Descubriendo la Siurana desconocida
Leyenda. Su península de roca acogió a una reina mora, a un acaudalado judío que traicionó a los sarracenos y a un nazi huido de la cárcel
Si hay un pueblo de leyenda en nuestras montañas, ese es Siurana. Se dice que su península de roca acogió a una hermosa reina mora, a un acaudalado judío que traicionó a los sarracenos y a un nazi huido de la cárcel que encontró aquí su refugio. Los tres personajes pudieron disfrutar de un entorno bello por naturaleza: desde su aventajada altura se contempla la Serra del Montsant en todo su esplendor, de la misma manera que se domina el valle del río llamado de igual forma que el pueblo, en el cual se asentó un reusense que construyó su propia casa. Si bien Siurana es sobradamente conocida, no lo son ni los lugares que hoy descubrimos ni los pasajes de la historia que conoceremos.
Determinar la dificultad de una ruta ya es de por sí una dificultad. Por fortuna, existen escalas de graduación que establecen la dureza a partir de factores observables. El Método SENDIF, creado por la Taula de Camins de l’Alt Pirineu i Aran, entiende que la dificultad de un itinerario de senderismo depende, por una parte, del esfuerzo físico que este supone y, por otra parte, de los obstáculos o condiciones del camino. Desde el punto de vista de la dificultad física, este recorrido es de exigencia moderada. Supone un descenso hasta el cauce del río y, a la vuelta, un ascenso de regreso hasta Siurana. En lo que respecta a lo técnico, conviene considerar que el sendero inicial está expuesto al vacío y que el río será más difícil de cruzar cuanto más haya llovido.
Instrucciones de la ruta
Estacionamos en uno de los aparcamientos regulados de Siurana. Su horario es de 9:00 a 21:00 y deben pagarse 3€. Desde el P1 seguimos el PR-C 7, el Grau de La Trona, hasta el río. Ya en el Toll de la Cinteta, caminamos paralelos al agua hasta el Toll de la Palla. La última de las piscinas naturales es el Toll del Forn, desde la cual bordeamos el pantano por la pista forestal de la derecha hasta que surja un sendero que nos conducirá de nuevo a Siurana no sin antes salvar el desnivel perdido al inicio. Los caminos son bastante evidentes, pero es fácil salirse de ellos junto al río.
El origen de las leyendas
De acuerdo con la leyenda, era tal el respeto que sentían los cristianos por Siurana que convocaron a los mejores guerreros de la época para emprender dicha empresa: un hecho que evidencia todavía más la dificultad que representaba la conquista. Xibràna era por naturaleza una fortaleza inexpugnable rodeada por riscos cuya defensa consistía en proteger el paso que une su península de roca con las montañas, punto en el que se alzaba el castillo. Era imposible que la plaza fuera tomada por los hombres y armas del siglo XII, ahora bien, la propia naturaleza de Siurana comportaba que los defensores carecieran de escapatoria alguna. El hecho de que se tratara del último reducto en manos musulmanas, sumado a su singular ubicación y a la supuesta existencia de una reina de gran belleza, generó multitud de leyendas, entre las que se encuentra la del Jueu de Siuranella, el personaje que traicionó a los sarracenos a cambio de un acuerdo.
El Jueu de Siuranella
La caída de Siurana era una cuestión de tiempo. Los cristianos debían aislarla, impedir la ayuda exterior y esperar a que escasearan el agua y los alimentos. El judío, consciente de que el riesgo de perderlo todo era muy alto, trató de negociar la liberación de la población a cambio de que se respetasen las vidas de los vecinos, se les permitiera huir con sus pertenencias y se mantuviera la fortuna de los suyos. Por su parte, él se comprometía a entregar las llaves de los pasadizos subterráneos que daban acceso al interior del recinto amurallado. Sus planes se torcieron. Las tropas catalanas emprendieron el asedio con violencia. En mitad del fragor de la batalla, la misma en la que apareció la reina mora Abd-al-azia a lomos de un caballo blanco, huyó hasta un lugar seguro lejos de las llamas. Horrorizado, estiró los brazos, abrió las manos y profirió una maldición que condenó a los cristianos y a sus hijos. Tal y como relata Josep Iglésies en el libro Siurana: narracions, la expresión facial del judío quedó grabada en la roca de Siuranella.
Las leyendas relatan como o bien la esposa o bien la hija del valí o gobernador de Siurana se lanzó al vacío en un acto de heroísmo. Sorprendida por los cristianos mientras presidía un banquete, Abd-al-azia protagonizó un último gesto de insumisión cuando montó su caballo blanco, lo condujo al filo del risco y, después de taparle los ojos, se precipitaron al vacío. A pesar de que su cuerpo no fue encontrado, sí que puede observarse la marca que se supone imprimió su caballo en la roca. Lo cierto es que existen múltiples versiones de la leyenda. Para conocerlas, así como para descubrir los otros mitos, se recomienda la lectura de Siurana: narracions, libro de 1960 que está en las bibliotecas municipales de la provincia.