La farmacia rural: el profesional que siempre está
Además de ofrecer un servicio esencial, ayudan a asentar la población en pueblos pequeños
Podrá cerrar un bar, una tienda o incluso la escuela del pueblo, pero no cerrará su farmacia o botiquín. Las farmacias rurales son, aparte de un servicio esencial básico, un elemento indispensable para asentar la población. Además, para los vecinos de pueblos pequeños, el farmacéutico se convierte en su profesional sanitario de confianza, el que siempre está allí.
La demarcación de Tarragona tiene 345 farmacias comunitarias y 30 botiquines (farmacias pequeñas que dependen de una mayor cercana), de las cuales 51 están en municipios menores de 1.000 habitantes (25 en las Terres de l’Ebre y 26 en el Camp de Tarragona). Pueblos muy pequeños por ejemplo como Caseres (230 habitantes) tienen farmacia propia y otros aún más pequeños como Prat de Comte (180 habitantes) cuentan con botiquín.
La farmacia rural desempeña una importante labor como establecimiento sanitario integrado en el sistema de salud que, además de garantizar la prestación farmacéutica, colabora en funciones de salud pública, tanto del ámbito sociosanitario como de la primaria, y ayudan también a fijar la población en las zonas rurales.
En las últimas décadas la esperanza de vida ha aumentado y se incrementará más en los próximos años. «Hay estudios del Instituto Nacional de Estadística que sostienen que la población de más de 75 años pasará de representar un 9,7% a un 17,9% el 2050. Una población cada vez más envejecida necesitará más recursos y la sociedad deberá invertir más en esta población», expresa el presidente del Col·legi Oficial de Farmacèutics de Tarragona (COFT), y farmacéutico en Móra la Nova, Toni Veciana.
Las zonas rurales viven un claro despoblamiento. Los pueblos pequeños se hacen cada vez más pequeños, siendo un problema endémico en todo el país, no sólo en la demarcación de Tarragona.
«La farmacia en estos pueblos pequeños además de garantizar esta prestación farmacéutica y las campañas de salud pública también desempeña un papel social, ya que al final el farmacéutico es el profesional sanitario presente en la población todos los días de la semana. Por supuesto el médico o enfermera también lo es, pero quizá no están disponibles todos los días ni a todas horas. Es por ello que debemos proteger y ayudar a mantener estas farmacias rurales de poblaciones pequeñas», sostiene Veciana.
El presidente valora que por esto se deberán buscar medidas para sostener este recurso sanitario y social entre la corporación farmacéutica y las administraciones. «Si cierra la farmacia, esa población está condenada a desaparecer. Como sociedad no podemos prescindir del recurso de la farmacia. En el país, el 95% de los habitantes tienen una farmacia en su entorno cercano».
La pandemia de la Covid demostró cómo de esenciales son las farmacias que, además, llevaron a cabo muchas otras tareas como los cribados a escolares y el seguimiento de las cifras de contagios. Como en otras profesiones, en el futuro podrán faltar farmacéuticos y esto se debe en parte a que se trata de una profesión muy vocacional, con horarios sacrificados. «En las farmacias pequeñas aún se nota más porque sólo hay un farmacéutico y deben ofrecer el servicio de guardias nocturnas», apunta Veciana.
Cada área básica se organiza para ofrecer el mejor servicio posible. En la Terra Alta, por ejemplo, cada farmacia hace guardia una vez a la semana.
A pesar de ello, en la demarcación de Tarragona hay ejemplos de relevo generacional, con jóvenes farmacéuticos que han dejado la ciudad para estar al frente de una farmacia rural. Es el caso de Paz Morales y Guillem Segarra, titulares de las farmacias de Godall y de Rasquera, respectivamente. Los dos provenían de fuera de les Terres de l’Ebre y aseguran estar encantados con la decisión de tomar las riendas de una farmacia de este tipo.
Paz Morales tiene 32 años, viene de Valencia capital y es la titular de la farmacia de Godall desde agosto del 2022. Se enteró de que la farmacéutica de la farmacia de Godall se jubilaba por una publicación del Col·legi Oficial de Farmacèutics de Tarragona y se decidió a venir al Montsià, a pesar de no conocer la zona ni tener vínculos familiares o amistades.
«Soy farmacéutica por vocación, desde siempre he querido serlo y siempre me había hecho ilusión tener una farmacia propia», explica al Diari. «Es cierto que Godall está un poco lejos de casa, pero no me importó y estoy muy contenta con la decisión. Venir de la ciudad hasta aquí ha sido todo un cambio, pero la gente del pueblo me ha acogido muy bien. Creo que están muy contentos y agradecidos porque la farmacia del pueblo continúe», expresa.
Morales sostiene que el farmacéutico rural ofrece un servicio de mucha proximidad y de confianza: «La relación en un pueblo pequeño es diferente con los clientes. Aquí conoces a la gente, te explican los problemas de salud que tienen o las dudas que les surgen y te cogen mucha confianza. Personalmente me gusta mucho el trato con las personas y poder ayudarlas, escucharlas, aconsejarlas... Es muy bonito y me siento gratificada y valorada».
En estos mismos términos se expresa Guillem Segarra, de 29 años y titular de la farmacia de Rasquera desde enero del 2022. Es original de Albocácer, aunque su padre es farmacéutico de Villarroya de los Pinares, un pueblo muy pequeño de Teruel. «Así que he mamado esto de la asistencia desde siempre. Yo siempre quise ser farmacéutico rural», valora.
Segarra trabajó previamente casi cinco años en una farmacia de Cambrils, «así que he hecho el cambio de una de ciudad más turística a una farmacia rural». También le surgió la oportunidad por la jubilación de la anterior farmacéutica. «Tenía amigos en Móra d’Ebre y después de pensarlo mucho me lancé. Son 40 minutos en coche desde Cambrils, donde vivo, y no me importa. Ya me siento de Rasquera, la gente es muy cercana y me he adaptado muy rápido».
Segarra explica que la imagen del farmacéutico rural que tienen los vecinos «es la que todos deberían de tener de los farmacéuticos en general». Y es que, a su parecer, «en el pueblo te consideran un profesional sanitario de referencia, ya que damos consejo farmacéutico personalizado, y tenemos una relación humana más fuerte. Tratamos también patologías menores, asegurándonos que siguen la pauta que les ha dictado el médico y haciendo seguimiento farmacoterapéutico, e incluso hacemos un poco de psicólogos... En cambio en algunas ciudades más grandes entran a la farmacia a por algo y ya está, y no nos respetan tanto».
Además, en las farmacias de municipios pequeños se refuerza el trabajo conjunto sanitario entre el médico o enfermero y el farmacéutico, ya que están en constante comunicación por ejemplo con la provisión de medicamentos.
El COFT pone a disposición de los profesionales nuevas herramientas que se adaptan a la realidad de hoy en día, como una plataforma para mantenerse en contacto con el hospital del paciente y evitar, por ejemplo, que una persona mayor haya de tomar un bus e ir hasta la ciudad, u otra aplicación que localiza los medicamentos disponibles en otras farmacias cercanas. El objetivo está claro: mejorar la calidad de vida de vecinos y pacientes sean de donde sean.
En la demarcación de Tarragona hay 51 farmacias que están en municipios
con menos de 1.000 habitantes