Marta Soldado: «La violencia gratuita es la principal en las guerras»
La autora ganó el premio Pin i Soler de novela con ‘Al bosc vermell, un cavall fuig’
Marta Soldado ganó el último premio Ciutat de Tarragona de novel·la Pin i Soler, tras un año en que el galardón quedó desierto. La obra Al bosc vermell, un cavall fuig (Angle), narra la historia de un equino de Przewalski –los únicos salvajes en el mundo– herido de bala en las inmediaciones de la central de Chernóbil, en medio de la guerra entre Rusia y Ucrania. La autora la presentó esta semana en el Antic Ajuntament de Tarragona.
Caballos de Przewalski. ¿Cómo llegó hasta ellos?
Me llamó la atención cómo en un lugar del que la gente tuvo que irse, los animales volvieron y se reproducían sin problemas. Fue cuando llegué a la historia de los caballos.
Sorprende que se introdujeran en una zona nuclear.
Se han hecho muchas bromas sobre los animales de Chernóbil, que si tienen tres ojos, que si la radiación... Pero en realidad, por lo que yo he leído, que no soy bióloga, no han tenido problemas a causa de la radiación. Ni las ranas, que las han estudiado mucho, ni los osos ni los lobos. Los caballos Przewalski se reintrodujeron y dormían en las estructuras abandonadas por las personas.
¿Se obligó a abandonar las mascotas cuando tuvo lugar el siniestro nuclear?
Sí, las crónicas lo explican. La gente tenía que irse sin ellas y es muy doloroso. Además, después se comprobó que no transportaban ningún tipo de radiación. Fue en vano.
En la guerra entre Rusia y Ucrania, que está muriendo tanta gente, ¿cómo es de importante la vida de un caballo?
No creo que sea excluyente y de hecho, nuestra sensibilidad se está abriendo. Hay algunos documentales que hablan del rescate de animales en Ucrania. Gente que ha tenido que huir y los gatos se han quedado en casa, por ejemplo, y si no los vas a rescatar, obviamente, mueren. Hay personas que se dedican a estos rescates. Es decir, nos podemos preocupar de diversas especies al mismo tiempo. Realmente, aumenta la sensibilidad en el sentido de que vemos que nuestras guerras son destructivas, no solo para nosotros, sino para todo aquello con lo que convivimos.
Usted explica que estos caballos fueron colonizadores. El protagonista de la novela pasa de salvaje a domesticado.
Efectivamente, colonizaban lugares con las personas que los montaban. La domesticación me genera mucho conflicto, sobre todo, por cómo se ha hecho. Porque es una historia de violencia y la violencia que implica la domesticación es la de siempre, la de quitarle la libertad a un animal que no te lo pedía.
La historia comienza con violencia gratuita y finaliza con el mismo personaje, un soldado ruso que sufre estrés postraumático.
Me interesaba la violencia gratuita, que es la principal forma de violencia en las guerras. Cómo las ganas de hacer daño revierten en una criatura que no tiene nada que ver con todo lo que está ocurriendo en aquel momento, políticamente hablando. No quería juzgar a los soldados como personas malvadas. Muchos sufren de estrés postraumático, se arrepienten o piensan que lo que han hecho no tiene sentido. Para mí era la forma más clara de oponer lo brutal e insensible a una extrema sensibilidad.
Crea una utopía que gira en torno a Bialowieza.
Es una zona que existe, al este de Polonia, en la frontera con Bielorrusia, un lugar donde hay bisontes, grandes bisontes europeos. Es increíble, muy agreste, pero también donde los inmigrantes mueren congelados. Y he querido hacer un espacio de utopía donde justamente no la hay. Al contrario, se ha convertido en una distopía para muchísima gente. La imposición de una frontera me daba mucho juego porque todas las fronteras, lamentablemente, son lugares de conflicto. Y allí construyo una tierra de fantasía.
¿De dónde llegan los inmigrantes?
Muchos de Ucrania, principalmente, pero también huyendo de la guerra de Siria. Hubo un momento que se produjo una crisis cuando intentaban cruzar aquella frontera y el dictador de Bielorrusia decidió enviarlos hacia Polonia. Cuando llega el invierno son unos cuantos grados bajo cero, por lo que se escondían en el bosque y morían congelados. Fue un tema fronterizo muy grave, hasta el punto de que han construido un muro.
Muro que impide que la fauna lleve a cabo su tránsito habitual.
Todo lo que hacemos, siempre lo hacemos pensando en nosotros, en nuestras fronteras y nuestra manera de vivir. Pero la mayoría de los animales son migrantes y no pensamos que afectamos a todas las especies, a la biodiversidad, por tanto, al mundo compartido. Es bastante obvio, pero tenemos que darnos cuenta de que no estamos solos aquí.
El episodio de Nietzsche, un filósofo controvertido, que explica al final, abrazando a un caballo que estaba siendo azotado, ¿tiene algo que ver con la novela?
Este episodio me acompaña hace muchos años, Nietzsche abrazando a un caballo y volviéndose loco. Me parece una gran historia. Precisamente porque es un filósofo que tiene puntos controvertidos, muestra una sensibilidad hacia el mundo natural, un rechazo a poner una barrera entre nosotros y la naturaleza, que me atrae muchísimo. Hace muchos años que leí a Kundera, quien imagina que le pide perdón al caballo en nombre de toda la humanidad. Son gestos importantes. Especialmente, cómo podrían ser las cosas si nos paráramos a considerarlas.
Justo ahora, en un momento en que existe este debate.
Exacto. Nietzsche avisaba de que nos estamos desarraigando del mundo y esto tiene sus consecuencias, como que nos sentimos demasiado solos.
El caballo también se siente solo en algún momento.
Sí, experimenta la soledad porque, al final, está viviendo entre personas.