Nieves Mories: «El patriarcado es la cabeza sobresaliente de cualquier guerra»

‘Budapest’ es una fábula de terror weird que explora las contiendas en cualquiera de sus formas

Cara y Carlo recorren el cadáver plagado de fantasmas de la que fue la ciudad más hermosa a orillas del Danubio. Devoran cuentos y también corazones y miran voraces hacia la otra orilla y sus promesas, la que separa el bienestar del infierno; siempre están hambrientos. No lograrán saciarse hasta que le encuentren a él, al padre del mal y de los horrores de la guerra que lo destrozó todo. Ambos niños son los protagonistas de Budapest, la última obra de Nieves Mories (Obscura Editorial), una fábula de terror weird sobre las contiendas.

¿Por qué este escenario postapocalíptico tras una guerra nuclear?
En el fondo no importa mucho el tipo de guerra que sea.

Los personajes dicen que todas las guerras son iguales...
Es algo que se repite desde Hemingway. Todas las grandes guerras terminan con una enorme destrucción y en el fondo da igual qué armas uses.

Cuando habla de destrucción, es material y emocional.
Es en lo que me apetecía centrarme en este libro. Es una novela que trata sobre la guerra, pero no es bélica en el sentido de que no se centra en las batallas y en la destrucción material. El paisaje es más bien un reflejo de la degradación moral y, especialmente, de sus consecuencias en las personas.

¿Es un escenario postpatriarcal?
Fue bastante involuntario, pero no creo que sea postpatriarcal. Es un nuevo orden a todos los niveles y, evidentemente, eso trae consigo que el patriarcado sea lo primero que se destruya porque es la cabeza sobresaliente de cualquier guerra. Tenemos el imaginario de que todos los soldados son hombres, los líderes son hombres y al final, son los primeros en caer.

¿Por qué los dos niños se interesan por el corazón?
Es una obsesión que también tiene mucho que ver con costumbres ancestrales húngaras de comer el corazón de la presa cazada. Los protagonistas organizan sus pequeños nuevos ritos y es muy simbólico ir recolectando corazones por ese páramo para luego el desenlace de la novela, que es cuando se entiende la razón.

En este intercambio y juegos con las víctimas, ¿qué importancia tienen los cuentos?
Ellos están muy hambrientos de saber, son unos niños que han estado encerrados durante mucho tiempo en un campo de exterminio bastante inspirado en los experimentos que Mengele hizo con niños y durante años se vieron privados ya no solo de afecto y de amor, sino de comunicación. Y representa mucho esa recolección de la sabiduría que en algunos momentos de la novela se la nombra como la sabiduría del Páramo. Ella se siente la depositaria de esas historias.

¿Con esto apela a la tradición oral?
Sí. Es importante que nos acordemos de las historias antiguas, de dónde venimos, de nuestras raíces, no solo de lo moderno, de lo inmediato y creo que hay veces que tenemos que escuchar más todo lo que nos han ido contando nuestros abuelos y nuestros bisabuelos porque ahí tenemos muchas claves para no perder el norte en unos tiempos tan horrorosos como los que nos toca vivir ahora mismo, donde hay otras guerras, una de ellas activa en Europa y donde los nacionalismos están teniendo un auge terrible. La pérdida de la memoria propicia esto.

Las guerras son iguales, sin embargo, cuando la escribió ¿tenía alguna de ellas en mente?
Tres: la guerra de los Balcanes, la Segunda Guerra Mundial y la Guerra Civil española. Por esta última se mencionan mucho las zanjas en las cunetas. Por la Segunda Guerra Mundial, los campos de concentración, que son muy simbólicos. Incluso ahora mismo vemos que los hay en la frontera entre Estados Unidos y México, en Ucrania... Por desgracia, nunca han dejado de existir. Y la guerra en los Balcanes, que fue tan terrible.

También hace referencia a Puig Antich. ¿Qué le llama la atención de este caso?
¡Qué no me llama la atención! Fue muy simbólico para mal. Mucha gente lo considera como un cierre, pero debía serlo. Es decir, ¿cuál es el siguiente paso en el horror de las secuelas de una guerra? El caso de Puig Antich es clave como consecuencia de una contienda y en el fondo es de lo que va la novela, de las consecuencias.

¿Por qué Hungría?
Mi familia es de allí. Mi bisabuelo vino de allí y allí están mis raíces. Ellos quedaron al otro lado del telón de acero y mi familia fue una de las que terminaron exterminadas por los nazis en Auschwitz. De hecho, la idea de escribir la novela surge de ahí. El caso es que cuando ya por fin y gracias a internet conseguimos ponernos en contacto con el Auschwitz Memorial porque no aparecía mi familia por ninguna parte y quemamos el último cartucho, nos dijeron que no constaba el apellido en los registros. Fue a partir de unas fotos en las que apareció la imagen de un pianista en una banda de músicos de Budapest, que se menciona en la novela. En cuanto lo vimos supimos que era mi abuelo. En efecto, encontramos a mi familia. Es una cosa que no te esperas.

¿Y cómo ha influido esto emocionalmente a nivel personal?
Me ha influido mucho, puede que sea bastante hipersensible, pero yo necesitaba asimilarlo y no era fácil. Siempre pensábamos que un día iríamos a Budapest y nos reencontraríamos con nuestra familia. Era una especie de pequeño sueño que teníamos. Mi abuelo siempre se callaba, guardaba silencio y murió sin contarnos nada. Yo creo que la novela también me ha servido mucho para asimilarlo y aun así no lo he conseguido del todo.

¿Cómo encaja aquí Ulises?
Por su Odisea. Estos dos pobres protagonistas se embarcan en una odisea en la que terminan perdidísimos, en lugares donde nunca hubieran imaginado que pudieran estar, cuando ellos solo quieren volver a casa. Me pareció bastante alegórico. Además, nada de lo que ellos recuerdan existe, se alimentan de ficción.

¿Esa ficción es necesaria para sobrevivir en el día a día?
Sí. Es necesario dejarnos un tiempo para evadirnos, para reflexionar, para disfrutar. El relax que te puede traer la ficción también creo que se está perdiendo mucho, que no nos lo permitimos, por el hecho de tener que ser productivos. No nos dejamos ese pequeño espacio para soñar.

Cuando llega el cambio, ¿hay que dejar fluir?
Hay que observar, hay que tener la paciencia necesaria para ver hacia dónde llevan los cambios, qué beneficio general pueden traer y no solo personal pero, sobre todo, sin dejarnos arrastrar por la masa. No oponernos a las corrientes que pueden resultar beneficiosas aunque parezcan una locura, en principio. Por supuesto, también hay cambios que mejor que no se produzcan. Pero debemos, por lo menos, plantearnos el qué pasaría si... la flexibilidad me parece algo positivo.

¿Qué destacaría de esta obra?
La importancia de la música en esta novela y no solo de los cuentos. Más que los libros, la música nos ha dejado un legado precioso, por lo que también deberíamos escuchar música, darnos ese momentito para soñar a través de la ficción, del arte... Creo que en fondo soy una romántica y eso que escribo terror.

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