¿Qué pasaría si la ciencia demostrara la reencarnación?
Luis Amavisca y Juana Cortés plantean esta posibilidad en ‘Lebab’, un thriller con tintes de ciencia ficción
La organización Lebab quiere demostrar al mundo que el alma es inmortal y que regresa una y otra vez. Es más, que se puede rastrear hasta localizarla en otro cuerpo. Sin embargo, el gobierno de Estados Unidos se ha propuesto eliminar este organismo y apropiarse de sus avances. Lebab. El efecto luciérnaga, mezcla de thriller y ciencia ficción, es una historia de Luis Amavisca y Juana Cortés, publicada por Duomo Ediciones.
No estamos tan lejos del año 30, donde sitúan la historia.
Luis: Queríamos que fuera un futuro muy cercano, muy reconocible, con algunos pequeños matices.
Dan por supuesto que el alma existe, aunque no lo focalizan en la religión.
Luis: Parte de una idea mía. Hubo un periodo de mi vida en el que me sometí a varias operaciones importantes y meditaba sobre ello. Cuando tenemos anestesia total es como si tuviéramos el cuerpo casi muerto. Y de repente, después de una intervención, recuerdo que me encontraba mal y pensé, «imagínate si el alma se despista, se va y tarda en volver, qué pasaría si la ciencia demostrara la existencia del alma». Efectivamente, no lo focalizamos en la religión, aunque obviamente un descubrimiento de ese estilo afectaría mucho a las religiones. La existencia de la reencarnación daría la razón a todas las que creen en ella.
Lo que plantean es una manera de no morir.
Juana: La idea original de Lebab no solo es la reencarnación, sino el poder rastrear el alma, ¿a dónde va? Y eso nos permite trascender lo que es el desarrollo habitual en nuestras vidas, en nuestra cultura, en nuestro arte, la muerte y el duelo. Esta idea permitía seguir y llegar a hablar de encuentros, de cosas que eran narrativamente muy potentes, muy novedosas, que no se habían contado. Y a nosotros esto nos parecía un reto como autores y como creadores.
¿Rastrearían el alma de un enemigo?
Luis: A nosotros nos interesó más el otro lado, no solo qué pasaría si se demostraba científicamente la reencarnación, sino qué pasaría si pudiéramos localizar a las personas queridas. Más allá de ello, es una novela emotiva ya que cuando se descubra que nuestros seres queridos pueden reencarnarse en situaciones desfavorecidas, vamos a hacer algo por cambiar esas situaciones. Entonces, los miembros de Lebab opinan que esto va a tejer unas redes de empatía a nivel mundial que van a cambiar un sistema que consideran injusto. Ellos creen en una utopía, por lo cual, Lebab es una distopía utópica. Quieren intentar cambiar este mundo. Pero, ¿esto interesa al poder?, ¿interesa a los gobiernos? ¿Un cambio tan fuerte que podría poner en peligro la base incluso del capitalismo? Por ello, van a ser perseguidos y aquí es donde llega el thriller. Lebab es, eminentemente, un thriller, tiene ingredientes de ciencia ficción en un futuro muy cercano con un control de la información mayor al que tenemos en la actualidad. Parece que vamos hacia allí.
¿Por qué la empatía?
Juana: Pensábamos que la empatía puede mover muchas cosas. Es un sentimiento humano muy poderoso. ¿Cómo vas a dejar que alguien a quien tú quieres se reencarne en otro lugar y sufra, cuando sabes dónde está? Hay un juego bonito en Lebab, unos pensamientos muy humanos, muy existencialistas y eso no queríamos perderlo de vista, esa lectura hacia dentro, hacia lo que somos, lo que es la vida, la muerte, la pérdida, lo que es la esencia del ser humano, el amor.
La Francia que dibujan recuerda a los atentados del ISIS.
Luis: Es hacia donde vamos a nivel político-social, aunque no pensábamos en situaciones políticas concretas. Es una novela coral, con muchos personajes y con muchas localizaciones. Eminentemente transcurre en Estados Unidos, en Chicago, un país muy grande, con muchos millones de personas, y allí ese control de la información era más brutal. La única manera de poder llevar la información sin que se controle es con hackers. En la novela hay también hackers que juegan un papel importante y que ayudan a los miembros de Lebab. Pero también hay personajes que aparecen en Francia y escenas en África.
Hackers como la parte más positiva, para sortear las medidas estrictas del gobierno. ¿Han tenido contacto con alguno?
Juana: Eran necesarios para poder sortear estas presiones, este control. Y eran unos personajes que nos daban mucho juego, muy alternativos, muy modernos en su forma de ser, o muy frikis. Los hemos reinventado. Personas muy inteligentes, muy en su mundo. Colaboran con Lebab. Algunos porque les pagan, pero al mismo tiempo tienen una convicción. Tienen un comportamiento heroico porque saben que también van a ser muy perseguidos, o sea, se la están jugando igual. ¿Y cómo los creamos? Pues tuvimos ayuda.
Luis: Un sobrino mío es experto, canadiense, estudió ciencias de la comunicación. Y nos ayudó en relación a los ciberataques o cuando hablábamos de las personalidades. El hacker es una figura muy misteriosa, a los que no ponemos cara porque de eso se trata. Pero también son humanos y nosotros les hemos descrito con toda su humanidad.
La novela plantea un pacto de almas, que sustituiría al de sangre.
Luis: Un poco menos sangriento. Yo me formé mucho, hablé con teólogos, con budistas, con mucha gente que cree en la reencarnación. Y hay muchas personas que creen en el pacto de almas y que cuando la gente se reencarna viaja en pack, que nos reencontramos continuamente. Y explorarlo nos pareció muy bonito, ¿qué pasaría si el amor llegara de una vida a otra? ¿Podría ser que una pareja reencarnada en su siguiente vida vuelva a ser pareja? ¿O no?
¿Qué me dicen del rastreador?
Juana: De la reencarnación se ha hablado, pero no de saber dónde se va. Para ello necesitábamos una parte tecnológica, por eso es ciencia ficción, porque se basa en avances tecnológicos. Luis lo tenía todo pensado y a mí me alucinaba. El aparatito está muy bien pensado, desde el nombre, DentaLife y DentalMother.
Luis, usted viene de la literatura infantil.
Luis: Llevo 14 años en la Editorial 98 y he escrito muchos libros de infantil. De adultos tenía algunas cosas guardadas en el cajón, pocas, y ha sido gracias a esa invitación de Juana, una provocación, como ha llegado esta novela. Sin ella no existiría Lebab. Yo con Lebab he llorado mucho, los personajes han sido muy queridos y a veces perder a uno por el camino o decidir que tiene que desaparecer a favor de la trama, pues te duele. En ese sentido, Juana es una chica más dura que yo.
¿Ustedes creen en la reencarnación?
Juana: Creencia, no. No tengo creencias muy claras de nada. Sin embargo, pertenece a ese territorio misterioso en el que me gusta mucho moverme. A nivel literario y también personal todo lo que está en los límites me parece muy atractivo, los déjà vus, los sueños, las sensaciones, las impresiones, todo eso que pertenece a un lado poco racional también va conmigo, a mí me gusta muchísimo tanto para la escritura como para la vida, me gusta vivir un poco los límites, me alimenta.
Luis: Yo sí que creo en la reencarnación. He tenido encuentros con mucha gente, desde los que creen y creen recordar, hasta la gente que ha hecho regresiones hipnóticas. De hecho, creo que se nos oculta información, que se tacha un poco de chiflada a la gente que ha tenido estas experiencias. En Estados Unidos Brian Weiss creó una escuela en la que hay muchísima gente. Me han impresionado mucho algunas madres que me han dicho que al dar a luz no habían conocido a su hijo por primera vez, sino que lo habían reconocido. Y me llama mucho la atención la gente que cree en ello desde diferentes perspectivas.