De ruta por Tarragona: En busca del valle encantado
El Niu de l’Àliga es un icono por excelencia del senderismo de nuestras comarcas. El valle alberga rincones como la ermita imposible de Samuntà, el pueblo perdido que dominaba las alturas
Cada cien años, tal y como establece la maldición, el león de piedra sarraceno y la hija de Glorieta vuelven al valle: el río crece y se escucha tanto el rugido del rey de la selva como los gritos de la princesa cuya madre da nombre al valle.
La vegetación pareciera que respira aliviada, vistiéndose con sus verdes más saturados y con el ánimo de dar la bienvenida a los centenares de visitantes que se acercan al lugar.
Éstos acuden con la esperanza de disfrutar del espectáculo del Niu de l’Àliga, uno de los iconos por excelencia del senderismo de nuestras comarcas, pero desconocen que el valle alberga rincones de igual o más belleza, como la ermita imposible de Samuntà, el pueblo perdido que dominaba las alturas. En la ruta de esta semana exploramos el valle legendario de Glorieta, que bien podría estar encantado si la leyenda fuera cierta.
Dificultad de la ruta
Determinar la dificultad de una ruta ya es de por sí una dificultad. Por suerte, existen escalas de graduación que establecen la dureza a partir de factores observables.
El Método SENDIF, creado por la Taula de Camins de l’Alt Pirineu i Aran, sostiene que la dificultad de un itinerario de senderismo depende, por una parte, del esfuerzo físico que este supone y, por otra parte, de los obstáculos del camino.
Desde el punto de vista de la dificultad, esta ruta es de dureza muy exigente por sus 14,84 kilómetros de distancia y 628 metros desnivel positivo o subida. El perfil de elevación dibuja una suerte de pirámide invertida, dicho de otra manera, el itinerario arranca con un descenso y, superado el ecuador, asciende cada vez con más fuerza hasta devolvernos al punto de inicio.
Así, conviene moderar el esfuerzo que imprimimos a fin de emprender el ascenso final con energía.
En lo que respecta a la complejidad técnica, son muchos los obstáculos a superar. La ruta destaca por la rica variedad de situaciones que nos presenta, invitándonos a cruzar ríos, lidiar con pendientes pronunciadas o visitar una ermita expuesta al vacío.
Es una ruta que, si bien podría parecer severa, resultará asequible a quienes practiquen senderismo con cierta frecuencia. En cualquier caso, es importante utilizar un dispositivo o mapa que facilite nuestra navegación y orientación debido a los cruces que hay.
Instrucciones de la ruta
La ruta arranca en el pueblo de Mont-ral, en concreto, en el aparcamiento de tierra que hay en su interior, junto al restaurante hoy cerrado. Desde el lugar tomamos el Pequeño Recorrido (PR-C) 20, que conecta con el municipio de Alcover.
Interrumpimos el descenso para visitar las Fonts de Glorieta, una piscina natural tanto o más bella que el principal reclamo que atrae a centenares de visitantes, el Niu de l’Àliga.
Deshacemos nuestros pasos hasta tomar el PR-C 20 y, a escasos minutos, tomamos el sendero que surge a la derecha con ánimo de encontrar el río Glorieta. Remontando sus aguas daremos con un paso desde el que cruzar el río y llevar a cabo el ascenso hasta el Mas de Tinet y alcanzar así las ruinas de la ermita de Les Virtuts.
Desde el extinto término de Samuntà, emprendemos el descenso al valle, llegando así al Gorg de La Parada Fonda. Desde este punto podemos o bien emprender la vuelta a MontRal a través del PR-20, el cual habíamos abandonado al cruzar el río, o bien visitamos en primer lugar el área recreativa del Mas de Forès, donde podremos recuperar las fuerzas e, incluso, visitar el Molí de Dalt.
Las mil caras de Mont-Ral
Si hemos hecho la aproximación a Mont-ral desde la Serra de La Mussara, es probable que hayamos descubierto una de las zonas más singulares de las Muntanyes de Prades.
El principal rasgo característico del consistorio es su dispersión demográfica: en lugar de concentrar la población, los vecinos se distribuían por todo el territorio en los pequeños núcleos que encontramos. Todos ellos están vigilados por la parroquia de Mont-Ral, el edificio que se alza sobre el punto más alto de la colina de la localidad.
De entre las agrupaciones destaca Farena, que junto con Prades es uno de los puntos más visitados de las montañas por sus atractivos naturales.
En cualquier caso, es el Niu de l’Àliga el que copa la atención de todos, algo que contrasta con el exiguo número de personas que conoce el origen de su nombre.
Si consultamos la guía del municipio editada por la Diputació de Tarragona, descubriremos que el carbonato de calcio ha contribuido a que se forme la figura de un águila que, con sus alas extendidas, tiene una envergadura de tres metros. De esta manera, la próxima vez que visitemos el lugar, deberemos alzar la mirada en busca del ave.