Diez platos de Tarragona que no te puedes perder
La provincia goza de productos autóctonos muy especiales y únicos, que son la base de propuestas culinarias deliciosas y que otorgan a la restauración un sabor inmejorable
¿Hay algo que nos una más como país que una buena mesa? Y es que, además de llevarnos al disfrute, también es una de nuestras mayores riquezas, que despierta admiración a lo ancho y largo del planeta.
¿Quién se resiste a un sabroso plato de arroz? ¿O a una buena pieza de pescado fresco? Nuestros productos son únicos y la suerte es que cada territorio los elabora en platos con mucha personalidad. Conozcan algunos de los más aplaudidos de la Costa Daurada y las Terres de l’Ebre.
Rossejat
Uno de los platos que más orgullo despierta en la zona es el tradicional rossejat. De humilde origen, es típico de los pescadores, quienes lo preparan en alta mar para aprovechar parte de la pesca. Se trata de una de las recetas más clásicas de Calafell (Baix Penedès) y de l’Ametlla de Mar (Baix Ebre), que combina dos platos en uno: por un lado, unas patatas con rape, y, por otra, arroz (o fideos, siempre del número 2), bien dorados en aceite de oliva y al que posteriormente se le añade el caldo de pescado, que en Catalunya recibe el nombre de brou de peix. El arroz es la clave, siempre de la DOP del Delta de l’Ebre, que goza de siete variedades magníficas: bahía, bomba, marisma, fonsa, gleva, montsianell, sènia y tebre.
Suquet calero
Otro de los platos que no puede faltar en la gastronomía de la provincia es un buen suquet de pescado, que vendría a traducirse como un guiso. El calero es el que tradicionalmente hacían algunos pescadores en las calas y en algunas localidades aún se celebran concursos para encontrar el mejor.
Uno de los productos protagonista suele ser la galera, un crustáceo de carne fibrosa que aporta mucho sabor a las elaboraciones. Es tan querido en las zonas del sur de la demarcación, que incluso le dedican unas jornadas entre febrero y marzo, donde los restaurantes de distintos municipios se unen para ofrecer exquisitos menús gastronómicos con este producto marino como protagonista.
Calçots en tempura
Uno de los emblemas de la provincia. Esta cebolleta blanca, alargada, tierna y dulce goza de una indicación geográfica protegida (IGP Calçot de Valls) y su particular y agradable sabor le otorga mucha versatilidad en la cocina.
Aunque la forma más original y autóctona para comerlos es en la popular calçotada, esta sólo se realiza en los meses de invierno. No obstante, puede ser el protagonista del plato cocinándolo salteado o al horno, acompañado del tradicional romesco, o bien rebozado o en tempura donde gana mucha untuosidad. Además, puede ser la base de sofritos o el acompañante perfecto de carnes y pescados.
Romescada
La romescada de pescado es un plato presente en la cocina catalana de forma histórica. Habitualmente se utiliza la merluza y tiene un estilo que nos recuerda a un suquet, pero en el que la responsable de ligar todos los ingredientes es la salsa de romesco. Elaborado principalmente con ñoras, tomates, ajos y avellanas tostadas, el romesco es una de esas cosas que una vez se prueba es difícil de olvidar. De hecho, se dice que el origen del xató, un plato compuesto por escarola, bacalao y esta salsa, es El Vendrell. Para prepararlo, resulta interesante usar avellanas de Reus, célebres en todo el globo. Con denominación de origen protegida, destaca su redondez tanto en forma como en sabor, que atiende a notas dulces y carnosas.
Morrillo de atún
Quizá el gran desconocido todavía, pero una vez se prueba, no hay vuelta atrás. Criados en las profundidades del Mediterráneo en una zona específica del Delta de l’Ebre, en l’Ametlla de Mar, los atunes rojos son una especie muy valorada por su sabor delicado y a la par intenso, su untuosidad que envuelve todo el paladar y su textura firmemente mantecosa. Además, aporta múltiples propiedades y vitaminas al organismo.
En la mayoría de restaurantes tradicionales lo preparan guisado, pero realmente es un pescado ideal para consumirlo crudo, siempre cortado en finas láminas. El morrillo de atún, que es la pieza que se extrae de la parte superior de la cabeza, cocinado a la brasa, es auténtica mantequilla.
Risotto de alcachofas, setas y trufa
El risotto se presenta como una propuesta algo distinta, pero bien generoso porque ayuda a dar el protagonismo a los ingredientes que lo acompañan. Si el arroz es uno de los emblemas del Delta de l’Ebre, la alcachofa no se queda atrás, dada su adaptabilidad a los suelos salinos. Amposta y l’Aldea son dos de las poblaciones que más concentran su producción. Gustosa, prieta y con pocos ‘pelos’ en el interior.
La trufa es el otro rey de la cocina. La que crece en la Conca de Barberà es una de las mejores valoradas, e incluso hay un turismo dirigido sólo a su búsqueda. Potente, intensa y con mucho carácter, es oro puro de la tierra.
Carpaccio de gamba o de langostino
De esos manjares que uno nunca olvida, el marisco tiene un lugar asegurado. A la plancha, a la brasa, en carpaccio, acompañando a arroces y fideuàs, en crudo... sus opciones son infinitas.
De coraza más blanca, el langostino de la Ràpita es uno de los mejor valorados del país por vivir en la desembocadura del Ebro, su palabilidad, textura robusta y porque es muy gustoso. La propuesta estrella en la zona es prepararlo tostado.
Ya apreciada en época romana, la gamba de Tarragona es roja, intensa, suculenta y gusta servirla a la plancha con sal o flambeada.
Pataco
Este es otro de los platos ancestrales que en su origen se preparaban para recuperarse de las agotadoras jornadas en el campo. Los campesinos lo elaboraban exclusivamente con atún y patata, aunque en algunas zonas apostaron por añadir también calabacín.
Esta propuesta de las zonas interiores de la demarcación no sería lo mismo sin uno de sus producto estrella: la patata de Prades. Blanca en su corazón, su avalada reputación nace de su textura harinosa y su sabor, dulce, persistente y con un ligero recuerdo a castañas. Desde 2001 luce con orgullo el sello de Indicación Geográfica Protegida (IGP), que no hace sino reafirmar su prestigio.
Esmarris
Los pescadores que no podían vender determinadas piezas de pescado azul, sobre todo sardinas y anchoas, empezaron a darles otras elaboraciones más allá del clásico a la plancha con ajo y perejil o en la clotxa, un pan de payés que se rellena con sardinas, ajos, tomates y cebollas asados.
El esmarris es un plato típico de la provincia, particularmente de zonas del Tarragonès. En una cazuela de barro se añaden unas ñoras, canela y laurel a un sofrito al que se le suma el agua. Cuando ésta hierve, se le añade el pescado azul. El que se pesca en la zona de Tarragona goza de mucho prestigio, denominado de clase extra por su carne consistente, su tamaño controlado y su elegante sabor.
Solomillo de cabra (dels Ports) con boniato
Uno de los últimos productos que trae de cabeza a los mejores chefs de la zona, que llevan años haciendo distintas pruebas queriendo poner en boga su valor, es la carne de la cabra dels Ports. Un animal salvaje que vive en parajes únicos de forma libre.
Resulta una carne de caza sorprendente por su potencia y profundidad en boca que a buen seguro conquistará a los paladares más distinguidos. Una carne de proximidad singular, que disfruta de una libertad absoluta, que a su vez resulta una propuesta saludable y que también representa la buena mesa.