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Impresora 3D, gafas de realidad virtual, estudio de vídeo, sofás... Así es su ‘Aula dinámica’ del Institut Sant Pere i Sant Pau

Lo primero que llama la atención es que, de entrada, aquí no hay un profesor subido a una tarima ni alumnos sentados tras sus mesas tomando apuntes. Eso sí, nadie dudaría de que todo el mundo está trabajando duro, y eso que, como es Carnaval, abundan los disfraces.

Entramos al ‘Aula dinámica’ del Institut Sant Pere i Sant Pau que se inaugura mañana. El suyo es un ejemplo de la tendencia de los centros educativos a contar con nuevos espacios distintos del aula convencional donde desarrollar las STEAM (ciencia, tecnología, ingeniería, arte y matemáticas, por sus siglas en inglés).

En este salón donde antes funcionaba un aula de tecnología ‘de toda la vida’, ahora hay varios espacios diferenciados: un rincón de laboratorio, varias mesas y sillas altas donde los chicos trabajan en sus portátiles; otra mesa donde están montando un robot, una impresora 3D, un set de vídeo con potentes luces y un croma, un rincón con sofás...

Pero quienes mejor explican de qué se trata son los alumnos de diferentes cursos que, a modo de prueba, ya han pasado por aquí. Es el caso de Luis, de 4º de ESO, que nos muestra en el ordenador el museo de Egipto que ha montado para la clase de historia. «Lo más difícil ha sido crear los espacios dentro de la pirámide», reconoce.

David y Carla, de tercero, están trabajando en un proyecto de sociales. Han ideado un cámping ambientalmente sostenible, aunque para presentarlo no han elaborado un tríptico, como harían años atrás, sino que nos invitan a ponernos unas gafas de realidad virtual para visitarlo. Están los bungalows por aquí, el restaurante por allá... Llevan tres meses trabajando en ello casi sin darse cuenta, «es que esto es el futuro», resume él emocionado.

Imposible describir todo lo que nos explican. De tercero son Alicia y Ariadna. Esta última reconoce que lo suyo es más bien el arte, así que no se veía haciendo según qué cosas en el ordenador, como crear sus propios objetos en 3D.

Al lado, en una mesa alta, hay un grupo de alumnos de cuarto que están terminando un trabajo de literatura en que han tenido que escribir una fábula. Lo curioso es que el trabajo está en un cubo de realidad aumentada. Cuando lo colocan delante de la cámara del ordenador, de cada lado comienzan a salir escenarios y personajes en movimiento con música y efectos, «pero lo importante es la historia», explica uno de ellos, que reconoce que se ha pasado un día entero con cada lado del cubo, «más para pasar el rato que por deberes».

Aquí también han encontrado el sitio ideal para trabajar alumnos como JiaXu y Kati, que estudian el bachillerato tecnológico. Nos enseñan el medidor de CO2 que crearon el año pasado, que además tiene sensores de temperatura y humedad. Los resultados aparecen en una pequeña pantalla y un semáforo avisa de si estos parámetros se encuentran dentro de lo normal. Todo, desde la programación «que al principio nos parecía imposible» hasta la caja impresa en 3D donde va el aparato, lo han hecho ellos.

Pero tan importante como obtener resultados es comunicarlo. En ello están Noemí y Helga, de primero de Bachillerato, que nos muestran el vídeo que están haciendo para su proyecto sobre las mujeres olvidadas de la literatura. Ambas reconocen que el vídeo es algo que su generación tiene muy interiorizado, pero contar con un estudio así es otra dimensión.

«Esto era una utopía»

Buena parte de la responsabilidad de que el aula se materializara se debe al empeño de un grupo de profesores que, con el apoyo de la dirección, creían que contar con un sitio así sería ideal no solo para probar nuevas formas de aprendizaje, sino para motivar a sus alumnos. A la cabeza están Marisa Padial, coordinadora de ESO y profesora de Física y Química; Marina Ana, profesora de Tecnología, y Cristina Arroyo, profesora de Lengua Castellana y Literatura. Padial y Arroyo ya se habían formado en la enseñanza STEAM y en proyectos de ‘Aulas de futuro’.

Arroyo reconoce que cuando comenzaron a plantearse la idea «era una utopía», pero ahora ha sido posible gracias a los fondos Next Generation. Sus compañeros se han entusiasmado y se están formando para sacarle provecho.

El proyecto ha sido posible gracias el Pla de Millora d’Oportunitats educatives PMOA - PROA+, impulsado por el Departament d’Educació. El programa se centra en crear situaciones de aprendizaje que utilicen metodologías activas y donde el alumno sea el centro de su propio aprendizaje y el docente solo guía, con el fin de motivar a todo el alumnado, y especialmente al más vulnerable.

Una de las ventajas, aseguran, es que han podido ver cómo los elementos del aula se adaptan a todos los alumnos, también los que tienen necesidades especiales, «en poco tiempo ves cómo nos superan», apuntan Marina Ana.

Al final del recorrido Noa y Nil nos esperan con un llavero con el logo del instituto que han hecho en la impresora 3D de recuerdo.

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