Safia El Aaddam: «El paso de reconocerse racista, como con el machismo, está lejos»

La tarraconense llama la atención en ‘España: ¿racista?’ sobre la involución en los derechos de los inmigrantes

La escritora y activista tarraconense de padres inmigrantes Safia El Aaddam, que acaba de presentar el libro España: ¿racista?, considera que «el paso de autorreconocerse racista, en un acto de introspección que sí empieza a darse con el machismo, aún está lejos».

El Aaddam (Tarragona, 1995) ha llamado la atención sobre «los pasos atrás» que se está viviendo en el respeto a los derechos de las personas inmigrantes con el aumento de la extrema derecha y los discursos de odio en redes sociales, así como por la «normalización» del racismo en la vida cotidiana. Un racismo «invisible» que difícilmente puede vencerse si no se «reconoce», lamenta.

«En el programa de máxima audiencia La Revuelta (TVE) preguntan si la gente es más machista o más racista, y todo el mundo dice que algo machistas son, pero que racistas, no. ¿Por qué no pueden reconocerse racistas? Porque la gente no es consciente de su propio racismo interiorizado», opina El Aaddam. «Creen que el racismo es algo que pasa en EEUU, que implica violencia con armas. Pero en España no ven el racismo sistémico, el racismo social e institucional que existe. Por no hablar de las muertes en el Mediterráneo o en los centros de detención», apunta.

La autora, que en el libro cuenta varias experiencias de racismo vividas desde la escuela en primera persona, señala que lo que «alimenta el racismo social es el racismo sistémico y estructural», que «no normaliza en el sistema a las personas migrantes y racializadas», asegura.

En ese sentido, denuncia que la Ley de Extranjería y el sistema llevan, como a ella, a que los niños incluso nacidos en España «hereden la situación administrativa de sus padres». Entre otras muchas realidades del racismo en España, El Aaddam apunta el acceso a la vivienda, que cierra las puertas de muchos barrios a las personas racializadas y acaba creando segregación de barrios, así como la atención sanitaria deficiente por las barreras culturales y, sobre todo, idiomáticas.

Barreras, se lamenta, que llevaron a la filóloga, como a «muchos menores de este país», a ejercer de «pseudotraductores» entre sus familiares mayores, que no pudieron ir a la escuela en español, y el personal sanitario.

«Mucha gente no es atendida por su situación administrativa. Y cuando lo es, no pueden expresarse y ser atendidos en su propia lengua. Ahí entramos en juego los hijos, a los que nos cae una responsabilidad enorme que no deberíamos tener que asumir porque no sabemos nada de medicina por mucho que dominemos la lengua», cuenta. El resultado, denuncia, es que un derecho tan fundamental como la salud no sea una realidad para una parte de la población inmigrante, un colectivo «al que no se diagnostica correctamente, con el peligro que eso conlleva en patologías graves».

Todo el «rechazo» sentido a lo largo de la vida por las personas inmigrantes y sus descendientes, añade, «implica además muchas consecuencias para la salud mental», principalmente depresión y ansiedad. Por otro lado, y por lo que se refiere a la visibilidad de las personas con distintos orígenes, El Aaddam señala la «hipocresía» de los partidos políticos, «sean o no progresistas», a la hora de «acabar realmente con el racismo y las estructuras que lo avalan».

La escritora destaca el altavoz desmesurado que consigue en redes sociales el discurso racista que busca «deshumanizar» al «diferente». «Por contra, el algoritmo, que es racista, silencia las publicaciones del activismo aludiendo motivos ideológicos que, en cambio, no les llevan a censurar a los que pregonan el odio».