Reseñas: Libros que no te puedes perder
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Terrorífica caridad
Altar, protagonista de la fascinante novela de Catherine Lacey no sabemos si es un chico o una chica, desconocemos su edad como también su nombre real, ignoramos de dónde viene y quienes son sus padres. Y quizá, ella tampoco lo sabe, aunque no parece importarle. Solo conocemos de su hábito de dormir en las iglesias, espacios en los que encuentra la paz y la soledad necesarias para descansar durante las noches. Sin embargo, al despertarse una mañana de domingo junto al altar de una iglesia, descubre que no está sola. La iglesia está llena de gente celebrando un extraño ritual que no consigue descifrar. Cuando éste termina, una de las familias que estaba ahí congregada se lleva a Altar –nombre con el que será bautizado aquel misterioso ser– a su casa. Bajo el aparente gesto caritativo hacia aquella persona, a priori desvalida y marginada, se esconde un terrorífico proceso de domesticación-conversión del otro, que convierten “Altar” de Lacey en un interesante espejo de la contemporaneidad.
Todo empieza con la imposibilidad de la propia familia de acogida de obtener algún tipo de información sobre Altar, tanto de su pasado como de la anatomía de su propio cuerpo. Ante el silencio de ella, que hasta aquel día había vivido libremente, se empieza a generar una cierta situación de angustia y tensión en el seno tanto de la familia como de la comunidad a la que pertenecen. Los distintos interrogatorios y pruebas médicas a la que tratan de someterla se realizan bajo el pretexto de la protección caritativa propia de la religión cristiana. Sin embargo, a medida que avanza el relato nos damos cuenta que aquellas “amables” pesquisas responden más bien al miedo surgido de la imposibilidad de atribuir una determinada imagen identitaria y racial a un cuerpo. El punto de partida de Lacey, pues, está profundamente ligado a las cuestiones que vertebran el pensamiento contemporáneo: ¿el cuerpo construye la identidad de género?, ¿cómo se define una determinada imagen racial y qué implicaciones tiene?
En paralelo, “Altar” de Catherine Lacey entronca con aquellos relatos de terror clásico basados en la llegada de un extraño en una comunidad que vive, aparentemente, de forma pacífica bajo unas determinadas leyes y códigos de comportamiento. Como ocurre en estos argumentos, con la llegada de esta figura externa a la colectividad se ponen en evidencia y se cuestionan los valores que hasta aquel momento habían imperado. Altar, pues, convertida en una especie de figura mesiánica que revelará las miserias morales y los prejuicios de aquella gente. Prejuicios que revelan cómo la indefinición de un cuerpo todavía provoca seísmos morales en los sectores más conservadores de la sociedad.
Altar
Autora: Catherine Lacey
Editorial: Alfaguara
Precio: 19,90€
Jhumpa Lahiri explora el desarraigo
La escritora de origen bengalí, nacida en Reino Unido, criada en Estados Unidos y desde 2014 instalada en Roma, Jhumpa Lahiri (1967), tiene una sólida obra en inglés (El intérprete del dolor, Tierra desacostumbrada, entre otros). Hace unos años tomó la decisión de cambiar de lengua, mudarse del inglés al italiano: “tenía la necesidad de moverme a un nuevo espacio, una nueva perspectiva, quería cambiar mi lenguaje. Incluso en inglés quería cambiar la manera en que estaba escribiendo: quería escribir de un modo más directo y esencial”, explicaba en una entrevista. Escritos originalmente en italiano están En otras palabras, un ensayo donde recordaba a otros escritores que cambiaron de lengua, Donde me encuentro, una novela que transcurría en Roma, y se acaba de publicar en español Cuentos romanos (con guiño en el título a Moravia y a la ciudad donde transcurren la mayoría de los relatos, además de ser la ciudad donde probablemente los haya escrito). Lahiri ha cambiado de lengua y de estilo –el de ahora es más directo, con menos palabras–, pero los temas siguen siendo los mismos: “Alienación, soledad y simplemente encontrarse a uno mismo o no en un lugar y la tensión entre la gente y los lugares, los lazos entre los lugares y las personas”, explicaba Lahiri cuando apareció Donde me encuentro.
El volumen de relatos tiene tres partes, en la central solo hay un cuento, “La escalinata”, en el que lo importante es precisamente el lugar, esa escalera que recorren diferentes personajes que interesan solo mientras están en la escalinata. Antes hay cuatro cuentos, entre los que destaca “Las fiestas de P.”, y por detrás, otros cuatro. Quizá el más redondo sea el que cierra el volumen, “Dante Alighieri”.
Muchos de los personajes de estos cuentos están fuera de su lugar de origen, algunos por voluntad y otros por necesidad, lo que genera tensiones de diferente intensidad y naturaleza, además de que le permite a Lahiri explorar el racismo, el miedo al otro, al diferente, y las diversas maneras de relacionarse con Roma. Algunos relatos toman el punto de vista del inmigrante: Lahiri evita el sentimentalismo con la contención en el estilo, pero sin dejar de mostrar las circunstancias desgraciadas. Hay también turistas, expatriados por placer o trabajo, aunque con las necesidades cubiertas, ellos tampoco se libran del racismo.
“Dante Alighieri” es el cuento más logrado del volumen en cuanto a exploración de la vida, con su repaso y balance: la protagonista está a la mitad del camino de la vida y mira hacia atrás, se acuerda de un primer amor. Que no llegara a consumarse ni con un beso no quiere decir que no le marcara, que no le diera el impulso que necesitaba para enfrentarse a la vida.
Sin llegar a la complejidad de los frescos humanos de algunos de sus libros anteriores, Jhumpa Lahiri ha emprendido un camino en el que todo es nuevo y conocido a la vez, aún no ha alcanzado la excelencia, pero lo hará.
Cuentos romanos
Autora: Jhumpa Lahiri
Traducción: Carlos Gumpert
Editorial: Madrid, Lumen, 2023, 216 pp.
Lo íntimo, lo público, lo político
W. N. P. Barbellion, seudónimo de Bruce Frederick Cummings, anotó en su diario el 19 de noviembre de 1914: “Las diversas alteraciones nerviosas que padezco adoptan diferentes formas. (...) Este aislamiento celeste me hará perder la razón.” La incomunicación de la que habló Barbellion hace de la escritura un deseo incandescente. Sobre todo, si se debe a una enfermedad azuzada por medio de las palabras. También si la privación del lenguaje oculta un trastorno en la psique. Así Mar García Puig (Barcelona, 1977) en La historia de los vertebrados, su primer libro, donde articula un tratado sobre la melancolía desde el punto de vista de una mujer contemporánea. El texto de la editora y política catalana, híbrido de crónica y diario de campo, aborda la imposibilidad de interlocución cuando se habita ese retiro azulado de los nervios.
En España no prestamos atención a los libros, a lo que en ellos se dice, y existe desmesura a la hora de enjuiciarlos. O nos pasamos de frenada o no damos ni una. Tal es el caso del libro de García Puig. Su origen reside en un doble acontecimiento. Por un lado, el hecho de obtener como diputada en el congreso un escaño en 2016; por el otro, el dar a luz a mellizos, y todo en el mismo día. Sin embargo, no es por esto último que el libro merezca un comentario independiente. La historia de los vertebrados, publicada igualmente en catalán de la mano de La Magrana, tal vez interpele a su posible lector por los motivos equivocados. Me entristece pensar que quien se acerque a él anhele encontrar un retrato vivo, actual sobre la maternidad y la ansiedad postparto porque es sin duda un anecdotario literario y científico de cosas bellas, y otras no tanto, igualmente interesantes, dolorosas. Por eso hemos de leer con detenimiento o bien por medio de los referentes culturales que la autora invoca, Montserrat Roig, Giovanni Pico della Mirandola, John Donne, Sharon Olds, o bien a través de las distintas conclusiones vitales cuyas apariciones la escritura como terapia favorece: “necesitar saber es una condena que a veces destruye vidas”, “el malestar avanza sin tregua”, “tengo el arcoíris frente a mí y solo pienso en la muerte” o “el rostro de la madre es el rostro del mundo”. También este fragmento que retira la oscuridad de la tierra antigua del corazón: “la ansiedad bloquea el impulso de escribir que me sobreviene a veces. Pero es cierto que los momentos de concentración que le arranco a mi estado, los aprovecho para encontrarme con mis antepasados locos. En una especie de ouija literaria, resucitan ante mí a través de sus diarios, poemas y cartas y consiguen hacerme más compañía que todos los trabajadores de Pzifer unidos”.
La labor de nuestra escritora es un quehacer arqueológico, no exento de humor y de lucha por el amor propio y la conciencia del ser “funcional”; un hablar sobre qué sucede al cuerpo de las mujeres cuando su intimidad pasa a ocupar la plaza pública, tan sumamente transitada y a veces insoportable de la política.
La historia de los vertebrados
Autora: Mar García Puig
Editorial: Random house
Mitologías de Wall Street
“Fortuna” de Hernán Díaz es un brillante rompecabezas literario que tiene el relato del capitalismo como base, tanto en su despliegue en forma de mito como en su cuestionamiento. La primera parte de la novela la compone otra novela ficticia titulada “Obligaciones” que narra la épica vida de Benjamin Rask, un inversor de bolsa de principios del siglo XX que fue una leyenda en los círculos financieros de Nueva York por su audacia e instinto en las inversiones más inesperadas como también por ser el único que salió indemne del crac del 29, sacando suculentos beneficios de aquella crisis. El relato de las andanzas financieras del enigmático personaje –esquivo ante la opinión pública de la época– se alterna con la fría y distante historia de amor que vivió junto a su mujer Helen Breevort, una sensibilidad artística que pondrá la enorme fortuna de su marido al servicio de múltiples acciones filantrópicas. Sin embargo, una enfermedad mental y su prematura muerte llenarán de tristeza y desazón a Rask, que siguió acumulando una ingente fortuna que, irónicamente, no le permitió conservar el bien más preciado de su vida. La argucia literaria que lleva a cabo Hernán Díaz se inicia con la segunda parte del libro donde encontramos un manuscrito inacabado –con capítulos esbozados o sin escribir– titulado “Mi vida” en la que un exitoso inversor de bolsa llamado Andrew Bevel trata de narrar su vida a imagen y semejanza de la de Benjamin Rask. Algunos pasajes son una mímesis o reescritura de las vivencias de Rask de forma que el relato de Bevel parece reproducir una cierta estereotipación tanto en el discurso como en las hazañas capitalistas, situando nuevamente el crac del 29 como el gran clímax de la narración. ¿Qué relato es el verdadero? El artefacto literario compuesto por Díaz da una última vuelta de tuerca en la tercera parte del libro cuando nos encontramos con “Recuerdos de unas memorias” de la escritora Ida Partenza en la que narra el encargo de terminar de escribir el libro de Bevel. La puesta en abismo llevada a cabo no solo es un relato del capitalismo sino también una reflexión sobre cómo se construye este relato.
El juego de espejos que plantea “Fortuna”, paradigmático del postmodernismo literario, enlaza, por un lado, con la tradición de aquellas ficciones –tanto literarias como audiovisuales– que personifican en determinados individuos al héroe de la mitología de Wall Street, capaz de dominar las azarosas leyes de la economía. Personajes que viven permanentemente en riesgo de que la diosa fortuna no favorezca el caprichoso fluir del dinero. El “self made man” que presenta la persecución de un beneficio individual como un trabajo para la riqueza colectiva de la nación norteamericana. Por otro lado, la novela revela los entresijos de la construcción de dicha mitología, cuestionando a través de la difuminación de las fronteras entre ficción y realidad la veracidad y moralidad de dichos relatos.
Fortuna
Autora: Hernán Díaz
Editorial: Anagrama
Precio: 21,90 €
Cualquier verano es un final
Quizá muchos perdimos la pista a Ray Loriga hace un par de décadas (o más!) después de haber leído libros como “Héroes” o “Tokio ya no nos quiere”, relatos de enorme fuerza que sintetizaban el espíritu y la energía de una generación. Plagados de aforismos, de sueños o de alucinaciones ambos libros traducían la necesidad de aislarse y desconectarse del mundo para vivir plenamente la utopía de la juventud rebelde. Sin embargo, en este aullido interminable de la vida que reza el poeta, nos olvidamos de estos libros cuando nos hicimos mayores y las promesas que circulaban por las páginas de ambos quedaron ahí, sin cumplir. Lo sorprendente de “Cualquier verano es un final”, la última novela de Ray Loriga, es que leyéndola uno tiene la sensación que el autor es plenamente consciente de las ruinas de la juventud que llevamos dentro y, más que tratar de darles brillo y reanimarlas, lo que hace es reírse de ellas y derribarlas. El sentido del humor es uno de los primeros aspectos que llama la atención en la novela, con situaciones verdaderamente absurdas e hilarantes y con diálogos irónicos y un punto surrealistas. Sin duda el tono del libro es sorpresivo si tenemos en cuenta que uno de sus temas centrales es la muerte y, más concretamente, el asqueo o cansancio de vivir, entrada la madurez. Es como si los jóvenes protagonistas de sus primeros libros estuvieran agotados de sus trayectorias y no tuvieran ni la voluntad ni la capacidad de seguir adelante. Y es precisamente en este punto en el que emerge otro de los temas que vertebran el libro: la amistad. Frente a la conciencia del inexorable devenir, la relación entre los dos protagonistas se convierte en uno de los pocos espacios íntimos y emotivos por los que merece la pena luchar, e incluso morir. De ahí que aunque la prosa de Loriga ya no suene a rock’n roll perviven en ella todavía islas desde las que contemplar y aceptar el paso del tiempo.
En “Cualquier verano es un final” el hilo de la trama se pone en movimiento cuando el protagonista, alter-ego de Loriga, descubre que su mejor amigo ha tomado la decisión de suicidarse. A partir de ahí, no solo se pone en marcha un plan para tratar de impedirlo sino que este horizonte mortuorio resuena también en su propia vida. En este punto es donde el libro alcanza los pasajes más brillantes y más memorables porque el escritor disemina su experiencia real con la enfermedad y la muerte, después de haber sobrevivido a un tumor cerebral que le costó un ojo de la cara. El escritor desliza algunos comentarios que resultan verdaderamente estremecedores pero en ningún momento con una voluntad trascendente. Todo lo contrario. El humor persiste en la forma de relatar dos minutos y medio de parada cardiorrespiratoria o en los instantes antes de entrar en un quirófano para ser operado, con el cincuenta por ciento de posibilidades de salir con vida. Quizá es la autoridad de haber pasado por ahí la que legitima a que Loriga reflexione y juegue con la muerte a lo largo del libro, construyendo finalmente una oda a la vida y a la posibilidad de ver como el verano acaba para dar paso al invierno.
Cualquier verano es un final
Autor: Ray Loriga
Editorial: Alfaguara
Precio: 19,90€