La cara oculta de las Muntanyes de Prades
Remanso de paz. Un recorrido por los pueblos de Montral, Farena y Capafonts, la Sierra de Els Motllats y la cima del Picorandan
Así como la cara oculta de la luna es ignorada porque no puede ser vista desde la tierra, existe un sector de Muntanyes de Prades que pasa desapercibido a pesar de tener un buen acceso por carretera e innumerables atractivos: pinturas rupestres, pueblos abandonados que no han sido vandalizados y una de las cumbres más altas de la zona.
A este remanso de paz llamado Rojals llegamos gracias a la carretera que lo une con Montblanc, municipio del que depende desde 1940. Será esta la puerta de acceso a un recorrido en el que divisaremos las aguas del Mediterráneo, los pueblos de Montral, Farena y Capafonts, la Sierra de Els Motllats y la cima del Picorandan.
Su principal punto de interés es la Mola d’Estat, la cima de 1.117 metros de altura coronada por tres cruces de hierro desde las que observaremos el valle del Brugent.
Dificultad de la ruta
Determinar la dificultad de una ruta ya es de por sí una dificultad. Por suerte, existen escalas de graduación que establecen la dureza a partir de factores observables.
El Método SENDIF, creado por la Taula de Camins de l’Alt Pirineu i Aran, sostiene que la dificultad de un itinerario de senderismo depende, por una parte, del esfuerzo físico que este supone y, por otra parte, de los obstáculos del camino. Desde el punto de vista de la dificultad física, el recorrido es de dureza moderada, aunque por poco no podría ser exigente debido a sus 14 kilómetros de longitud.
En lo que respecta a la complejidad técnica, si bien no hay ningún obstáculo destacable, es recomendable apoyarse en los bastones para resolver con comodidad lo más duro.
Instrucciones de la ruta
Accederemos a Rojals por la carretera y recorreremos el Carrer Major en busca del aparcamiento de tierra junto a las afueras. Tomaremos el Gran Recorrido (GR) 171, que discurre por senderos estrechos hasta el Refugi de Els Cogullons.
Una vez en él, continuamos la marcha hasta la Mola d’Estat no sin antes avistar la Taula dels Quatre Batlles. Con ánimo de hacer el recorrido circular, volveremos hasta el albergue y, a escasos minutos antes de alcanzarlo, tomamos el GR 171.4 hasta el Coll de la Mola, marcado por un panel de señalización.
Esta pista forestal nos devolverá al aparcamiento del principio. Ninguno de los cruces genera confusión, de hecho, esta ruta podría hacerse siguiendo las marcas y paneles existentes.
La cara desconocida de Prades
Si la semana pasada descubrimos El Pinetell, una de las aldeas agregadas a Montblanc, hoy hacemos lo propio con Rojals. Pascual Madoz la describía así en su Diccionario geográfico, estadístico e histórico: «situada en la montaña de Prades, con buena ventilación y clima frío, [...] tiene 105 casas y una iglesia parroquial. [...] El terreno es montuoso, pedregoso, de ínfima calidad, pero con mucho bosque».
Lo cierto es que Rojals incluyó en su haber otras aldeas como la Bartra, Rojalons, el Pinetell y els Cogullons, coqueteando así con los 400 habitantes. Ésta última, la población más alta de todas las Muntanyes de Prades gracias a sus 1.042 metros de altura, es reconocible por su refugio excursionista propiedad del Club Excursionista de Montblanc.
Actualmente cerrado, el edificio hace las veces de faro del sector norte-occidental de las montañas. Gracias al libro Contra l’oblit, els pobles abandonats a la demarcació de Tarragona, editado por la Diputació de Tarragona, sabemos que en Els Cogullons vivió una comunidad de hombres que profesaban el budismo. En cualquier caso, todas las localidades anteriores, incluyendo Rojals, configuran hoy el término municipal de Montblanc.
Los primeros pobladores
Fechadas entre 9.000 y 2.000 antes de cristo y declaradas Patrimonio Mundial por la UNESCO, las pinturas rupestres de Rojals fueron hechas por los primeros pobladores de la zona en lo que hoy conocemos como el Mas d’en Llort.
Al parecer, los primeros habitantes preferían la montaña sobre el llano: véase el desconocido poblado prehistórico de La Mussara. Cerca del núcleo de población formado por la iglesia de Sant Salvador, en la llanura conocida como el Pla de la Mata, existe un montículo que reunía las condiciones idóneas para la vida. En la llamada Edad de Bronce, un grupo de personas vivió en una veintena de casas rodeadas por un muro que impedía que el ganado escapara.
Las excavaciones llevadas a cabo revelaron que la comunidad permaneció en el lugar durante dos o tres generaciones en viviendas de 15 metros de superficie. El asentamiento fue abandonado, pero acabó siendo utilizado más tarde demostrando su idoneidad. La zona pasa desapercibida en tanto que la vegetación ha recuperado lo que es suyo, ahora bien, los muros siguen en su lugar y pueden ser visitados si nos tomamos la molestia.