Alka Joshi: «El cine, en la India, ha sido una oportunidad de aprendizaje para la población analfabeta»

La autora de ‘La artista de henna’ vuelve con ‘Los secretos de Jaipur’, un fresco colorista del país asiático de los años 60

Lakshmi, la artista de henna, decide dejar atrás los dibujos de henna para dedicarse a la medicina natural. Mientras, Malik, su protegido, es un joven apuesto e instruido que ingresa en el departamento que gestiona los proyectos arquitectónicos del Palacio Real de Jaipur, aunque eso signifique dejar atrás a Nimmi, una joven pastora. Cuando el nuevo cine se derrumba la noche de su inauguración, Malik necesitará la ayuda de Lakshmi, la verdadera guardiana de los secretos de Jaipur, para descubrir quién es el responsable. Los secretos de Jaipur es la nueva novela de Alka Joshi, editada por Maeva, un fresco colorista de la India en los años 60.

Esta entrevista se realizó con la traducción simultánea de Adrià Franch.

Ha pasado un tiempo y la protagonista ha cambiado. Ya no quiere dedicarse a las pinturas de henna.
Básicamente, la protagonista, Lakshmi, se ha dado cuenta de que con sus pinturas de henna contribuía a que las mujeres estuviesen más bonitas, se sintiesen más bellas, pero no las estaba sanando de una manera profunda y sustancial. Mientras que a través de las curas medicinales basadas en hierbas, sí que consigue sanarlas. La henna contribuye a calmar el sistema nervioso, pero eso es todo. Entonces, gracias a la colaboración también con el doctor Kumar, con técnicas de medicina occidental y esos remedios herbales contribuye a una mejora de la salud.

Los remedios de hierbas se han demonizado en Occidente. ¿Cómo los consideran en la India?
Mucha gente va a su médico de cabecera y acto seguido a su médico ayurvédico, que tienen sus propias consultas y trabajan de manera muy transparente. En la India también hay una farmacia tradicional y justo al lado, una ayurvédica y muchísima gente practica ambas tradiciones, algo que me encantaría que fuese igual en otras partes del mundo. En lo que Lakshmi y el doctor están de acuerdo es en que lo que realmente importa es el interés superior del paciente, no el del médico y eso es lo que debería prevalecer.

Vuelve a reflejar las clases sociales, tanto en el mundo rural como en la ciudad.
Hay dos sistemas de estratificación social en la India. Por una parte, el de castas, compuesto por cinco principales que, en realidad, corresponden a oficios en los que en la base de la pirámide están los trabajadores domésticos o sirvientes y los intocables, los que tratan con cadáveres y desechos animales. Esta es una estratificación de por vida, es decir, si naces en una casta, no sales de ella, es inamovible. Frente a esto, la otra forma es socioeconómica. Por ejemplo, se puede pertenecer a la casta Brahmán y, no obstante, decidir optar por un trabajo como cocinero, que igual a nivel de escalera social está unos peldaños por debajo. Y a la inversa, puedes pertenecer a la casta intocable, pero haber escalado en el ascensor social gracias a una beca o a un sistema de cuotas y tener un buen trabajo.

¿Cómo afecta todo este sistema a las mujeres?
En 2019 hice un viaje a la India con el objetivo de entrevistar a mujeres para preguntarles qué opinaban del sistema de castas y si realmente era determinante a la hora de tomar decisiones matrimoniales para ellas. Me respondieron que no. Sin embargo, en el momento en el que intervienen los padres y madres en la decisión sobre el matrimonio, ahí sí, las familias tienden a priorizar uniones entre personas de la misma casta.

¿Esto no ha cambiado a lo largo del tiempo?
Es cierto que hoy las mujeres jóvenes de la India, las que han tenido acceso a la educación y han viajado por todo el mundo o parte de él, tienden a elegir a sus parejas sentimentales. Estamos hablando de un porcentaje que gira en torno a un 20% de la población femenina, el que no sigue el sistema de castas, que decide si casarse o no, si tener hijos y en qué momento. No es lo mismo que hace años. Cuando mi madre era jovencita, la norma era casarse a los 18, tener hijos durante los primeros años del matrimonio, obligatoriamente, y seguir siendo básicamente mujer y madre, como principales roles el resto de la vida. Actualmente, las mujeres con un cierto nivel educativo que viven en núcleos urbanos son mucho más independientes. No así las mujeres del ámbito rural, que tienden a quedar atrapadas en ese sistema igual al de 1950.

De hecho, Lakshmi interviene en la vida de Nimmi...
Lakshmi no quiere que Nimmi forme parte de la vida de Malik porque tiene elevadísimas expectativas con relación a él y más bien creo que ella lo considera un joven brillante que ha tenido acceso a una educación de altísimo nivel gracias a la cortesía de Samir Singh, mientras que Nimmi, desde el punto de vista de Lakshmi, no está al mismo nivel. Ella quiere que Malik desarrolle una carrera profesional y se case con una mujer que esté al mismo nivel educativo que él. Como contraposición, Nimmi es analfabeta porque vive en una comunidad nómada, con lo cual el acceso a la escuela es muy limitado. Y si bien es cierto que Lakshmi le enseña, tanto a ella como a sus hijos, a leer y a escribir, no está dispuesta a dejar que Nimmi y Malik hagan una vida conjunta.

La postura de Lakshmi es un tanto contradictoria.
Ciertamente. No deja de ser una dinámica que a mí me resulta muy interesante porque al fin y al cabo Lakshmi es una mujer que ha tenido que pelear muy duro para llegar a ser quien es, que ha tenido que enfrentarse a muchísimas dificultades y es curioso que alguien que ha pasado por eso impida que otra mujer alcance exactamente lo mismo que ella sí ha podido alcanzar. Siempre me sorprende mucho este carácter un poco villano de mis propios personajes y también cómo otros responden como en el caso de Nimmi, que se planta y le dice lo que piensa.

¿Es cierto que las mujeres viudas no pueden tener propiedades? La indefensión recuerda a Afganistán.
En el pasado las mujeres viudas no podían acudir a bodas, eran señal de mala suerte, se tenían que rapar el pelo, vestirse de blanco y esconderse. Actualmente es diferente en las ciudades, mientras que en los pueblos sigue siendo bastante así. Algo importante en la cultura india es que nunca hay que menospreciar el valor de la dote de oro que reciben las mujeres en su matrimonio. Una dote de oro que es para ellas, que sus maridos no pueden ni deben bajo ningún concepto tocar ya que sirve para dejarla en herencia a las hijas, para utilizarla en caso de necesidad y también por si el marido pierde la capacidad de atender a los hijos.

¿El contrabando que presenta es real?
No. Me lo inventé por completo. Me pareció una manera lógica y divertida de colar oro de contrabando a través del fuselaje de un buque. En cualquier caso, hay muchísimo contrabando de oro, como si fuese droga. La gente se lo esconde en los sombreros, en la ropa, se lo cose en lugares inverosímiles. Lo que yo hice fue inventar una nueva manera de hacer contrabando.

El cine embarga toda la novela. ¿Cómo lo viven?
Durante muchísimos años el cine ha tenido un papel fundamental en la India, especialmente en la década de los 50, por varios motivos. El principal es que la población, por norma general, era analfabeta con lo cual los cines eran lugares de fuentes de información y también de entretenimiento a falta de otras, como la lectura. En el año 55 salió una película que a mí me inspiró muchísimo de cara a mi obra La artista de henna. En ella aparecía el tema de la legalización del divorcio entre hindúes. Yo me dije que Lakshmi también se podía divorciar de su marido impuesto. Y cuando destruyes un cine, como en la novela, no únicamente destruyes un edificio, sino que destruyes la oportunidad de muchas personas de aprender cosas nuevas y de estar en el mundo actual, en los asuntos cotidianos de la sociedad contemporánea.

Aromas, sabores, comida... ¿Usted cocina?
Me gusta más comer que cocinar y mi madre cocinaba divinamente. Me gusta más que alguien cocine para mí. Yo puedo hacerlo bastante bien, pero siempre encuentro otra cosa que hacer. Cuando trabajaba en el mundo de la publicidad intentaba que mis clientes se sirviesen de los sentidos, apelasen a ellos en las campañas publicitarias. Y la respuesta siempre era ‘no’. Ahora tengo la vía de explorar mis sentidos, por fin, a través de la literatura.

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