Poesía: La maleza
La argentina Romina Berenice Canet pone en valor en su libro de poesías la acción de podar para que la belleza brote con toda su fuerza
«Podar: cortar las ramas superfluas de los árboles, vidas y otras plantas para que broten con más vigor o adquieran una forma determinada». Ese ejercicio, el de amputar para que la belleza brote con toda su fuerza, con el desgarro más puro, es el que entrega la poeta Romina Berenice Canet (Río Ceballos, Argentina, 1977) en ‘La maleza’ libro con el que se estrena como escritora en esta orilla del Atlántico (en su país publicó un primer libro hace ya veinte años) y con el que de un golpe, o de una pasada de motosierra en su caso, se consagra como poeta gracias al XLIII Premio Internacional de Poesía Juan Ramón Jiménez, uno de los premios más importantes de la poesía en español que la argentina ganó por unanimidad en su última edición.
Juan Ramón escribió que escribir es desaparecer. Y eso es lo que parece que consigue Berenice en cada poema, en cada arrebato, porque su poesía está llena de nervio, de verdad, de algo que la arrastra a contarse de la forma más cruda, más vegetal, y seguramente eso fue lo que conquistó al jurado de este premio. Graduada en Bellas Artes y especializada en grabado y pintura, se dedica a la confección de muñecas y osos que también obtuvieron premios internacionales. Eso es extraordinario. Todo buen poeta tendría que saber coser una muñeca. Basta con verlas para entender las imágenes que habitan en su cabeza, los abismos que nutren su poesía, el forcejeo continuo con la palabra y sus miedos: «una mujer herida / desencadena la tormenta. Y la tormenta / se convierte en el refugio». Y ahí nos cobijamos.
Esta maleza, compuesta por 63 poemas cortos como matas irregulares que acaban formando un amplio jardín, se sostiene por la reseñable capacidad de la poeta para el aforismo, al que confirma es su vocación de relámpago, en su capacidad para el latigazo. Esto lo apuntó mejor un compatriota suyo, el también poeta Roberto Juarroz, que apuntaba que «cada poema tiene algo de relámpago. Yo no diría que el poema es un relámpago, sino que hay en él un relámpago. Evidentemente, la poesía, como forma de experiencia, es para mí la mayor intensidad posible». Es eso exactamente lo que consigue Berenice con este libro, intensidad, autenticidad, riesgo: «Abusemos de la luz. / Insistir en recuperar tinieblas / es la cobardía del vidente». El poemario gira en torno a dos extremos, la desobediencia y el desajuste, sobre los que la poeta reposa su existencia y se siente cómoda. «No quiero ser / la que madruga con las fieras, la que el lenguaje apresa alucinando», y esa insumisión se mantiene a lo largo de este trabajo provocando en el lector algo más cercano a la bondad que a la revolución, algo que escuece y repara a la vez pero sin aliviar del todo, como el alcohol en una herida demasiada abierta. A veces pasa que los buenos poetas escriben poco y prefieren permanecer en las sombras viendo los días pasar, la hierba crecer, hasta que salen y, cuando eso ocurre, no pasan desapercibidos: «Miedo de que la ausencia sea nuestra mejor virtud». Romina Berenice es tan excéntrica como necesaria.
Título: La maleza
Autora: Romina Berenice Canet
Editorial: Bartleby
Precio: 14€
Páginas: 93