El hogar secreto de las ninfas
La Sénia. Vamos a explorar uno de los tramos más bellos del río para encontrarnos con las mujeres de agua o con los herederos de la fortuna de un viejo virrey de Madagascar
En los confines de la provincia de Tarragona, a las faldas de un bosque protegido por gigantes de piedra, encontramos el pueblo de La Sénia, un municipio cuyo río es habitado por mujeres de agua, aquellas a las que la mitología griega apoda náyades: seres mortales dotados de una gran longevidad que hacen de las fuentes, pozos o arroyos de agua dulce su hogar. El camino fluvial de La Sénia es el itinerario senderista de más de 60 kilómetros de longitud que nos adentra en el territorio mágico de las ninfas. Gracias a él, descubrimos los parajes que la acción del agua ha creado con su insistencia. En la ruta de esta semana, exploraremos uno de los tramos más bellos del río con la esperanza de encontrarnos o bien con las mujeres de agua o bien con los herederos de la fortuna de un viejo virrey de Madagascar.
Dificultad de la ruta
El Método SENDIF, creado por la Taula de Camins de l’Alt Pirineu i Aran, sostiene que la dificultad de un itinerario de senderismo depende, por una parte, del esfuerzo físico que este supone y, por otra parte, de los obstáculos del camino. La dificultad física moderada encuentra su razón de ser en su longitud, algo más de 12 kilómetros. En lo que respecta a la complejidad técnica, aumenta con las precipitaciones. En el recorrido encontraremos una suerte de puentes que el río anega cuando crece el caudal. Esto no debe preocuparnos en tanto que existen senderos paralelos que nos permiten conectar con el camino más adelante sin necesidad de mojarnos los pies. En cualquier caso, la dureza física y técnica pueden rebajarse estableciendo como punto de partida la Ermita dels Sants Metges. De esta manera, sumaremos 4,50 kilómetros a cambio de renunciar a algunos de los paisajes más bonitos que alberga este sendero fluvial.
Instrucciones de la ruta
Estacionaremos en las inmediaciones del Molí de l’Abella, en el término municipal de La Sénia. El primer punto de interés es un salto de agua artificial que está a escasos 200 metros, La Tanca. Una vez visitado, deshacemos el camino dejando atrás el primer cruce. Se presentará ante nosotros un puente colgante que, si bien no es necesario cruzar, es imposible resistirse a su encanto. Volveremos a nuestra orilla, pues la senda fluvial consiste en remontar el curso del río hasta la Font de Sant Pere, en Castellón. De camino descubriremos la poza del Toll dels Arenals, la impresionante esclusa de El Partidor y la piscina natural del Toll del Martinet. Llegar hasta la fuente del final requiere cruzar, ahora sí, a la otra orilla por el canal de El Partidor y salir a la carretera CV-105 hasta un restaurante a cuyo lado habrá un bonito salto de agua. Finalmente, volvemos sobre nuestros pasos a la Ermita dels Sants Metges y accedemos a La Sénia por la pista de tierra hasta el punto de inicio.
La herencia del rey Bonet
En el pueblo de La Sénia existe un inmueble bautizado como Cal Rei Bonet. Para más inri, un cartel anuncia que fue el hogar natal del virrey de Madagascar. ¿Es acaso una broma? Lo cierto es que no. El nombre de dicho monarca es Francesc Bonet, un autóctono nacido el 30 de marzo de 1706. El hombre decidió recorrer el mundo en busca de un futuro mejor: así fue como llegó a Madagascar y contrajo matrimonio con la hija del entonces virrey, a quien sucedería en el cargo. De la misma manera que los indianos, aquellos emigrantes que regresaban a su tierra natal después de haber amasado una fortuna en América, Bonet volvió a La Sénia. Lo hizo acompañado de sirvientes y con una mochila cargada de vivencias que no dudó en compartir. Sin embargo, en el pueblo fue recibido con desconfianza: por una parte, su familia pensó que había vuelto a reclamar la herencia, por otra parte, los vecinos se rieron de él y lo apodaron ‘Rey Negrer’. He aquí el inicio de la leyenda, pues Bonet, viudo y sin descendencia, decidió vengarse de ellos.
El virrey estableció en su testamento que su familia heredara su riqueza, pero debía cumplirse antes una condición: la recibiría la cuarta generación, esto es, quienes vivieran 140 años después de su fallecimiento. Teniendo en cuenta que murió el año 1791, el 1931 debían cobrarse los cinco millones de libras esterlinas que Francesc Bonet había depositado en un banco inglés. ¿Qué pasó en dicha fecha? De acuerdo con la hemeroteca, la voluntad de Bonet estuvo a punto de cumplirse en numerosas ocasiones, sin embargo, una dificultad se encargaba de impedirlo cuando el dinero podía tocarse con las manos.
A lo largo de los años son muchos los Bonet que han reclamado para sí dicha herencia sin éxito, tantos que en los años treinta, poco antes de que venciera el embargo establecido, se constituyó la Asociación Oficial de Presuntos Herederos al Patrimonio titulado Virrey Bonet a fin de unificar las fuerzas de los herederos y agilizar las gestiones. Lo cierto es que todos los esfuerzos fueron en vano, pues la herencia sigue sin cobrarse. ¿Quién será el afortunado que consiga recibirla?