Ara Malikian: «El cariño del público fue la mejor curación para mi enfermedad»
El violinista libanés de origen armenio toca este sábado las canciones creadas en el confinamiento con su hijo Kairo. La cita es en el Camp de Mart a las 22 h
Qué bonito es siempre charlar un rato con Ara Malikian. Su humildad, su alegría, su energía y sus eternas ganas de contarte cosas le hacen un «tío majo» como él dice en su castellano con acento libanés. Que Ara Malikian es un excelente músico, lo sabemos; que seduce el violín como nadie, es obvio y que es un ser humano que hace el mundo más hermoso lo digo yo que acabo de echarme unas risas y unas cuantas emociones con él. Le pillamos dándose un chapuzón en la playa, medio de vacaciones y de gira y preparado para volar a su Tarragona querida donde este sábado nos va a regalar unas horas de magia pura. La cita con sus fans es en el Camp de Mart a las 22.00 horas.
Estuvo un par de meses parado por un buen susto. Tuvo una enfermedad que no le permitía sentir ni manos ni pies y tuvo que dejar su violín y cancelar más de veinte conciertos.
Fueron dos meses muy complicados y de mucha incertidumbre. Parece que ahora ya hemos acertado con el tratamiento y todo va por buen camino. He podido recuperar la movilidad en las manos y falta un poquito en los pies. Estuve dos semanas ingresado con todo tipo de terapias y sabía que lo que me pasaba era feo. Me gusta venir a la playa porque soy de los que pienso que el mar lo cura todo.
¿Pensó que no podría volver a tocar o que la gente se olvidaría de usted si pasaba mucho tiempo?
No, porque como pensaba que la iba a palmar, la música pasó a un segundo plano. En ese momento tocar no me preocupaba porque estaba muy grave. No podía caminar ni mover las manos, fue horrible. Después, cuando me fui recuperando, por supuesto, me preocupaba por los conciertos.
Y después de dos meses, llegó el día que volvía a subirse a los escenarios, fue en Huelva. ¿Cómo fue esa vuelta al «cole»?
Jamás olvidaré esa noche, el público me dio un cariño inmenso y te aseguro que fue la mejor curación para mi enfermedad. Yo siempre recojo la energía que desprende la gente cuando viene a escuchar mi música, pero ese día fue al revés y te aseguro que ha sido la mejor medicina.
Estos zarandeos que da la vida y que usted ya ha pasado unos cuantos, ¿de qué le han servido?
Estos golpes inesperados te recolocan y te abren los ojos. Los obstáculos, las hostias y las meteduras de pata son un gran aprendizaje y te dejan claro que todo puede acabar en algún momento. Cuando la vida te da una paliza te pone en otro lugar.
¿Se aburrió mucho o su cabeza seguía creando?
No tuve tiempo de aburrirme porque imagínate, mi capacidad de poder caminar era nula, estaba muy agobiado, pero cuando me fui recuperando volví a mi mundo y empecé a preparar un nuevo espectáculo que estrenaremos en septiembre.
Hablando de espectáculo, hoy llega a Tarragona con su banda y su ‘Ara Malikian World Tour’ y con el auditorio a reventar.
Me emociona mucho volver aquí porque sé que la gente me quiere y es la mejor manera de devolver todo el cariño recibido.
Usted adora la cultura egipcia. Lo de ser romano por un rato y tocar delante de la Muralla ¿cómo lo ve?
Cuando tocas en un lugar donde se respira historia es alucinante porque las piedras te cuentan cosas y es mucho más inspirador.
¿Nos quiere hacer un poquito de spoiler y contarnos qué vamos a vivir?
¡Claro que sí! Compuse los temas de este proyecto en plena pandemia. Me pasaba el día con mi hijo Kairo y estuve tan cerca de él que me fascinó su mundo y su manera de vivirlo. Volví a ser niño porque cuando yo tenía su edad no pude disfrutar de la niñez. Estábamos en plena guerra y bombardeando nuestras casas. La pandemia me permitió volver a jugar.
¿Cómo está Kairo?
Está guapísimo, es un niño feliz, tiene ya diez años y me encanta ver cómo crece y envejecer a su lado.
¿Cómo le gustaría dejarle el mundo a su hijo?
Un mundo donde existiera el respeto entre las personas, sean de donde sean. La gente dice barbaridades desde la ignorancia y creo que es una cuestión de educación. Si has viajado y has conocido gente de otras culturas, no existe el odio en tu cabeza. Hay personas que solo miran su ombligo y ojalá las futuras generaciones sepan respetar y no odiar.
Usted no entiende de egos ni de envidias. ¿Cómo lo ha hecho?
Uno tiene que ser siempre humilde. A mí no me llegó el reconocimiento de un día para otro y tuve que perder y cambiar muchas cosas por el camino. Nunca me subió el éxito a la cabeza porque lo puedes perder en cualquier momento y luego ¿qué? Es una pena porque hoy en día la gente no quiere ser artista, quiere ser famosa. Si tienes la suerte de ser conocido, genial y si no, hay que seguir trabajando para cumplir los sueños.
En Catalunya usted es famoso pero, sobre todo, muy querido. ¿Que le gusta de nuestra tierra y nuestra gente?
Me gusta lo mucho que queréis a vuestra cultura, vuestra lengua, vuestro arte; como cuidáis vuestras raíces. Yo soy armenio, criado en Beirut, he vivido en muchos lugares y no tengo ese sentimiento de ser de un lugar en concreto. Me siento una persona del mundo, pero me parece bonito que cuiden lo suyo. ¡Ah, y también me gusta mucho el «pa amb tomàquet»!