De ruta por Tarragona: El Mont-roig legendario, al descubierto
La Mina de les Nines. Un libro del siglo XIX describe lugares ya desaparecidos. Es el caso de un castillo junto al mar que, según la tradición popular, fue custodiado por un dragón
Alimentados por los textos que la describían como una tierra exótica en la que vivir aventuras, la España del siglo XIX acogió a un sinfín de viajeros atraídos por la imagen de un país mágico, más propio de Oriente, cuyo pueblo había sido capaz de lo imposible: anteponerse al temible imperio napoleónico en la Guerra de la Independencia.
Uno de los viajeros románticos más apasionados fue Théophile Gautier, quien escribió lo siguiente sobre a su paso por la región de La Alpujarra: «un viaje en España todavía es una empresa peligrosa y novelesca; es necesario esforzarse, tener valor, paciencia y fuerza».
Antes si quiera de la explosión del conflicto, el francés Alexander Laborde hizo lo propio recorriendo la península ibérica. Reunió la información en Voyage pittoresque et historique de l’Espagne, un libro formado por cuatro volúmenes y más de 900 grabados que constituye un viaje por esta España exótica.
El primer tomo, dedicado a Catalunya, describe lugares ya desaparecidos. Es el caso de un castillo junto al mar que, según la tradición popular, fue custodiado por un dragón. En la ruta de esta semana, redescubrimos Mont-roig del Camp, el municipio en el que desarrollaba la leyenda, a través de la Mina de les Nines.
Instrucciones de la ruta
Estacionamos en el aparcamiento de zona blanca de La Murada, en el interior de Mont-roig del Camp. El sendero propiamente dicho empieza en el barranco del Horta, el cual surge más allá del tanatorio municipal y el antiguo lavadero. Después de pasar este túnel de vegetación en la que nos llamará la atención el Pont de la Mina de les Nines, saldremos a un camino de tierra en el que giraremos a la izquierda.
Llegados a la siguiente bifurcación, decidiremos si o bien volvemos al pueblo o bien aprovechamos para visitar la ermita de Mare de Déu de la Roca. En el caso de que esto nos sepa a poco, existe la posibilidad de alargar el itinerario recorriendo la montaña de l’Areny.
Hacerlo nos permitirá disfrutar de su visión del Camp de Tarragona y sus singulares formaciones rocosas a cambio de superar pendientes pronunciadas en las que habrá que trepar por las cuerdas que se instalaron.
Dificultad de la ruta
Determinar la dificultad de una ruta ya es de por sí una dificultad. Por suerte, existen escalas de graduación que establecen la dureza a partir de factores observables. El Método SENDIF, creado por la Taula de Camins de l’Alt Pirineu i Aran, sostiene que la dificultad de un itinerario de senderismo depende, por una parte, del esfuerzo físico que este supone y, por otra parte, de los obstáculos del camino.
Desde el punto de vista de la dificultad física, esta ruta es de dureza moderada. Las pendientes son llevaderas y se concentran en la montaña de l’Areny, más allá de la ermita de la Mare de Déu de la Roca.
Este es un tramo opcional que suma desnivel positivo o subida, así como pendientes pronunciadas y pasos equipados. Si nuestra intención es dar un paseo en familia, entonces recorreremos el barranco de la Mina de les Nines hasta la ermita, reduciendo la distancia a 5,7 kilómetros y eliminando del itinerario estas dificultades técnicas.
La lechuza agorera
No nos consta que Alexander Laborde visitara el núcleo de población de Mont-roig del Camp, pero sí descubrió la fortaleza de Miramar, adquirida por Barcelona a fin de asegurarse el suministro de trigo.
En los tiempos en que el francés llevó a cabo sus viajes, la tradición popular establece que una gran lechuza blanca habitaba en el campanario. La altura le facilitaba la protección de sus crías y la caza de las palomas, como también ser vista por los vecinos cuando peinaba los cielos de la localidad en las noches de luna llena.
A este pájaro rapaz se le creía portador de malas noticias, pues sólo se le veía antes de que sucedieran desgracias, como la llegada del general Louis Gabriel Suchet.
A principios de 1811, Tarragona era la única ciudad que resistía el envite de las tropas de Napoleón. Mientras el general Suchet lideraba el asedio con sus 40.000 hombres, en el que como él mismo reconocería en un comunicado perpetraron una auténtica matanza, algunos vecinos de Mont-roig saquearon el convoy de avituallamiento y escondieron las previsiones en la ermita.
El general decidió cobrarse su venganza ocupando el pueblo, saqueándolo y fusilando a once hombres. Finalmente, tras descubrir donde habían escondido la harina que les habían robado, prendieron fuego a aquel lugar: fue así como ardió la Mare de Déu de la Roca. Esta ruta, gracias a los múltiples puntos de vista que nos da de la población y del santuario, nos invita a imaginar el episodio que se vivió entonces.