Montse Albets: «Todos tenemos necesidad de los demás para ayudarnos a salir adelante»

La autora debuta con la novela ‘Només terra, només pluja, només fang’ sobre el duelo y la pérdida

Ca la Viuda es un pequeño mas al que no se acerca nadie desde hace mucho tiempo. Hasta que un día llega María, arrastrando una pena infinita. Medio viva y medio muerta. Només terra, només pluja, només fang es el debut de Montse Albets (Mataró, 1977) en la literatura. Una novela publicada por Edicions del Periscopi, en catalán, que reflexiona sobre el duelo y la ausencia. El relato también aborda la pérdida de los rituales, actualmente muy estandarizados. Només terra, només pluja, només fang fue candidata a Premi Òmnium a la millor novel·la de l’any 2024.

Al principio de la historia no sabes lo que está ocurriendo entre la madre y el bebé.
Es cierto que el lector se queda muy sorprendido porque primero está desorientado, no sabe bien qué está pasando, y luego hay una escena muy impactante, que es lo que lo acaba de descolocar. También es lo que lo lleva un poco a seguir leyendo para acompañar a esa persona y saber cómo va a terminar.

¿Cómo surgió?
Es un libro que surge de una inquietud mía. La ficción ayuda a imaginar una situación bastante impensable, ayuda a poner sobre la mesa temas que te interesan, como es en este caso el de las pérdidas, aunque después surjan muchos otros en el libro.

Pérdidas... La protagonista conoce a la madre tras mucho tiempo muerta.
Este personaje conoce a su madre de manera indirecta. A veces tenemos una imagen de los padres y no sabemos bien cómo han llegado a ser lo que son ahora. Además, en este caso, la protagonista ni siquiera tiene la oportunidad de coincidir mucho tiempo con ella. Por lo tanto, también es una pérdida que tiene mucha importancia en la historia.

¿En un pueblo es aún más difícil esconder cosas?
La idea del pueblo lo que hace es acentuar aún más esa soledad que siente ella, esa necesidad que tiene de aislarse para poder hacer la búsqueda que precisa hacer. Y cómo la gente del pueblo quiere influir en su vida y saber qué está pasando. Precisamente, al final, es justamente lo que la ayuda, de alguna manera. Esa insistencia por querer entrar en la vida de los demás, que en los pueblos a veces se da de una manera quizás demasiado agresiva, pero que en las ciudades muchas veces no se da de ninguna manera. Por lo tanto, ya no hay esa oportunidad de que la comunidad pueda ayudar al otro.

Es una paradoja. Vive una soledad buscada pero, al mismo tiempo, no buscada.
Está la soledad no buscada de la red familiar, red de amigos... Este personaje se ha ido aislando porque no sabe bien cómo relacionarse con los demás. Esta sería la no buscada. Y la buscada es la que surge del momento personal que está viviendo. La necesidad de decir «ahora, dejadme, necesito estar sola, necesito pensar e incluso, parar el tiempo» y decir, «aquí se detiene todo. Ahora yo sola y nadie más».

Hay un reencuentro con la naturaleza, la leña, el frío, el bosque, las hierbas, los alimentos. ¿Nos hemos apartado totalmente?
Tampoco es que fuera una voluntad que me surgiera desde el principio porque a veces lo idealizamos. La naturaleza lo que hace en este caso es confrontarla con ella misma, con lo que es esencial en la vida. Y decirle «por mucho que quieras aislarte, detener el tiempo, la vida sigue y el ciclo de la naturaleza continúa». Al final, lo que somos en esencia las personas es esto. Somos seres vivos. Entonces, ella está en un momento de su vida en que, al estar cerrada, al estar sola, contrasta mucho esa parte más introspectiva de ella, más de pensar y de querer encontrar una respuesta racional, con la simplicidad de la naturaleza. De alguna manera, es con lo que ella acaba topando.

Título: Només terra, només pluja, només fang
Autora:
Montse Albets
Editorial:
Edicions del Periscopi
Idioma:
Catalán



Para la protagonista, la vida continúa a pesar de las pérdidas, cuando a veces esto te rompe de tal manera que no puedes continuar. Y entonces, recibe mensajes como si no hubiera ocurrido nada, que son muy dolorosos.

Sí, aquí sí que se ve cómo todo va tan rápido, hoy en día. Cómo hay esta necesidad de que la rueda siga girando y no se detenga nunca. Y cómo esto nos arrastra no solo en un momento de duelo. No tiene por qué ser un momento de duelo. También pueden ser momentos en la vida en que no podemos seguir este ritmo. Pero todo nos empuja a no parar. Pues sí, es un momento delicado en el que quizás necesitaríamos tiempo. Y claro, nuestra sociedad no está estructurada de esta manera. Y además, en el momento en que una persona alarga demasiado este tiempo de duelo, también se ve como un duelo patológico, incluso a veces, y no se termina de entender. Estos mensajes reflejan mucho esta frialdad de la vida que continúa. Tenemos la vida que sigue en la naturaleza, en ese ciclo vital del que hablábamos, y eso es la parte positiva, pero también tenemos esto, la vida que continúa como sin piedad. Y aparte del tiempo, a veces la falta de red y de apoyo para poder seguir adelante.

Refleja también la violencia machista, paternalista, patriarcal, como quiera llamarla. Una violencia que continúa viva.
Sí. Es una historia familiar de violencia, que puede parecer una historia muy oscura, pero que en muchas familias es así. Lamentablemente, como dices, hoy en día aún se ejerce esa violencia sobre la mujer, e incluso en la novela hay un personaje sobre el que esta violencia se ejerce una vez ha muerto, incluso, con su cuerpo. Tenemos tres generaciones de mujeres diferentes que toman tres caminos distintos. Una es la abuela, que toma el camino de aguantar, el silencio y el seguir haciendo lo suyo, y saliendo adelante como puede. Está la generación de la madre, que quizás es la que más sufre esta violencia tan fuerte y que busca la huida, pero la huida extrema. Y al final está esta protagonista, que toma la opción, por ejemplo, de ser madre soltera. Son tres modelos de mujeres diferentes, pero que todas han sufrido esta violencia. Y todavía tenemos otro personaje, que es Cristineta, que también la ha padecido. Al final, también hay este vínculo entre la abuela y la María, la abuela y la nieta, se reencuentran y la abuela la ayuda.

Hay una frase que dice que después de ciertas cosas se debe volver a casa.
Es una frase tomada de un poema de Vicent Andrés Estellés, en el que él habla mucho sobre la muerte de su hija. A Estellés se le murió una hija a los 3 o 4 meses de nacer. Entonces, tiene esta doble lectura. Por un lado, la casa puede ser un lugar que te acoge y donde te refugias, pero también es un lugar doloroso porque contiene toda la vida pasada, y cuando hay un hecho traumático, volver a casa lleva un gran peso de dolor. Claro, María vuelve a casa también de alguna manera porque tiene que buscar ese refugio, porque tampoco tiene nada más. Y es donde ella tiene el vínculo y donde ella tiene ese pasado y esa familia, aunque sea en forma de presencias, porque esas personas ya no están.

‘Només terra, només pluja, només fang’ es una novela de mujeres.
También tenemos un personaje masculino, que es Manel, que da luz y esperanza.

El lenguaje es muy poético y, al mismo tiempo, resulta fácil de leer.
Hay fragmentos muy diferentes. Para mí también era importante conseguir este ritmo, porque con este personaje de María, de una manera tan introspectiva, había que darle dinamismo a la historia. Por eso creo que ayudan mucho esos fragmentos del pueblo, que aligeran y aportan este contraste entre el mundo interior y el exterior, y hacen que la lectura sea más amena. Igual que esos fragmentos objetivos también de las búsquedas por internet.

Al final, como ella dice, el cuerpo es una materia y nada más, es tierra y barro.
El título es una frase del libro. Es el lugar a donde llega el personaje, que no tiene por qué ser el lugar a donde llegue todo el mundo. Y pienso que resume bastante lo que es el libro en sí, el camino que recorre la protagonista.

La maternidad. ¿Cómo ve la evolución del relato en los últimos 20 años?
Sí que hay una evolución, pero aun así, pienso que quizás deberíamos dar más espacio a estas maternidades, no idealizarlas, tener más en cuenta lo que pasa en la mujer y en el cuerpo de la mujer, más allá de este ser vivo. Y el vínculo es muy importante. De hecho, en la novela yo parto mucho de este vínculo entre madre e hijo, un vínculo muy físico, también a través de la lactancia. Pero sí que creo que ha habido una evolución, aunque todavía se debería dar más espacio a poder hablar de la maternidad en un sentido mucho más amplio de lo que se habla. No tan idealizado, incluso hoy en día también, con las redes, con este mundo de la imagen, de siempre querer mostrar la parte bonita y tierna. Sí, todo esto existe, pero también muchas otras cosas.

Un vínculo muy físico. Ella se nota los pechos de piedra.
Ahora que hablábamos de poner en valor diferentes tipos de maternidad, no todas las madres amamantan porque a veces no pueden y porque a veces deciden no hacerlo y no pasa nada. Pero sí que es verdad que la lactancia es una experiencia muy íntima. Y cómo también el cuerpo, después de todo este proceso en el que ella deja de amamantar, se despierta y la empuja. El cuerpo sigue adelante, por mucho que ella no quiera.

¿Quiere destacar alguna cosa que no le haya preguntado?
Es un libro que tiene un final luminoso, de esperanza y de mucha comunidad, de la necesidad que tenemos los unos de los otros para ayudarnos a salir adelante. Pienso que es un libro de una evolución, una evolución que además todos hacemos, porque todos hemos hecho duelo a lo largo de la vida.