Juan Dávila: «El dinero y el éxito tienen fecha de caducidad; hacer el bien, no»
El actor y showman actúa mañana de Carnaval en el Palau Firal i de Congressos de Tarragona, a las 18 horas, con todo vendido. Juan Dávila es, sin duda, el genio de la improvisación
Desde hoy y hasta julio tiene casi 50 bolos, de momento, y en todos ha colgado ya el cartel de sold out. Sin duda, el actor, showman y cómico madrileño Juan Dávila, es el fenómeno social del momento y nadie, sea la edad que sea, se quiere quedar sin verlo. Desde hace un año gira por el mundo con La Capital del Pecado 2.0 donde un personaje un tanto Joker y diabólico interactúa desde el minuto cero con un público que siempre va con ganas de pasar un buen rato. A los 33 años colgó su uniforme de policía para subirse a los escenarios y hacer reír. Ahora llena los teatros, pero también tuvo que aprender a vender pocas entradas y actuar para poco público. Lo que está claro es que ahora mismo es el genio de la improvisación.
¿Estará contento con todo vendidísmo y gente buscando entradas como loca?
La verdad es que estoy muy feliz porque me siento muy afortunado de seguir en este mundo, que no es fácil, después de 10 años. No nos olvidemos que yo actuaba para 20 personas y que, gracias a seguir luchando, con La Capital del Pecado estamos llenando teatros grandes. Ni nosotros mismos sabemos la fórmula del éxito.
¿Puede que su naturalidad y el hecho de actuar sin filtros sea lo que la gente agradece?
Yo creo que es un cúmulo de cosas y esas que has dicho, forman parte. Hacemos un show muy verdadero; todo lo contrario, a lo que pasa en las redes sociales y todos sus filtros y postureo habitual. Lo nuestro es espontáneo, auténtico y natural. La gente se ha cansado de ir al teatro a que le cuentes tu vida y tus dramas y con este espectáculo recibimos cada día mensajes de gente agradecida por el rato que ha pasado, porque desde el humor y respeto, tratamos a todo el mundo igual.
¿Se puede hacer humor de todo o hay una línea muy fina con lo que puede ser de mal gusto?
Claro, pero si no la pasas, mola mucho. Alguien que tiene una discapacidad o una enfermedad, por ejemplo, si ellos se pueden reír contigo, es maravilloso. En el show, normalizamos estas cosas, y el que las sufre se ríe más que nadie porque le tratas igual que al resto de la humanidad. Quédate con esto, es un espectáculo liberador para mí y para toda la gente que viene a vivirlo.
Con liberador quiere decir que uno se quita lastres y se va feliz de la vida para casa?
Eso, y del bien que hace este show a muchas personas que lo están pasando mal. Es lo que más me gusta de subirme cada noche al escenario; el beneficio social que supone. Llega un punto en el que el dinero y el éxito tienen fecha de caducidad; el bien que haces, no. Lo que queda, es la parte humana y que la gente te dé las gracias por haberle hecho feliz ese rato.
Cada cosa que usted publica la ven más de dos millones de personas en un momento. ¿Eso no le quita intimidad o estar demasiado expuesto?
Fliparías con la cantidad de gente que intenta arrimarse ahora que la cosa tira para sacar beneficio. ¡Mira, ya me has calentado! (se ríe); no hay día que no me escriba alguien, que no veo desde hace años, para pedirme entradas o cualquier cosa random. Cuando había veinte personas de público, nadie se acordaba de “nuestra amistad” y ahora pretenden no pagar la entrada. De momento, lo de la intimidad lo llevo bien.
Llenar todas las noches, ser el cómico que todo el mundo quiere y estar tan de moda tiene que ser muy bonito; pero ¿qué echa de menos en esta vorágine?
Bueno, la verdad es que son muchos shows seguidos con una parte de improvisación muy grande y es un tanto agotador. En fin de semana voy a show por día, incluso hacemos doblete, con un público que llega a tope de ganas y totalmente diferente en cada ciudad, y claro, es agotador. Pero también soy muy consciente de lo mucho que ha costado y que hay que estar preparado para tiempos no tan buenos.
Usted hizo la intentona de volver al cuerpo de policía, pero mientras subía las escaleras de comisaría algo le hizo echarse atrás. ¿Qué pasó para volver al humor no habiendo triunfado?
Pues mira, algo tan simple como escuchar al cuerpo, porque el cuerpo nos habla y hay que escucharlo. Noté algo que me provocó cierto malestar y desgana y entonces me dije a mi mismo: voy a jugármela un poco más
Y entonces, cuando llegó a su casa y le dijo a su gente que dejaba un puesto fijo para hacer humor, ¿qué le dijeron?
Yo tampoco tenía muy claro lo qué había hecho, pero hecho estaba. No tenía nada de trabajo, tuve miedo a defraudar a la gente, todo el mundo me juzgaba y me decía que ya no tenía edad y que no hiciera esa tontería. ¡Pero mira, aquí estamos, pecando!
Un buen ejemplo para demostrar que hay que luchar por los sueños y que sí se puede.
Bueno, ahora que soy un poco más consciente digo: ¡madre mía qué mundo este! Conozco bien la profesión desde dentro y no es nada fácil y cuando la gente tiene un trabajo seguro, le cuesta arriesgarse y lo puedo entender, aunque yo hiciera todo lo contrario.
A parte de seguir de gira, ¿tiene algún plan que no sea trabajar en un futuro próximo?
De momento, no puedo parar pero ya te digo ahora que para diciembre me gustaría mucho hacer un viajecito por Sudamérica, ¡tengo muchas ganas!.