‘Sin malos rollos’, comedia romántica y algo gamberrilla
El regreso de Jennifer Lawrence. Tras un tiempo retirada para ser mamá, la actriz protagoniza esta divertida comedia sobre adolescencia, redes sociales y vida social
Jennifer Lawrence es una de esas estrellas capaz de brillar en diferentes géneros. Acción, drama, ciencia ficción, terror o comedia. Cuatro veces nominada a los Oscar, y ganadora en una por El lado bueno de las cosas (2013), la actriz de Indian Hills ha sabido sacar a relucir sus dotes interpretativas tanto en grandes producciones como en pequeños filmes.
Sin malos rollos es de ese segundo tipo de películas, una comedia divertida, sin grandes pretensiones pero que deja un buen sabor de boca .
Ahora ha sabido volcar su gran potencial cómico en un filme hecho realmente a su medida. «Es lo más divertido que he hecho nunca», señaló hace solo unos días en su estreno en Madrid. La protagonista de la taquillera saga de Los juegos del hambre da vida aquí a una mujer que ve la solución perfecta a sus problemas económicos al leer un anuncio de unos padres que buscan a una chica que salga con su introvertido hijo de 19 años y lo saque del cascarón. Sí, ya sé que el guion no suena a nada original. Novia por contrato (2006) o Mi gran boda griega (2002) son solo un par de ejemplos de la típica comedia romántica que se estila aunque con ligeros matices. El barbilampiño recuerda incluso a aquel Dustin Hoffman de El graduado (1967) o al joven Tom Cruise que dejaba hecha unos zorros la casa de sus padres tras una noche de juerga en Risky Business (1983). En la primera era la señora Robinson (Anne Bancroft) quien se encapricha del joven Benjamin, en la segunda es Lana quien desvirga a un desmadrado Joel Goodsen.
Aquí Jennifer Lawrence tiene que espabilar a un casi imberbe Andrew Barth Feldman, su compañero de reparto. Su personaje, Percy, tiene muchos de los problemas de su generación en lo relacionado con vivir a través de pantallas encerrado en una habitación, con internet, videojuegos y redes sociales pero realmente poca, muy poca, interacción en la vida real.
¿Es posible tener una relación saludable con las redes sociales y al mismo tiempo ser sociable? Es una pregunta que nos plantea el filme de Gene Stupnitsky, ahora en labores de dirección tras ser guionista de The Office durante cinco años. Se nota su mano en el guion, junto con John Phillips. Por eso, Sin malos rollos denota el olor de comedia romántica pero también algo gamberrilla con una buena interpretación.
Lawrence, madre en la vida real desde hace algo más de un año, dice poder entender perfectamente a los padres ‘helicóptero’ como a los que dan vida en el filme Matthew Broderick -con un claro y evidente guiño a las comedias de los años 80- y Laura Benanti. De hecho, Broderick ejerce ahora en papeles de padre cuando antes era el pipiolo de las película: Desventuras de un recluta inocente (1988), Todo en un día (1986) o la célebre Lady Halcón (1986). Ese papel lo asume aquí Andrew Barth Feldman, que sí tiene química con Jennifer Lawrence. De buen rollo.
Paul Carpenter (Patrick Gibson) se convierte de la noche a la mañana en el nuevo becario de la misteriosa empresa J.W. Wells & Co, compartiendo mesa con la brillante Sophie (Sophie Wilde). Rápidamente, ambos se dan cuenta que su nuevo trabajo es realmente cualquier cosa menos convencional. Mientras Sophie es ascendida al Departamento de Casualidades, el director general de la empresa, Humphrey Wells (Christoph Waltz) persuade al joven Paul para que busque el objeto más poderoso y codiciado del mundo: la puerta mágica. Esa oscura y peligrosa misión llevará a Paul a adentrarse en un sinfín de lugares increíbles: Desde las profundidades de un sótano infestado de duendes hasta las alturas del Himalaya. Será en esa búsqueda que Paul se convertirá en un héroe inesperado y deberá salvar al mundo del plan más maléfico y diabólico que jamás haya amenazado la raza humana. Un filme ‘heredero’ que trata de emular la franquicia de Harry Potter.