Joel reyes: «Perder enseña más que ganar»
El artista reusense, afincado en Madrid, cierra este domingo en Tarragona la gira de su disco ‘El blues del perdedor (20/30/50)’ rodeado de músicos amigos
Joel Reyes (Reus, 1971) despide este domingo la gira de su disco El blues del perdedor (20/30/50) tras un año y medio dando vueltas por toda España. Será en la Sala Zero de Tarragona (apertura de puertas a las 18.00 horas) y estará acompañado por músicos amigos con los que ha compartido vivencias desde que dio el salto a Madrid hace más de dos décadas ya.
Llega el fin de gira de ‘El blues del perdedor’. ¿Cómo ha sido el trayecto con este disco tanto a nivel personal como profesional?
Ha sido un disco muy importante para mí desde muchos puntos de vista. He sentido el reconocimiento a una carrera sin demasiados aspavientos pero que siento coherente y consolidada. Jamás pensé que cumpliría 30 años en esto y que conseguiría muchas de las cosas que he conseguido.
He sentido el cariño de mi gente y de la prensa especializada y ha sido como una especie de ajuste de cuentas conmigo mismo, un mirarme al espejo y decirme: «¿ves?, ¡tenía sentido!».
Al final, los que nos dedicamos a esto solemos ser bastante atormentados en lo que a la vivencia de nuestro recorrido profesional se refiere, o al menos yo. Este disco le ha sentado muy bien al ‘dramas’ que llevo dentro.
¿Con qué aprendizaje se queda?
Con esa sensación de haber construido mi pequeño universo musical ajeno a la industria y a las tendencias. Creo haber encontrado mi sitio y mi lenguaje. Me he reafirmado en que lo más importante es entender el oficio como tal y disfrutar de lo mucho que me ha dado a nivel vital.
El artista debe abstraerse de las cifras y centrarse en llegar a la mejor obra de la que sea capaz en cada momento, aunque no sea fácil entre tanto ruido de fondo. Es cierto que estaría muy bien poder vivir de mi obra y pagar las facturas con ella, pero he aprendido a valorar mi suerte por poder vivir de la música y continuar componiendo y echando a volar canciones.
El título del álbum llama al pesimismo, pero usted es un tipo alegre y atrevido.
Ese título tiene un algo de ironía y de realidad. Yo no me siento un perdedor en esto de la música; he conseguido mucho más de lo que pensaba cuando empecé, sobre todo siento que he escrito algunas canciones de las que estoy orgulloso, pero a la vez, sé que, para una sociedad basada en la dicotomía éxito-fracaso no soy lo que se dice un ganador, ni falta que hace. Como me dijo una vez Jorge Marazu, por boca de su padre: «No todos pueden vivir en la plaza del pueblo». Vivo feliz en las afueras. Siempre he sentido simpatía por los perdedores. Perder enseña mucho más que ganar.
¿Has conseguido los objetivos que se marcó con la salida de este disco?
Mis objetivos eran más emocionales que musicales o profesionales. Para mí era una forma de dar valor a todo este camino y recopilar algunas de las que considero mis canciones más significativas, también hacerme un regalo editando por primera vez en formato vinilo.
Comercialmente era una apuesta suicida, pero nunca me he caracterizado por ser práctico, sino por seguir mis emociones.
¿En qué punto está ahora?
Mi chica siempre me dice que soy un agonías y que no entiende que tenga que sacar ya un nuevo trabajo y yo la entiendo a ella, pero la música es mi catarsis y los cimientos que sujetan la difícil estructura de mi equilibrio mental.
Tengo un disco muy avanzado que me ilusiona y, aunque la campaña de crowdfunding que lancé para financiarlo no ha llegado a buen puerto, ese disco verá la luz más pronto que tarde. Se titulará Ni permiso, ni perdón y será bastante más rockero que mis trabajos anteriores en solitario.
El domingo sonará por primera vez en directo Días de mierda, su primer adelanto. Como digo en una de mis canciones: «No sé bajarme de esta noria».
En el concierto del domingo se volverá a rodear de amigos.
En esta ocasión he querido mirar 20 años atrás, en el que fue mi tránsito a Madrid y las personas que fueron muletas importantes en ese salto al vacío: Paco Enlaluna, Ángel Vargas y Quique Germán, otras que siempre estuvieron ahí desde mis inicios como Afrika Güonder, Domingo García o Erik López, pero también algunos artistas que han ido apareciendo en mi camino, como Lynne Martin, Chloe Ly y Xavi Moreno.
El único que repite es mi ‘hermano de vida’, Ramonet Reche, además de The Young Ones, es decir, Albert Paredes, Ángel Alonso, Joan Claver y Miguel Zanón. Uno de los regalos más valiosos de todo este tiempo ha sido poder conocer y compartir música y vida con tantas personas tan valiosas en lo musical como en lo personal.