De ruta por Tarragona: El techo del Montsant
La Roca Corbatera, con 1.163 metros de altura sobre el nivel del mar, se alza sobre la ermita de Sant Joan de Codolar. Según Joan Amades, era punto de encuentro para las brujas
La muralla natural de la Serra del Montsant, o el Montsant a secas, no tiene cumbres, o al menos eso podríamos concluir en un primer vistazo. Sin embargo, si agudizamos la vista advertiremos que algunos puntos destacan por encima del conjunto. El más destacado es la Roca Corbatera, el lugar más alto con 1.163 metros de altura sobre el nivel del mar, que se alza sobre la ermita de Sant Joan de Codolar. Conocida también como roca de les Dues Hores o roca dels Portalets para los vecinos de las inmediaciones, la Corbetera es el pico en el que, de acuerdo con el Costumari Català del folclorista barcelonés Joan Amades, servía de punto de encuentro para las brujas. En concreto, las hechiceras se reunían la noche de Sant Silvestre, el 31 de diciembre, para bailar al compás de un violín en manos del diablo. En la ruta de hoy, exploramos la cumbre de la Serra de Montsant partiendo desde un pueblo no menos interesante, Albarca.
Dificultad de la ruta
Determinar la dificultad de una ruta ya es de por sí una dificultad. Por suerte, existen escalas de graduación que establecen la dureza a partir de factores observables. El Método SENDIF, creado por la Taula de Camins de l’Alt Pirineu i Aran, sostiene que la dificultad de un itinerario de senderismo depende, por una parte, del esfuerzo físico que este supone y, por otra parte, de los obstáculos del camino. Desde el punto de vista de la dificultad, esta ruta es de dureza moderada por sus 8,1 kilómetros de distancia y 392 metros desnivel positivo o subida. La ascensión a la Roca Corbatera es una suerte de escalinata con una pendiente media del 15,5%, un valor que nos obligará a moderar el ritmo a pesar de que la subida sea breve, pues la cima se conquista antes del kilómetro 3.
A partir de este momento, y tras deshacer los últimos metros que nos separan de la cima -que además son los más inclinados- el resto del itinerario consiste en un agradable descenso. En lo que respecta a la complejidad técnica, estamos ante uno de los recorridos más amables de la Serra de Montsant. Sólo debemos preocuparnos por las pendientes pronunciadas, en la que serán de inestimable ayuda los bastones de senderismo, y de no resbalar en los repechos más acusados.
Instrucciones de la ruta
El punto de inicio es el aparcamiento del pueblo de Albarca, en la comarca del Priorat. Accederemos a él por la carretera situada allá donde se cruzan la C-242 y la T-701, el lugar que se conoce como el Coll d’Albarca. Penetramos en la localidad y al final de esta encontramos un descampado en el que estacionar. Emprendemos la marcha por el Carrer de D’alt hasta que advirtamos el panel de señalización que señala el GR-171, el cual nos acompañará en gran parte de la ida. Lo abanderemos en el Pla del Grau, el cruce en el que podemos tomar la senda que nos lleva a la ermita de la Mare de Déu del Montsant. En este último tramo de la ascensión hay multitud de alternativas, conque conviene prestar atención. Cuando emprendamos la vuelta, y considerando que se trata de una ruta circular, visitamos ahora sí la ermita y, en lugar de deshacer nuestros pasos por el GR 171, tomamos la pista contigua que pasa por la Font d’Albarca.
De visita por Albarca
El 12 de agosto de 1846, el núcleo de población, Albarca, formado por una única calle, se convirtió en un agregado de Cornudella de Montsant, de la misma manera que La Mussara pasó a formar parte de Vilaplana a mediados del siglo XX. Sin embargo, el estado de conservación del primero en nada se parece al del segundo, es más, Albarca es una aldea viva en la que, por ejemplo, se cuenta un refugio de montaña y un alojamiento rural. Tanto en el caso de La Mussara como en este, la escasez de agua se encuentra entre los motivos que propiciaron el éxodo de la montaña a la llanura. De hecho, en el diccionario de Pascual Madoz se apunta que los vecinos tenían que caminar entre media hora y tres cuartos de hora hasta ella, he aquí unas de las razones por las que la tierra les proporcionaba pocos medios con que producir riqueza.
Así las cosas, el pueblo de Albarca es hoy una aldea en la que la mayoría de las casas son usadas como segunda residencia. Entre las costumbres que se conservan está la subida a la ermita de la Mare de Déu del Montsant, una tradición recuperada en el año 1984 que se celebra el 15 de agosto con motivo de la fiesta mayor. De esta manera, la festividad coincide con la de Siurana, otra de las aldeas agregadas a Cornudella de Montsant y la misma que, si bien podemos observarla a la perfección desde la Roca Corbatera, se advierte en gran parte de este recorrido.