Mar Coll: «La maternidad, en su momento de fragilidad, se puede explicar como una película de miedo»
La cineasta visita este domingo el Festival Internacional de Cinema de Tarragona REC, donde presenta ‘Salve María’
Mar Coll es una de las protagonistas de la 24 edición del Festival Internacional de Cinema de Tarragona REC. La cineasta visitará mañana el certamen, que este año le dedica un espacio especial, Focus, para hablar de su trayectoria y donde presentará su último trabajo, Salve María: un thriller psicológico basado en la novela de Katixa Agirre, Las madres no, que dibuja una maternidad sumamente complicada. El film llega a Tarragona cargado de premios y con siete nominaciones a los Gaudí. En relación al REC, Coll destaca que «para mí es un festival muy familiar, porque no solo he ido yo, sino también muchos amigos».
En ‘Salve María’ incluye la frase ‘Las madres no escriben, están escritas’. Ahora las madres también escriben un relato muy necesario.
Esta es una cita de Susan Suleiman. Somos herederas de unos relatos que hace tiempo que están y en la película hay otras citas de escritoras que escribieron sobre este tema de forma subversiva. No obstante, sigue siendo un relato que no es el estándar o el mayoritario, sigue siendo incómodo y nosotras, además, abordamos la figura más radical, que es la madre arrepentida, un tema muy delicado. Pero sí que hay una base, la película se financia, lo que significa que de alguna manera hay una aceptación.
¿Cómo surgió?
Cuando la guionista y amiga Valentina Viso fue madre empezamos a darle la vuelta al relato idealizado de la maternidad, a ver las partes más oscuras o menos expuestas. Y esto coincide con que es un tema del que se empieza a hablar cada vez más, con el concepto que surgió hace tiempo de madres arrepentidas o malas madres. Justamente en aquel momento pensábamos en qué película queríamos hacer. Evidentemente, como tuve un bebé, parecía obvio que podía ser un tema cinematográfico, por el impacto que tiene. Y fue cuando la novela de Katixa Agirre cayó en mis manos.
El sentimiento de culpa está muy presente.
La protagonista siente rechazo hacia el bebé y se ve monstruosa por ello. Por eso entra en la deriva tan tóxica y perniciosa para ella misma. Siente que es una persona que no merece nada, superculpable.
El personaje del padre está ausente, no es consciente.
Lo tiene muy difícil porque lo construimos a partir de la necesidad de la trama. Necesitábamos que no fuera odioso, no podía ser un personaje maltratador, tampoco era un embarazo no deseado. Esto por una parte. Por otra, necesitábamos que la dejara sola, aislada con todos esos pensamientos. Él no se da cuenta de lo que le ocurre a ella por muchos motivos. El primero porque no le interesa, aunque este es el menor. No se da cuenta porque ella no se lo dice. No se lo puede decir porque le da vergüenza, se siente culpable, a pesar de que él le pregunta en diferentes ocasiones. El estigma es tan grande que ella se esconde.
Muchas mujeres pueden verse reflejadas, visibilizarse, sin matar a nadie.
En los coloquios en los que hemos estado, muchas mujeres nos han dicho que, sin haber tenido una experiencia tan negra, entendían perfectamente por dónde transitaba la protagonista, que lo habían percibido como una posibilidad. La maternidad es una responsabilidad gigante, con unas expectativas enormes y unas circunstancias difíciles porque al final, las mujeres lo queremos todo, la vida laboral, con una conciliación que es una quimera. Todo ello lo hace más complicado y que nazca la culpa. En las clases postparto nos decían «cada vez que nace una madre nace la culpa».
Antes no había clases postparto...
Cuando yo parí, ya se incluía la posibilidad de que pudiera haber este tipo de pensamientos. Además de las cuestiones básicas te preguntaban si tenías pensamientos de autolesionarte, si tenías pensamientos de lesionar al bebé. Esto estaba en el protocolo, lo que significa que es mucho más común de lo que se podría llegar a pensar.
En esta película se ve claramente que la mirada femenina es imprescindible. Es bastante improbable que la hubiera hecho un hombre.
Claro. Sin embargo, había diversos candidatos a adaptar la novela, pesos pesados que la querían comprar y todos eran hombres. Pero si leemos el título de la novela, Las madres no, vemos que la tiene que hacer una mujer.
¿Cómo se ha sentido trabajando en un thriller?
Era uno de los retos del proyecto y, al mismo tiempo, una de las cosas que nos motivaba más. Salve María es una película para cinéfilos, está hecha con amor al cine, por el lenguaje que utiliza, porque hay referentes muy obvios. Pero tenía mucho miedo por ver cómo la haría. Personalmente, no soy una gran consumidora de cine de terror, de thriller un poco más, pero son películas que me dan miedo. Pero nos dimos cuenta de que Salve María lo pedía. No queríamos hacer un film discursivo, distante, frío. El tema es tan delicado, genera tanto rechazo que lo que queríamos era hacer una película muy emocional, que se pudiera empatizar con ella.
Y eso que, a priori, es difícil ponerse en su piel.
A priori. Sabíamos que había esta dificultad pero lo que vemos es que la gente empatiza con María, a pesar de que no quiere a su bebé, algo que en un principio nos parecía muy difícil que pasara. Es un thriller psicológico que engancha, superaccesible para el espectador, que lo hace viajar, que lo transporta. Hace un viaje intenso con María, que lo tiene todo en su cabeza. Es una película de piel, de cuerpo, muy vibrante, asfixiante. La maternidad, en el puerperio, en este momento de fragilidad, realmente se puede explicar como una película de miedo porque existe toda esta parte irracional, animal, la transformación del cuerpo y la delicadeza del bebé, que genera tensión. Hay una serie de elementos que dan pie a jugar con el género.