El tarraconense Adrià Guxens estrena este martes ‘Kokuhaku’ en Sitges
Presenta su nuevo cortometraje ante la exigencia del público y de la crítica del certamen cineasta
El año pasado fue Un soroll llunyà, esta primavera, a Hakka Song y ahora, Kokuhaku. El director tarraconense Adrià Guxens no se detiene y sigue tendiendo puentes entre Oriente y Occidente, aunque esta vez lo hace con una nueva pieza que asegura que rompe con el camino labrado con su trilogía intergeneracional chino-española «tanto temáticamente como estéticamente».
El resultado se llama Kokuhaku, que significa «confesión» en español. Se trata de una pieza que está producida por Limmat Films, Batiak Films, Almar Producciones y Forest Film & Media, además de por él mismo y el actor protagonista, Kuni Tomita, quien se abre en canal para contar esta historia semiautobiográfica: «Es un proyecto muy personal, pues través del personaje de Tadashi he podido canalizar experiencias que antes no me había atrevido a confrontar o asimilar, especialmente el dolor de ciertas vivencias del pasado», cuenta el actor. A lo que Guxens añade: «la verdad, es un corto muy particular, pues mezclamos la temática queer con el mundo del kabuki, los fantasmas japoneses y Sailor Moon».
El Festival de Sitges ha comprado su riesgo, pues ha decidido programarlo en una Sesión Especial que tendrá lugar este martes, a las 20:15 horas. Serán los teloneros de una de las grandes películas del festival, Sanatorium Under de Sign of the Hourglass, de los Quay Brothers, y Guxens no puede estar más contento: «Llevaba tiempo queriendo abordar el concepto de las masculinidades en uno de mis proyectos; explorar lo frágil que puede llegar a ser eso que algunos llaman ‘ser un hombre’ y, particularmente, en el seno de la cultura asiática, donde el predominio de la estructura patriarcal es especialmente fuerte debido a la tradición confuciana», explica.
Y es que ‘Kokuhaku’ también aborda el diálogo intercultural, pues un actor japonés-español y una periodista china intercambian reflexiones en un país que les ha servido de vía de escape, pero sin haber renunciado a sus identidades. El tarraconense espera que el cortometraje obtenga la admiración del público del Festival de Sitges.