Pienso en Wilbur... siempre!

De la calle a los platós. El artista alicantino actuará en el Palau Firal i de Congressos de Tarragona el próximo mes de marzo. Pero no será la primera vez que nos visita

Como payaso, siempre he sabido que los profesionales del género valemos tanto para un roto como para un descosido. La profesión es tan punk que un día puedes estar pasando una gorra al acabar la función, al otro presentando un evento antes miles de personas o incluso acabar rodando una serie de televisión. Si no, que se lo pregunten al clown Pep Callau, quien hace poco me confesaba que a veces, después de amenizar un cumpleaños con música y nariz roja, se tenía que cambiar de ropa en una área de servicio de la autopista para ir al Camp Nou a presentar a los jugadores. Sí, Callau fue el speaker oficial del Barça durante 18 años. «I amb el número 10, Leo Messi!». Sí, eso lo decía él.

A Víctor Ortiz, que es nombre real de Wilbur, le ha pasado tres cuartos de lo mismo. Antes prácticamente desde el anonimato, y ahora desde la popularidad. El payaso alicantino, que vive uno de sus momentos más dulces gracias a su participación este pasado verano en el celebérrimo programa Grand Prix de TVE (y al lado del ínclito Ramón García), aterrizará el próximo 9 de marzo en el Palau Firal de Congressos de Tarragona con su espectáculo Pienso en Wilbur. Y lo hace en calidad de estrella... «casi famoso», que dice él. Sin duda, una cita ineludible para su horda de seguidores y fans, muchos provenientes desde hace tiempo en redes sociales y otros más recientes después de verlo en la tele. Sin embargo, a Wilbur no le ha llegado la fama de un día para otro. Víctor se lo ha currado.

Para el mes de agosto de 2009 me hicieron un encargo desde el municipio de Laguardia (un maravilloso pueblo amurallado de Álava) para realizar una programación de artes de calle. En esa época yo ya trabajaba con la compañía Capitán Maravilla, y naturalmente la contraté para el evento. La misma compañía ofreció dos espectáculos de solvencia contrastada y un tercero en fase de pruebas. Ese espectáculo era Pienso en Wilbur, y era el primer show unipersonal de Wilbur. Él estaba muy nervioso y con muchas dudas, pero con más agallas que ensayos lo semi-estrenó ahí. Al acabar los organizadores se quejaron porque el show, que tenía una duración prevista de 45 minutos, sólo había durado 25. Pero fue un buen show. ¿Corto? Sí: demasiado. Pero un buen show.

Años después seguimos trabajando con Wilbur. En febrero 2011 fue uno de los artistas que participaron en la programación de espectáculos de carpa que desde Cia. Passabarret produjimos para las Festes Decennals de Valls. Compartió escenario con Capitán Maravilla, Oriolo, Claret Clown y con nosotros mismos, que estábamos rodando un nuevo espectáculo con el que saldríamos de gira por Cuba la semana siguiente. «En Valls fue la primera vez que me di cuenta de que el espectáculo estaba funcionando bien», me comentaba hace unos días Víctor. En septiembre de 2012 fue uno de los protagonistas de la malograda Plaça Friki de Tarragona, en Santa Tecla, junto a nombres como Monti o el Professor Karoli. Y en julio de 2013 estuvo quince días como artista residente del circuito de gorra (Art Street) de Salou.

Cada día se hacían dos o tres funciones pasando el sombrero, y Víctor aprovechó para grabar un video promocional de uno de sus espectáculos precisamente ahí. Sus últimas funciones en la zona han sido en Torredembarra y en Gandesa, ambas en 2021.

Desde 2022, a Víctor le ha cambiado la vida. ¿Suerte? Tal vez un poco, aunque no lo creo. El salto que ha dado este artista, un amigo, un gimnasta, un cómplice, un cómico, un gran amante del circo, ha sido gracias a un trabajo constante y ordenado. En su caso, primero se hizo fuerte en el circuito nacional de artes de calle, luego en redes sociales, y luego en la llamada mass-media. Y lo que vendrá... porque es un tipo grande. Lo que ha logrado es merecidísimo.

Sin embargo, es interesante que sirva su ejemplo tanto para reivindicar como para tratar de ver con otros ojos el trabajo del artista callejero. Los hay enormes, con una calidad categórica y aplastante, como Javi Javichy, DosPerillas, Loco Brusca, Murray Molloy, Malala Ricoy, Eddy Eighty y un larguísimo etcétera... pero que tal vez nunca lleguen a ser «casi famosos».

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