María Villamayor: «Dentro de la legalidad hay cosas muy corruptas»
‘Lienzo de sangre’ es la tercera parte de la saga iniciada con ‘Las doce llaves’
Alejandra Ferrer, oculta bajo la identidad falsa de una millonaria argentina, consigue adentrarse en el mundo del arte para indagar en la corrupción y el poder que se esconde detrás de la asociación INACFA. Con la venganza como motor, Alejandra y su hermana Sara se ven involucradas en una difícil misión. Juntas tejerán un plan para destruir a Augusto Fonfría, el dueño de la asociación y responsable de la muerte de sus padres. Se trata de Lienzo de sangre, de María Villamayor (Planeta), la tercera parte de la saga iniciada con Las doce llaves.
Las protagonistas sufren mucho.
Lo pasan francamente mal. Las hermanas Ferrer se están convirtiendo en unas detectives. Empezaron de forma amateur pero, poco a poco, están cogiendo bastantes tablas y experiencia. Y lo pasan mal, muy mal.
¿El arte es un mundo tan oscuro como lo pinta?
Evidentemente el mundo del coleccionismo es muy amplio y además, muy bonito y atrayente, pero también tiene su parte misteriosa y oculta. Hay muchísimos robos a lo largo del año y tan solo se recuperan el 10% de las obras, con lo cual sí que hay mucho trapicheo y mueve millones y millones.
El robo del que habla es cierto.
Sí. Es la punta de lanza, la semilla a partir de la cual la novela empieza a coger forma y se mueve en esa atmósfera de arte, todo a causa de un hecho real. Un cuadro de Edouard Manet, Chez Tortoni, fue robado junto con otros doce más en el museo Gardner de Boston hace 30 años, un robo valorado en 500 millones de dólares y tres décadas después nadie sabe qué ha sucedido con esas obras. Yo tiro de ese cuadro y desarrollo toda la ficción.
¿Le gusta el arte?
A partir de documentarme para esta novela, considero que es apasionante. Antes no era uno de mis temas favoritos, pero en esta novela necesitaba involucrarme mucho para que el lector, de alguna manera, sintiera que todo es real.
¿Qué es lo que más le ha sorprendido?
La novela se desarrolla en Valencia, por lo que he indagado sobre artistas de la ciudad como Francisco Ribalta. Este tiene un lienzo en el altar de la iglesia del Patriarca, que es La última cena, sobre el que hay muchísimas anécdotas. Se dice que Ribalta pintó tres caras conocidas dentro de ese cuadro, una de ellas era el Arzobispo de Valencia, que fue quien le encargó la obra y la cara de Judas se la reservó para un vecino suyo con el que estaba enfrentado.
Es una disyuntiva entre el coleccionismo privado y el museo público.
Son cosas diferentes. Aquí enfoco, independientemente de obras de arte y artistas conocidos, principalmente la parte oscura, la de contrabando, de corrupción, en la que lógicamente se mueve mi personaje Augusto Fonfría, pero además, dentro de la legalidad, siempre está en esa esa línea que no atraviesa, por lo que la justicia no puede meterle mano y hay una lucha entre la investigación policial tipo novela negra y estas protagonistas que intentan tejer esa red para poder atraparlo.
La legislación ampara a los que más tienen.
Eso ha sucedido siempre y, lamentablemente, continuará sucediendo. El poderoso siempre sale prácticamente indemne de las causas. Pero en este caso creo que la justicia impera.
¿Ellas corren peligro?
Ellas y todos los que están alrededor. Es una novela de persecuciones, sobornos y asesinatos. El lector tiene todo lo que se pueda imaginar y más y es cierto que las protagonistas lo pasan muy mal porque además este personaje tiene un séquito a sus órdenes. Dentro de la legalidad hay cosas muy corruptas.
La base es familiar.
Efectivamente. De hecho, quien une ese clan familiar es la tía Rosa, hermana de su madre. Esta mujer ha hecho de madre y ha hecho de tía. Independientemente de la corrupción, la ambición y toda la parte más oscura, también se ven los valores importantes de la vida, la familia, el amor, la amistad, esa lealtad que se crea, el vínculo es importantísimo en esta novela.
¿No le da pena acabar con la trilogía?
Sí que me da pena porque estas protagonistas llevan conmigo y con los lectores muchos años, tantos que ya prácticamente las han hecho suyas. Sí que tengo en mente que la siguiente novela va a ser diferente porque me apetece dejar descansar a estas hermanas Ferrer, pero eso no quiere decir que no vuelvan, lo digo con añoranza. Además, en cada libro es una trama distinta, con lo cual perfectamente podría encajar con otra búsqueda, a saber de qué.