Gonzalo Giner: «Si entendemos a las mascotas las haremos más felices»

Veterinario y escritor, recopila en ‘Entre amigos’ aventuras y anécdotas sobre animales y sus propietarios, en un relato divertido a la vez que incide en la tenencia responsable de los peludos

Un gato con dos propietarias sin ellas tener constancia; otro felino con un comportamiento errático tras ingerir marihuana por error; dueños que se comportan peor que sus mascotas; canes que bajo ningún concepto pisarán la rejilla del alcantarillado... Gonzalo Giner, escritor y veterinario, recopila en Entre amigos (Editorial Planeta), divertidas historias y anécdotas, «un regalo para pasarlo bien en estos tiempos que vivimos», como asegura él mismo. No obstante, también con la intención de animar a los propietarios a que permanezcan atentos al comportamiento de sus peludos para descifrar qué pretenden comunicarles. Otros libros de Giner son El sanador de caballos o El jinete del silencio.

¿Subestimamos las capacidades de las mascotas?

Completamente. A través de muchas anécdotas de este libro nos damos cuenta de que pueden llegar a convertirse en héroes. Sin embargo, muchas veces no entendemos el cariño que nos manifiestan y la comunicación que tienen con nosotros. No comprendemos los mensajes que nos mandan.

¿Podría poner algún ejemplo?

Uno clásico es cuando una persona llega a una casa en la que no conoce al perro. Si este se le acerca y le pone las patas delanteras en el pecho, los dueños interpretan que le está recibiendo, que le da besos. Pues no. En realidad, le está diciendo que el dueño del lugar es él. Otra es cuando un perro bosteza y bajo nuestra manera de entender las cosas, es que está cansado o aburrido. Pues tampoco. Está diciendo que está estresado.

¿En serio?

Sí. Y a veces se estresan, por ejemplo, por un exceso de caricias. Lo que quieren es que les dejen en paz. Como humanos, intentamos darles todo lo mejor, pero hay un factor que a veces se nos olvida y es que son animales. Quiero decir que también necesitan ser capaces de expresar su esencia innata. Si tenemos un beagle, que es rastreador, será feliz en el campo persiguiendo el rastro de un conejo, aunque nunca atrape uno. O a un Golden retriever, que es un perro de aguas, habrá que llevarlo alguna vez a un arroyo o a la playa.

Usted dice que no se humanicen.

Sí. Pero con esto no critico a nadie, aunque sí que invito a reflexionar. Hay mil libros para poder leer o se puede preguntar al veterinario porque, al final, no hay tantas expresiones, unas cuarenta, como máximo. Y con ellas nos explican qué les ocurre.

¿A los gatos les gusta la marihuana?

Pues sí.

¿Y qué hacen cuando la ingieren?

Es una de las anécdotas de Entre amigos. Y es curioso porque los gatos suelen ser animales sofisticados y muy suyos a la hora de los gustos y los olores. Pero parece ser que la marihuana les encaja muy bien. En este caso en concreto, lo llevaron a la clínica a raíz de un comportamiento extraño. Y a partir de las preguntas, la facultativa llegó a la conclusión de que había comido marihuana. Pero con esto no estoy proponiendo nada a nadie...

¿Es cierto que los dueños se parecen a sus mascotas?

No hay más que verlo por la calle. En cualquier caso, la convivencia entre humanos y mascotas es lo que cuenta, no tanto el parecido. Pero es que somos la pera, hacemos cosas muy raras.

Cuente...

Otra de las anécdotas explica que en un momento determinado el veterinario aconseja que antes de darle la comida, en este caso pollo, lo meta en el congelador porque existe la sospecha de un parásito. Y el propietario se queja de que el animal no se lo come congelado. Es decir, no se le ocurre descongelarlo. Cosas de estas las hay a montones. Algunas más graciosas y otras, más dolorosas.

¿Por ejemplo?

El caso de la comunicación entre dos perros gemelos cuando no están físicamente juntos. El fallecimiento de uno, en una clínica, provoca una reacción en el otro en el mismo momento de la muerte.

¿Cómo son de importantes las mascotas en la soledad o en la enfermedad?

El efecto terapéutico y emocional que nos regalan es espectacular. Además, cada vez más personas conviven con mascotas, tanto es así que el último dato que consulté era de 21 millones de animales de compañía, prácticamente uno por cada dos personas. Esto es síntoma de que realmente estamos muy vinculados afectivamente con ellos y que forman parte de nuestras vidas. No obstante, a veces no sabemos gestionar nuestras propias emociones. Este es uno de los grandes problemas que tiene la profesión veterinaria actual porque no solo tenemos que empatizar con el animal, sino también con el dueño y a veces nos vienen muy descontrolados, lo que, a su vez, provoca estrés en el veterinario. En los extremos, a veces se intercambian un poco los papeles entre dueño y mascota.

Antes ha hecho referencia a comportamientos heroicos, ¿recuerda alguno?

Sí. Es la historia de una familia en la que falleció la madre y a consecuencia de esto la hija dejó de hablar. Como terapia, al padre le recomendaron que comprara un perro, por lo que adquirió un pastor alemán, aunque la niña lo obvió durante mucho tiempo. Ambos fueron creciendo hasta que la niña, ya adolescente, decidió suicidarse. Se subió a la azotea, de tal manera que cuando estaba a punto de saltar, el perro reaccionó, la apartó y en su lugar, cayó él al vacío. La reacción de la niña fue pedir auxilio y gritar.

¿Acabó bien?

Consiguieron sacar al animal adelante y la niña también mejoró. Me lo explicó el veterinario que atendió el caso y cada vez que lo cuento se me pone la piel de gallina.

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