La chica de la isla
Vive, Ama, Ríe...Lee. (Re)encontrarse entre recetas. La mallorquína Marta Simonet publica su primera novela, intimista y muy delicada
La importancia de las raíces para no perder la esencia de quién es uno. El peso de la familia en toda nuestra historia y en la forma de nuestra alma. La magnitud de nuestras emociones y el dejarlas ser y sentir. El valor de los recuerdos, que en ocasiones renacen por la boca.
Marta Simonet (Mallorca, 1983) es una comunicadora nata que soñó siempre con escribir. Ha impregnado su primera novela, Azul salado, de todo su espíritu: una mujer enamorada de la isla que la vio nacer, firmemente defensora de todo lo local, apasionada por la gastronomía, enraizada a su familia y buscadora incansable de la vida en calma.
La historia, preciosa, empieza cuando Marina, una joven mallorquina que se ha marchado a estudiar a Madrid, vuelve a la isla durante un verano por petición de su madre, aquejada de una dolencia médica que le impide manejarse bien con sus manos y no se ve capacitada de seguir regentando la Ultramarina, el negocio familiar en el que venden alimentos y también platos cocinados por ellas.
Lo que Marina, cuyo salto a la península también se debió a huir de un destino vital que no estaba segura querer, todavía no sabe es que ese será el peor y el mejor verano de su vida... y el que puede cambiar su existencia para siempre.
Entre fogones y con el libro de recetas de las mujeres de su vida, Marina hará un intenso recorrido vital introspectivo en el que conseguirá reconectar con su historia personal y encontrar, por fin, lo que más ha buscado durante toda su vida: a sí misma.
Extremadamente sensitivo, está escrito con mucho cuidado y cariño. El libro está lleno de sabores, de olores y de recuerdos, incluso puede palparse el tacto.
Azul salado huele a salitre, a la luz del amanecer, a despertar del sueño en un barco y a los últimos rayos de sol del día; sabe a ensaimadas recién hechas, a mejillones jugosos, a coques y a mermelada de berenjena; suena a sartenes y ollas crepitando sobre el fuego, a los eternos ‘clincs’ de las cucharillas removiendo el cacao en la leche, al crujir del bocado de un buen pan y a ese cucharón estirando suavemente la comida sobre un plato; se siente como el abrazo largo que das a alguien a quien quieres.
Pero lo que más se respira en Azul salado es el amor y la ternura, porque las palabras están colocadas con exquisita delicadeza, como quien cocina un plato con mucha calma. Y Mallorca, se respira mucha isla bonita. Definen a esta novela como ‘mediterránea’ y no puede haber una palabra más certera.
Azul salado
Autora: Marta simonet
Editorial: Suma de letras
Páginas: 304