Kashgar: La joya de seda
El ‘Diari’ continúa los reportajes de grandes viajeros, todos de la Asociación de Viajeros y Escritores, con sede en Altafulla. El libro ‘Siempre nos quedará Cabinda. 26 miradas al mundo’ compendia algunos de ellos
Kashgar, una antigua ciudad oasis situada en la Región Autónoma Uigur de Xinjiang, China, es una joya oculta de la antigua Ruta de la Seda, un lugar que encapsula siglos de historia. Esta enigmática ciudad es un crisol de culturas y tradiciones, donde el pasado y el presente coexisten en una encrucijada hipnotizante. Este antiguo oasis ha sido un punto de encuentro crucial para civilizaciones de Oriente y Occidente, marcando su importancia en la histórica Ruta de la Seda.
A lo largo de los siglos, comerciantes, exploradores y viajeros de todo el mundo, han ido dejando su huella en la rica tapestría cultural de la ciudad. Nos embarcamos en un viaje en el tiempo para descubrir sus secretos, explorando su historia, su gente, sus mercados y su inigualable belleza natural. Lo mejor es lanzarse a explorar cada rincón de Kashgar, como hizo Marco Polo porque es el destino soñado para cualquier viajero. Un lugar donde aún puedes vivir las tradiciones ancestrales, palpar su rica historia y cultura, observar mercados vibrantes de otra época y disfrutar unos paisajes impresionantes.
La historia de Kashgar se remonta a más de dos milenios. Situada en el extremo occidental de China, la ciudad ha sido un importante centro comercial y cultural desde la antigüedad. Su posición estratégica en la Ruta de la Seda la convirtió en un punto de encuentro crucial entre el este y el oeste. A lo largo de los siglos, Kashgar ha sido gobernada por diversas dinastías chinas, imperios islámicos y reinos independientes, cada uno aportando sus propias influencias a la ciudad.
La ciudad antigua de Kashgar está llena de monumentos históricos que atestiguan su rica herencia. La Mezquita Id Kah, construida en el siglo XV, es una de las más grandes y antiguas de China, y su arquitectura refleja la influencia islámica que ha sido predominante en la región durante siglos. Además, el mausoleo de Abakh Khoja, una estructura del siglo XVII, es otro testimonio del legado religioso y cultural de Kashgar.
El corazón de Kashgar es su ciudad vieja, un laberinto de calles estrechas y edificios de adobe que nos transportan a otras épocas. Pasear por el casco antiguo es como retroceder en el tiempo, con sus casas tradicionales de madera, sus venerables mezquitas y sus bulliciosos mercados. La vida en la ciudad vieja sigue un ritmo diferente, más pausado y siguiendo las tradiciones ancestrales.
Una de las experiencias más fascinantes es visitar una casa tradicional uigur. Estas casas, a menudo decoradas con intrincados trabajos de madera y alfombras tejidas a mano, ofrecen una visión íntima de la vida cotidiana de los uigures. La hospitalidad de las familias locales es legendaria, y es común ser invitado a tomar un té y degustar los deliciosos manjares caseros.
Ningún viaje a Kashgar estaría completo sin una visita a sus famosos mercados. El mercado dominical de Kashgar es uno de los más grandes y antiguos de Asia Central. Cada domingo, miles de comerciantes y compradores se reúnen en este vasto mercado para intercambiar productos diversos, desde frutas y verduras frescas, hasta artesanías y textiles.
Pero la joya de la corona es el célebre mercado de animales, que se celebra en las afueras de la ciudad. Polvoriento, maloliente, lleno de pastores uigures, bullicioso, salvaje, tribal... Aquí, los pastores de la región traen sus ovejas, caballos, camellos y otros animales para vender y comprar en un espectáculo vibrante y caótico, lleno de colores, sonidos y olores que te sumergen en la esencia de la vida en la estepa.
En la soledad del viajero en medio de aquel caos, rememoré a mi mentor Marco Polo y acaricié sus salvajes camellos bactrianos del Gobi.
La cultura uigur es una parte integral de la identidad de Kashgar. Los uigures, un grupo étnico turco musulmán, han habitado esta región durante siglos. Su idioma, música, danza y cocina han dado forma a la vibrante cultura de Kashgar.
La música uigur, con sus melodías hipnotizantes y ritmos enérgicos, es una experiencia auditiva inolvidable. Instrumentos tradicionales como el rawap (una especie de laúd) y el dutar (un laúd de dos cuerdas) crean una atmósfera mágica que te transporta a otra época. Las danzas uigures acompañadas por estas melodías son cautivadoras, con sus movimientos fluidos y expresivos.
La cocina uigur es una delicia para los sentidos. El aroma a levadura del pan nan uigur con brillantes semillas de sésamo y los fideos laghman agridulces servidos con tazas humeantes de agua caliente dejaron un sabor perfumado en mi boca. El olor ahumado de las brochetas de cordero y el helado de sandía dulce y picante fueron como una extensión sensorial de mi viaje por la Ruta de la Seda.
Kashgar no solo es rica en historia y cultura, sino que también está rodeada de impresionantes paisajes naturales. La ciudad se encuentra en el borde del desierto de Taklamakán. Las dunas de arena dorada se extienden hasta donde alcanza la vista, creando un paisaje de belleza austera y majestuosa.
Al norte de Kashgar, las montañas Tian Shan se alzan imponentes, ofreciendo un contraste impresionante con el desierto. Sus picos nevados y verdes valles, son un paraíso del senderismo y la aventura.
El Lago Karakul, situado a los pies del monte Muztagh Ata, es una joya escondida con sus aguas cristalinas reflejando las montañas. Solo esperaba que aparecieran en el horizonte los caballos celestiales de Fergana. Una belleza indescriptible.