El sublime literario de Santiago Arranz

Hasta el 8 de septiembre se puede ver en el Tinglado 1 la muestra ‘Entre l’art i la literatura’, que sumerge al visitante en un espacio de emoción

Santiago Arranz (Sabiñánigo, Huesca 1959) es un artista polifacético que trabaja con un lenguaje propio que aplica a todo tipo de soportes, desde la arquitectura a la pintura, pasando por el relieve. Arranz ha demostrado no solo ser hábil en casi todos los ámbitos gráfico-plásticos, sino que también ha evidenciado con su extensa y variada trayectoria la capacidad de adaptar su lírica personal a cualquier espacio que se le proponga.

Hasta el próximo 8 de septiembre, algunas de sus obras están expuestas en el espacio del Tinglado 1 en el Moll de Costa de Tarragona, en la exposición Santiago Arranz, entre l’art i la literatura comisariada por Ramón Casalé Soler.

Foto: Àngel Ullate

En la exposición, llena de piezas conceptualmente sublimes que embarcan al espectador en un viaje a lo largo de algunas obras seleccionadas de su extensa producción, Arranz consigue transformar el espacio encontrando el punto de unión entre el mundo de la literatura y el lenguaje artístico contemporáneo para crear una muestra inestimable, repleta de referencias y reflexiones.

Licenciado en Historia del arte, el artista hizo el cambio voluntario del estudio de las imágenes a la creación activa de las mismas. Es este mismo estudio el que le brinda una fuerte cultura visual y enriquece un mundo que ya palpitaba en su interior. Así es como se entrelazan, desde el primer momento, la teoría y el arte, algo para él muy importante y casi imprescindible en sus trabajos, en los que transcribe conceptos a imagen. Más tarde, Arranz se trasladó a París, donde siguió ampliando su conocimiento sobre la representación.

En esta indispensable etapa de su vida también halló los que serán algunos de sus referentes, entre los que se vislumbran ejemplos tan variados como las pinturas rupestres que juegan con el espacio y la oscuridad como en Altamira o Lascaux; la tridimensionalidad y emoción de la baja Edad Media con autores como Giotto, además de la influencia de otros más modernos como Salvador Dalí o Joan Brossa e infinidad de referentes literarios. Todos ellos han ido modelando un estilo con un lenguaje tan propio y distintivo que parte de la emoción y la inmensidad. Arranz explica que «a través de los sentimientos de los otros identifico los míos propios e intento plasmarlos. No hago arte a través de la mirada del otro, sino que transcribo esta poesía interior al formato plástico». Esto lo hace con la fabulación de las imágenes. No ilustra los textos, sino que interpreta la esencia implícita plásticamente.

Foto: Àngel Ullate

Entre las veladuras y trazos del autor oscense se divisa la nostalgia de Machado o la pasión y el simbolismo de Lorca.

Estas alusiones establecen un diálogo triple, que se consigue a través de la lectura interpretativa y concluye con la visión de cualquier concurrente, pero sin ser algo alejado de la realidad donde se descubren una cantidad de potencias que no se hubieran conocido de no haber ocurrido este encuentro.

Santiago Arranz. Foto: Cedida

Multidisciplinar

Un factor que hace especialmente interesante su obra es que se trata de piezas personales, pero abordables desde ambos ámbitos artísticos, se pueden entender desde la literatura y desde las artes plásticas.

Es así como el visitante puede entender que sus obras parecen ser más sobre el espacio y el vacío que sobre los colores dramáticos que los saturan. Son acogedoras, en ocasiones invaden sutilmente el espacio personal del espectador y superan completamente cualquier otra cosa que hubieran estado sintiendo. Estas nociones de encontrar y sentir son las que dan el poder a las piezas, el ambiente hinchado creado por los contrastantes motivos que generan un campo de atracción casi extraño. Se trata de una experiencia que va más allá de la simple contemplación visual y que engloba todo el bagaje personal que remueve las entrañas de cada uno.

Estos aspectos simbólicos y de la imagen o el vacío son desplegados ampliamente en muchos proyectos arquitectónicos que desarrolla en paralelo en sus trabajos de más pequeño formato.

Uno de los factores que ha asistido a la creación de su lenguaje representativo tan propio, frágil y personal es la autonomía de la que gozan muchas de sus creaciones, tal y como él mismo apunta. «Ninguna de las obras que se encuentran en el Tinglado debe ningún tipo de concesión hacia nadie o hacia nada. No son piezas que estén sometidas a ningún dictado de mercado, son puramente elección y creación del artista».

Esto dispone una línea muy clara sobre la libertad: no son encargos de nadie para nadie, sino muestras para él mismo y el mundo, que ayudan a encontrar e identificar lo que cada uno es.

Asimismo, Santiago Arranz, entre l’art i la literatura, síntesis de su extensa obra, presta especial atención al factor del exilio y al efecto sensible que tiene sobre diversos autores.

Autor versado

Pasado y futuro

Autodidacta, pertenece a la generación de artistas españoles de los 80. Se ha enriquecido también de colaboraciones de las que han surgido numerosos proyectos como Le monde du Surréalisme con Gérard de Cortanze, para el que creó su emblemática obra Abecedario, 1990, en París, que sería determinante en la formulación de su pintura como lenguaje.

Ha trabajado en diversos espacios y realizado exposiciones internacionales entre España, Francia, Bélgica, Italia, Marruecos y Colombia y afirma que a pesar de que en Francia, antaño, eran mucho más receptivos con las obras que tienen una base teórica firme, ahora todo está mucho más igualado internacionalmente, presentando una visión muy positiva sobre el futuro del arte en nuestro país.