La Casamurada, vivir un disco

La masía medieval en Banyeres del Penedès es hoy uno de los estudios de grabación más importantes del país

A kilómetros de distancia se divisa la originalidad de una torre de mil años de existencia que reina en un espacio de tierras interior, entre Banyeres y Llorenç del Penedès. Cualquiera, a lo lejos, imagina el atractivo del edificio sin apenas conocerlo. Un cartel delatador lo define en la puerta de entrada.

La Casamurada responde a una masía fortificada del siglo XII, la torre de defensa preside esta edificación medieval. Se ha construido con forjado de tapia, típica de la época. La masía vive rodeada por un muro de piedra. Dentro del conjunto se encuentra la casa principal, la bodega y una iglesia del siglo XVIII. Cualquier amante de historia disfruta y se recrea con un recinto de esta índole, aunque los que ahora lo veneran son los músicos, que se benefician de sus comodidades, de sus recursos y de sus instrumentos para crear arte.

En el Año 2007, Jesús Rovira, miembro y compositor de la popular banda Lax’n’busto, decidió reconvertir esta delicia familiar en un estudio de grabación, aunque con un incuestionable respeto a los elementos de la antigua edificación. Se combina la acústica de una construcción del siglo XII con la más moderna tecnología musical. El estudio se ha instalado en la antigua bodega, donde se aposenta la base de la torre de defensa. Los techos altos, las paredes de piedra, el espacio en sí, convierte la Casamurada en un proyecto singular, con una identidad y sonido muy característicos.

Jesús, junto a su pareja Eli Nolla, han dibujado un proyecto que va mucho más allá de la simple labor creativa, por eso ha llamado la atención del sector. Su idea permite a los músicos, productores y profesionales de la industria compartir la experiencia durante varios días o semanas en un paraje natural e ideal. Se alojan en habitaciones amplias y disfrutan de los pocos instantes de ocio en una terraza adecuada con piscina. El proyecto también permite que los artistas, para facilitar su inspiración, se aíslen del exterior. «Grabar en La Casamurada es vivir el disco». Así lo identifican los mismos propietarios, que además procuran que el ambiente familiar y la buena energía nunca se pierdan en el lugar. De hecho conservan una visión artesanal del negocio, prima el contenido y no la fachada. Apenas dedican un tiempo excesivo a la promoción. Prefieren que los y las artistas experimenten la vivencia y juzguen por sí mismos.

Un templo del rock nacional

Jesús y Eli conviven a diario con figuras emblemáticas de la escena actual, aunque en las distancias cortas, destacan, sobre todo, su humanidad. En la Casamurada, los problemas y las malas actitudes desaparecen. Por allí han pasado Enrique Bunbury, Luz Casal, Ariel Rot, Viva Suecia, Lori Meyers, Izal, Love Of Lesbian, con los que mantienen una relación de hermandad, Nathy Peluso, Zahara, Iván Ferreiro e infinidad de exponentes internacionales del jazz, que llegan de Francia o Inglaterra, entre otros país.

Productores como Ricky Falkner, al que ya le han dedicado su propia habitación, Santos&Fluren o el chileno, afincado en Los Ángeles, Alain Johannes frecuentan la Casamurada para laborar y compartir ideas con los músicos.

En la Casamurada, sus dos ideólogos, cuentan con el privilegio, por ejemplo, de cómo oír a Ariel Rot hacer sus pinitos al piano a altas horas de la madrugada o incluso degustar el mejor jazz internacional en directo.

El encanto de la masía también ha provocado que la portada del disco Curso de levitación intensivo de Enrique Bunbury se hiciera en una de las escaleras interiores.

El aragonés se dejó llevar por el talento de Josegirl, fotógrafa contrastada y su actual pareja. Justo en el lugar donde se realizó la fotografía ha quedado inmortalizado con un cuadro y la portada del álbum. La Casamurada se ha transformado en un referente en el país a través del boca a boca y las grandes impresiones que causa. «Es mejor de lo que pensábamos», suelen corroborar. Alejada del exceso de marketing, impulsa el ingenio y el valor humano.

La Casamurada dispone de todos los recursos para que el trabajo y el alojamiento de los músicos resulte cómodo. Muchos de ellos pasan varias semanas en la masía, alejados del ruido exterior y con el afán de crear sus nuevas obras.

El espacio dispone de dos salas de grabación. La sala grande tiene más de 100m2. Techos altos, paredes de piedra, y mucha luz natural. En este espacio reside el sonido más característico del estudio. Infinidad de posibilidades ajustables en la mayoría de formaciones. Esta sala se hace ideal para realizar grabaciones en directo.

La sala 2 es más pequeña y con tratamiento acústico. Sus dimensiones más reducidas permiten disponer de un control más cuidado sobre el sonido que se busca.

Finalmente, solo una puerta separa el estudio del alojamiento. En este espacio los artistas encuentran cocina equipada, comedor, habitaciones, billar, baños, duchas y salida al jardín. La terraza, con piscina, permite que las pocas horas de ocio resulten más amenas.