‘La colonia’, de Audrey Magee: Isla en extinción

La escritora convierte el relato de un extranjero que llega a una pequeña comunidad en una fantástica alegoría de los enfrentamientos imperialistas del siglo XX

Pocos lugares, como las islas, tienen la capacidad de sintetizar microcosmos que, en el fondo, son alegorías de nuestras sociedades, de todas las épocas y tiempos. Lo grande, contenido en lo más pequeño. En “La colonia”, Audrey Magee hace de este planteamiento un ejercicio de virtuosismo y nos sitúa en el año 1979 en una pequeña isla –de apenas cien habitantes– delante de la costa oeste de Irlanda, para relatarnos el enfrentamiento entre un recién llegado a la isla –un pintor inglés– y otro extranjero asiduo a este paraje –un lingüista francés que realiza una tesis sobre la lengua galaica–. Ambos representan dos grandes imperios que a lo largo de la historia han dejado rastros de sangre y consecuencias nefastas en los territorios colonizados. Sin ir más lejos, el libro está salpicado de las noticias que llegan por la radio a la isla sobre los enfrentamientos sanguinarios entre el IRA y las fuerzas leales al Reino Unido.

El relato se inicia con la llegada del señor Lloyd a la isla, con el objetivo de pintar los terribles acantilados que la caracterizan. La dureza del viaje en barca no es nada con la rudeza de los habitantes de la isla que lo reciben con mofas por su blandura. Sin embargo, a medida que vayan pasando los días, y acompañado de un joven isleño irá conociendo mejor tanto los paisajes como las costumbres de aquella gente. Este proceso de inmersión a una nueva cultura se ve alterado con la llegada de Jean-Pierre Masson, un lingüista que busca de forma desesperada la protección de una lengua y una identidad en vías de extinción. De hecho, las conversaciones con la más anciana de la isla están impregnadas del ocaso de una forma de vida a punto de desaparecer y asociada a un lenguaje que, desde la llegada del imperialismo británico, se identificó con gente pobre y sin futuro. La protección a ultranza de esta tradición insular es lo que moverá al personaje al mismo tiempo que lo confrontará con su propio pasado y el menosprecio que tuvo hacia la lengua de su madre, una argelina casada con un soldado francés. Como puede observarse, emergen las heridas del imperialismo tanto del presente como del pasado.

Al mismo tiempo, “La colonia” es también una oda al arte. La mirada a la belleza, la luz que proyecta el mar, el terror feroz de los acantilados... son fuente de conversación del señor Lloyd que tomará como aprendiz al joven isleño que desea romper con la tradición que le ata al lugar para viajar con el arte que lleva dentro. Un arte que se cuestiona cómo es posible representar y pintar unas vidas tan vinculadas al mar que es sustento pero también es tragedia. La muerte de tres isleños de una misma familia atraviesa el relato y nos ilustra la dificultad de ponerse en la piel del otro. El libro de Magee, como se intuye, aborda muchos de los grandes temas y lo hace con belleza e inteligencia. Las páginas de la novela, en muchos momentos, se convierten literalmente en un acantilado de palabras que ocupan una sola frase. Tratando de buscar, en un gesto poético, que la sola palabra, como la isla de la novela, pueda abrirnos hacia un más allá.

Título: La colonia

Autora: Audrey Magee

Editorial: Sexto Piso

Precio: 23,90€