El Reencuentro de Tarragona, vida y gastronomía
Apenas asomas la nariz te envuelve una sensación de bienestar y calidez, no es un espacio donde solo se dedican a poner platos en la mesa
NPC. Iniciales que en los videojuegos hacen referencia a los Non Playable Character, o sea a aquellos personajes no jugables dentro de los juegos. Estas siglas se han puesto de moda en la jerga de la generación de los nacidos en el nuevo siglo para definir a aquellas personas que en su día a día no aportan absolutamente nada y pasan por la existencia sin pena ni gloria, sin destacar en lo más mínimo.
Vamos un sin ‘chicha ni limoná’ para los nacidos en la anterior centuria. Restaurantes NPC. Lo mismo pero aplicado a la gastronomía. Locales que no despiertan la más mínima emoción en la clientela.
¿Y a qué viene todo este rollo? Pues viene a que quiero sacar a relucir y a poner en valor la antítesis de estos. Quiero hablar de un restaurante en el que apenas asomas la nariz te envuelve una sensación de bienestar y calidez, donde al entrar ya sabes que no es un espacio en el que únicamente se dedican a poner platos en la mesa. Un lugar con algo más, un lugar con alma.
Estamos en el Reencuentro, en la calle Major de Tarragona, bajo la atenta mirada de la catedral.
Detrás de un sitio especial sin duda tiene que haber una historia a la par, y esta la protagonizan Azucena Canalejo y Guillermo Burriel. Un matrimonio que, después de casi treinta años dedicados exclusivamente a la hostelería en la capital de España a un ritmo vertiginoso y más estresados que el fontanero del Titanic, deciden tirar de freno de mano y bajar de revoluciones.
Los que nos dedicamos a la restauración sabemos lo que es no tener tiempo para ver crecer a nuestros hijos. El volumen de trabajo más elevado en psicología sin duda debe ser el de los vástagos de hosteleros con el síndrome del padre ausente. A lo que íbamos. De Madrid al cielo, o mejor dicho: de Madrid a Tarragona.
Buscando un emplazamiento donde la vida se tome con más calma, Azucena y Guillermo abrieron el Reencuentro, y no han precisado mucho más de un año para conquistar el corazón de toda la Part Alta. El Reencuentro es un lugar en el que palabras de Azucena: «Nos hemos reencontrado como familia».
Esta felicidad es palpable en el ambiente, el servicio es cercano y amable, llevando en volandas al cliente en todo momento.
¿En cuanto a cocina qué? Capitaneada por Guillermo nos brinda una carta basada en productos de proximidad y elaboraciones caseras. Las tapas tienen un peso importante exponiendo un surtido que sin duda invita a compartir platos.
Croquetas de jamón ibérico caseras, torreznos de Soria sobre parmentier de patata y zanahoria, alcachofas confitadas a baja temperatura, y no nos olvidemos de la tortilla de patata y cebolla caramelizada con un toque de trufa negra que sin duda es una auténtica delícia.
Carnes de origen gallego, pescados y un arroz con gambones para disfrutar. Todo a un precio más que razonable. Resaltar también que se dispone de un menú diario por quince euros que cambian semanalmente que incluye la bebida, el postre y el café. No se puede pedir más.