuerda que «tenía un miedo horrible, no sabía ni por donde empezar. Veía a mis compañeras con una vitalidad que jamás pensé que podría alcanzar». Pero «al cabo de una semana estaba cantando Rosalía para alegrar a los pacientes. De repente me sentí muy segura de mi misma, con solo una mirada me sentía agradecida. Esto no tiene precio». Lorena ha luchado por ser quién realmente quería ser, y lo ha conseguido. Tomemos ejemplo.
«Por ser mujer nunca me he sentido inferior»
Coordinar los protocolos, gestionar técnicas de laboratorio, promover la innovación tecnológica y la atención especializada en genética son las áreas de responsabilidad en las que, desde 2006, ejerce la directora de laboratorio de fecundación in vitro de Embriogyn, en Tarragona, Imma Saumell.
Así, licenciada en Bióloga por la Universitat Autònoma de Barcelona, es especialista en biología sanitaria en el campo de la embriología. «Escogí los estudios de Biología porque era una de las asignaturas que más me gustaba en el instituto; me apasionaba mucho todo lo que tenía que ver con el mundo de la célula», asegura la especialista, quien a modo de anécdota recuerda que «durante la Selectividad fue una asignatura que prácticamente no estudié, solo repasé el último fin de semana y me fue muy bien».
De este modo, durante los estudios universitarios fue decantándose hacia el ámbito sanitario y especializándose en la biología de la reproducción humana asistida.
En este sentido, Tarragona fue la semana la sede de segunda edición de la Jornada Nacional de Ecografía, Fertilidad e Histeroscopia de la cavidad uterina.
«El congreso destaca porque es un punto de encuentro entre profesionales de los ámbitos de la ecografía, la histeroscopia y la fertilidad que de forma rutinaria trabajan en paralelo, y durante la jornada comparten sus conocimientos para ser lo más eficientes posibles frente a cualquier dificultad médica», explica Imma Saumell.
La especialista confirma que «hoy en día, hablar de la fecundación in vitro está más que normalizado, porque quien más, quien menos conoce a alguien, lo que contribuye a que cuando una pareja llega a un centro de fertilidad, no le supone entrar a un mundo desconocido», y pone en valor que «en Tarragona hay muy buenos profesionales que ayudan a que todo sea más fácil».
Un camino que se allana cuando la especialista también es una mujer. «Hay que tener en cuenta que es un sector enfocado a la mujer, por lo que la empatía que puedas tener con la paciente puede ser positiva en el proceso», afirma Imma Saumell, quien destaca la labor de la doctora en Biología y especialista en Medicina de la Reproducción, Ana Veiga. «Fue profesora mía y es referente en el sector como mujer, embrióloga y pionera en la medicina de la reproducción en España, lo que nos ha abierto muchas puertas», afirma la directora de laboratorio de fecundación in vitro de Embriogyn.
En esta misma línea, Imma Saumell explica que «según mi experiencia personal, que no significa que sea representativa, por el hecho de ser mujer no me he encontrado con ningún bloqueo ni impedimento, también es verdad que nunca me he sentido inferior». Por último, la especialista asegura que «empecé ayudando a mujeres que eran mayores que yo, después a otras de mi edad y ahora a las mismas, pero con la diferencia de que yo soy madre y ellas quieren serlo. Entonces, comprender de una manera indirecta la situación emocional que pueden vivir es un vínculo enriquecedor».
«Nuestro papel es clave para que el hospital funcione»
Isabel decidió cambiar de vida y lo hizo dejando un trabajo para entrar a formar parte del sistema sanitario. Dice que no se arrepiente, que está muy orgullosa de su decisión. Esta tarraconense está a punto de cumplir sus 60 años y trabaja como limpiadora en los quirófanos del Hospital Santa Tecla.
Isabel Borràs, madre de dos hijas, se incorporó en el mundo laboral en el año 1995. Lo hizo trabajando en el ámbito del comercio, de cara al público. Un día sintió la necesidad de hacer un cambio radical en su vida y empezó a tirar currículums. Tuvo un par de ofertas, pero la que más le convenció fue la de trabajadora de la limpieza en un equipamiento sanitario. «Ahora, con perspectiva, estoy muy contenta del paso que di», explica Borràs. Primero, trabajó en el CAP Llevant y, después, tras especializarse en quirófanos, pasó al hospital.
Su trabajo consta de limpiar y desinfectar las salas de quirófanos entre una intervención y otra. «Nuestra tarea es que estos equipamientos estén en perfecto estado y en condiciones óptimas para poder hacer a siguiente operación», explica la protagonista. Su equipo está formado por siete personas, todas mujeres, que se reparten en tres turnos: mañana, tarde y noche. Limpiar quirófanos requiere de una formación específica, no es cualquier cosa.
A menudo, las trabajadoras de la limpieza se sienten invisibilizadas y poco valoradas por el resto del sistema sanitario. «Somos el último peldaño, cuando en realidad no debería ser así. Nuestro papel es muy importante para que todo funcione correctamente», dice Borràs. Quizás se trate de la rama sanitaria más feminizada de todas. En el equipo de la protagonista, por ejemplo, no hay ningún hombre. «Seguramente, si lo hubiera, nos valorarían más», comenta.
Para Borràs, lo mejor de su trabajo es la capacidad de superación que le ha dado. «Antes, no soportaba ver a la gente enferma. Estoy contenta de haber superado este reto», acaba. La de Borràs es una historia de amor con su trabajo.
«Los referentes médicos ya no son solo masculinos»
Cuando estudiaba Medicina, que acabó en 2005 en la facultad de Zaragoza ya había muchas estudiantes, pero todavía los referentes de médicos eran masculinos. «Era la imagen del médico de edad y sobre todo especialista en su consulta».
Elisa Miranda es coordinadora de Urgencias en el Hospital de El Vendrell. Comenzó a trabajar en ese centro en 2010. La situación ha cambiado tanto en las facultades como en los centros médicos. «También en la concepción de la sociedad».
Las generaciones más jóvenes entienden con toda normalidad que la preparación de un facultativo no tiene nada ver con el género. «Los referentes médicos ya no son sólo masculinos».
Una situación que también ha avanzado para los especialistas en enfermería. Hace no tantos años que enfermería se asociaba a una profesional y medicina era cosa más de hombres.
En todo caso la conciliación familiar sigue siendo más difícil para las mujeres. Elisa es madre de tres hijos.
Pese a su vocación en Urgencias, cuando tuvo su primer hijo ya tuvo que pedir una reducción de jornada, dejar su especialidad y pasar a la atención primaria, donde estuvo tres años. Con sus dos gemelos la situación se hizo más difícil.
Le ofrecieron coordinar el área de urgencias del Hospital de El Vendrell y no lo dudó. Pero señala la dificultad de la conciliación. «O tienes apoyo familiar o dejarte la mitad del sueldo para tener esa ayuda». En todo caso destaca que en género se ha ganado en reconocimiento.
«La conciliación laboral con la vida familiar es muy complicada»
Hace 17 años, Eugenia Schropp llegaba directa de Argentina a Madrid, para poder terminar su carrera de medicina, y realizar el MIR de médico de familia en la capital de España. Poco se imaginaba que terminaría siendo jefa de Urgencias en Valls. De hecho, ella misma reconoce que llegó a la capital del Alt Camp «sin saber dónde iba».
El Pius Hospital fue su elección, hace seis años, para cubrir una baja de jubilación. Buscaba un sitio más tranquilo, dónde pudiera hacer más cosas y tener más posibilidades para desarrollarse laboralmente. En plena pandemia, a finales del 2020 y cuándo ella se terminaba de reincorporar después de una baja de maternidad, le ofrecieron el cargo de directora de urgencias.
«Era una oportunidad para mí, aunque no era muy consciente de lo que suponía exactamente. No me lo pensé mucho, pero sí que tuve en cuenta que el horario me mejoraba, y podía tener las tardes libres para poder estar con mi hija», apunta Schropp. Cuando volvió al trabajo después de ser madre, su hija tenía diez meses, y reconoce haber tenido el sentimiento de «culpabilidad» por tener que dejar a la niña y volver al trabajo. Una parte debido a la jornada laboral, y las guardias -las jornadas son de 12 horas -, pasando mucho tiempo en el centro, pero también porque pensaba en la lactancia. Además, reconoce que «tenía ganas de volver al trabajo», y esto hacía aflorar más este sentimiento.
Dice que a los primeros meses de nacer la hija «estaba enfadada con mi madre y con muchas mujeres que no te explican lo que es la maternidad». Reconoce que estos fueron duros. El sentimiento de incertidumbre, de saber si lo haces bien o no, los cambios hormonales de después del parto, son algunas de las sensaciones que tuvo la médico. En este sentido, cree que: «la baja de maternidad de cuatro meses no es suficiente».
Ser la nueva
Ser mujer y tener un cargo de responsabilidad no ha supuesto un problema para Schropp. Afirma que no ha tenido que hacerse valer más por el hecho de ser mujer. Pero sí que reconoce que ser joven, y «la nueva» hace que tengas una visión diferente, y quieras cambiar coses que han funcionado durante muchos años de forma igual.
Por eso es consciente que cambiar dinámicas y formas de hacer es complicado. Explica que ha tenido que aprender que todo tiene sus tempos y que las dinámicas se tienen que ir adaptando a poco a poco. Además, añade que el cansancio de la pandemia ha pasado factura, y que en el momento que empezó a ocupar el cargo el personal estaba muy agotado.
«En todos los sectores, y en la mayoría de profesiones y otros aspectos de la vida, la gente es reacia a los cambios», por eso considera que ha tenido más dificultades, no por ser mujer.
Eugenia Schropp cree que en este sentido se ha avanzado, y en el mundo de la medicina cada vez hay más referentes que son mujeres. Además, añade, que en el Pius Hospital hay a poco a poc más mujeres que tienen algún cargo de responsabilidad, qué hombres.
Si mira todo lo que le ha pasado los últimos años, asegura que no cambiaría nada. Considera que cuando eres madre te empiezas a plantear otras cosas, y defiende que tener hijos no implica dejar de ser tu misma, por eso repite que tenía ganas de volver al trabajo. Está contenta de haber aprendido que las cosas tienen su ritmo.
«Durante 10 años, fui la única directora de oncología radioterápica»
Por vocación y legado familiar, la directora del Servicio de Oncología Radioterápica del Hospital Universitari Sant Joan de Reus y profesora titular de Medicina en la URV, Meritxell Arenas Prat, tuvo claro que quería dedicarse a la Medicina.
«Mi abuelo era médico, mi padre también y mi madre enfermera. Así que sentí la vocación de curar a los demás, como mínimo, e intentar resolver sus problemas médicos», explica la especialista.
Licenciada en Medicina y Cirugía por la Universidad de Barcelona, se especializó en Oncología Radioterápica en el Hospital Clínic de Barcelona. «Cuando terminé en el año 2000 me propusieron empezar a trabajar en el Hospital Universitari Sant Joan de Reus», explica la doctora.
Más de dos décadas después, asegura que «nunca he dejado de estudiar, ya que cuando decides dedicarte a la Medicina lo haces con el conocimiento de causa de que estarás aprendiendo toda la vida». Y todavía más en una especialidad como la Oncología, que día tras día avanza a pasos agigantados gracias a la investigación. Una faceta a la que Meritxell Arenas no ha renunciado y que sacó adelante cuando sus hijos eran pequeños. «La tesis doctoral la hice a caballo entre el Hospital Universitari Sant Joan y el Hospital Clínic, donde había colaborado con un grupo de investigación. La leí en 2008, pero empecé a hacerla dos años antes, en 2006, cuando mis hijos todavía eran pequeños», explica la oncóloga, quien hace hincapié en que «la investigación es fundamental, por lo que los médicos debemos buscar el equilibrio para, a la vez, poder atender pacientes y plantearnos hipótesis que resolver con la ayuda de otras disciplinas».
Por ello, rememora que «fue una etapa muy dura». «En esa época empezaba a ejercer por lo que era cuando más tenía que estudiar. Durante los años de especialidad siempre tienes a alguien que te supervisa y que te ayuda, pero cuando ya eres el último responsable del paciente, es cuando más debes estudiar», afirma Meritxell Arenas.
Entonces, el nivel de exigencia es el 100% tanto en el ámbito profesional como familiar, «aunque no siempre es sencillo compaginar las dos facetas». Si bien, reconoce que «los hijos se adaptan y entienden que su madre ejerce una profesión que requiere de una responsabilidad y unos conocimientos», y añade que «cuando atiendes a un paciente con cáncer no puedes tener la cabeza en otra parte, debes estar concentrado, porque esa persona espera lo mejor de ti».
En cuanto a las todavía existentes dificultades de las mujeres para acceder a cargos de responsabilidad en el ámbito sanitario, Meritxell Arenas asegura que «a diferencia de otros hospitales en los que sí que he visto que el director es un médico, pero quien se encarga de la organización asistencial, de investigación y de docencia es una médica, en el Hospital Universitari Sant Joan nunca he percibido que cuando queda vacante un cargo directivo se favorezca que sea un hombre quien deba ocuparlo de manera preferente».
Como anécdota, explica que «durante 10 años fui la única mujer directora de oncología radioterápica de Catalunya. En cambio, ahora somos 4 mujeres directoras de servicio, del total de 10 en toda Catalunya».
Afortunadamente, los tiempos van cambiando y, aunque queda mucho camino por recorrer, a largo plazo, Meritxell Arenas asegura que «para seguir avanzando en la igualdad es necesario hallar el talento, sea del género que sea, es decir, potenciar en cargos directivos a personas que tengan liderazgo, talento y los cocimientos científicos y humanos necesarios».