Monika Zgustova: «Milena Jesenská tuvo mucho valor como resistente antinazi»

La autora checa se adentra en la figura de ‘la enamorada de Kafka’, la mujer que tradujo su obra al alemán, pero que también fue una intelectual de su época

Durante muchos años Milena Jesenská (Praga, 1896-Alemania-1944), fue conocida como «la enamorada de Kafka» debido a la edición de las cartas que el escritor le había enviado. Sin embargo, Milena fue mucho más que eso. Traductora, periodista, escritora y activista, destacó también por su espíritu feminista. Ahora, la también escritora y traductora checa afincada en Barcelona, Monika Zgustova, recupera su figura en Soy Milena de Praga, una novela publicada en catalán y castellano por Galaxia Gutenberg. Como cuenta Zgustova, Milena fue parte de la elite intelectual que se reunía en los cafés de Viena, junto a Musil, Karl Kraus, Werfel o Hermann Broch, así como miembro de la resistencia contra los nazis.

A Milena Jesenská se la conoce como la amiga de Kafka. ¿Se le ha hecho justicia?

Lo que quise hacer con esta novela fue investigar qué importancia tuvo realmente Kafka en su vida y sí, fue muy importante, aunque no su única influencia. Milena lo conoció mientras vivía en un matrimonio desgraciado y él la ayudó a orientar su vida. Ella, que era la primera traductora de Kafka, creía mucho en su obra y eso también los llevó a que se entendieran. Milena se dio cuenta de la profundidad de la obra de Kafka, por lo que también la buscó en su día a día y fue lo que consiguió.

Kafka se atormentaba con esta relación.

Como es lógico. Cuando conoció a Milena él tenía una prometida con la que rompió. En cambio, Milena no lo hizo porque no estaba preparada. Tardó varios años en romper con su marido. Necesitaba asegurarse de que lo que tenía en casa era como un pequeño monstruo que quería todas las ventajas para sí mismo y ninguna para su mujer. Porque aunque intentaba dar una imagen de progresista, en el fondo era un tirano con las mujeres, muy mujeriego y hecho a la antigua. Por otra parte, Kafka era un ser muy verdadero y Milena no estaba segura de poder vivir con él, de poder soportar tanta verdad. Sin embargo, cuando Kafka murió, ella dejó a su marido y se independizó totalmente. Ya estaba preparada para llevar a cabo todo aquello que les decía a las mujeres en sus artículos.

¿Cómo estaba Viena en aquel momento? ¿Ya no era el centro de Europa?

No. Viena fue uno de los grandes centros de Europa antes de la Primera Guerra Mundial. De las ruinas del Imperio austrohúngaro surgieron pequeños estados independientes, como Checoslovaquia, con la capital, Praga. Milena vivía en una Viena arruinada, empobrecida por la guerra, donde no había comida suficiente ni posibilidad de calentarte en invierno. No obstante, aún quedaba un cierto ambiente, sobre todo intelectual, que provenía de la época anterior y en el cual ella se movía. A pesar de que padecía como extranjera y aquellos seres eran bastante sarcásticos e irónicos, eran sus amigos y entendían que su vida con su marido era muy difícil, por lo que la ayudaban como podían.

¿Con qué se queda de Milena?

La calidad de su escritura es muy alta, pero destaco, sobre todo, su ausencia de miedo, su valor como resistente antinazi. Pertenecía a la resistencia y como periodista publicó artículos muy atrevidos, muy peligrosos, a pesar de que tenía una hija. Quiero decir que generalmente, en una situación así la gente piensa en los hijos y no actúa y, al mismo tiempo, los hijos se utilizan de excusa. Milena dio una lección muy grande de que incluso en unas condiciones muy adversas, cada individuo puede hacer mucho.

¿Percibió que su mundo desaparecía?

Milena siempre estuvo muy próxima a los judíos. Su primer marido y Kafka eran judíos, así como casi todos sus amigos. Estaba acostumbrada a vivir entre muchas culturas, tanto en Viena como en Praga. Era su mundo, el mundo de la Europa central de aquel entonces. Incluso después del desmoronamiento del Imperio austrohúngaro, esta cultura todavía persistía, la misma que conocemos de la literatura de Stefan Zweig. Cuando ella vio que los judíos tenían que abandonar tanto Viena como Praga, se dio cuenta de que esta cultura llegaba a su fin, de que se acababa una época y que, seguramente, el cambio la barrería y no la dejaría viva.

Hablaba de su valor. Finalmente, pagó un alto precio por ello.

Sí, la Gestapo la detuvo. Pero también tuvo valor en el campo de concentración. Era libre entre esclavas, en el sentido de que no temía a los castigos, que eran terribles. Curiosamente, como no tenía miedo, nunca la castigaron muy duramente. Murió en Ravensbrück como consecuencia de sus estancias en la cárcel, en Praga y en Dresde. En el fondo, si no hubiera estado enferma, probablemente hubiera sobrevivido en el campo de concentración. Pero murió justo un año antes de que se declarara oficialmente el final de la guerra.

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