Vila-seca convierte en abono 50 toneladas de residuos
Hace dos años que se puso en marcha la planta de compostaje de la Torre d’en Dolça, donde se trata materia orgánica procedente de la actividad turística y restos vegetales
Hanane y Laia toman la temperatura en uno de los cajones de compostaje que desde mayo de 2022 funcionan en el parque de la Torre d’en Dolça. «Es muy importante controlar el calor y la humedad para que el proceso de compostaje funcione. Todos los procesos que hace la materia orgánica hacen que llegue a alcanzar temperaturas de hasta 80 grados», explican. Ellas son dos de las encargadas del éxito de la planta de compostaje que gestiona la fundación Formació i Treball en Vila-seca.
En los dos años que lleva en marcha, se han tratado 34.000 kilos de materia orgánica, la mayoría procedente de la actividad turística del entorno (cadenas hoteleras y PortAventura), y otros 15.000 kilos de restos vegetales generados por el mantenimiento de las zonas verde de Vila-seca. De estas casi 50 toneladas, se recuperan alrededor del 30% en compost. Un material que se destina a abono de huertos sociales y zonas verdes del municipio.
La de Vila-seca es la única planta de compostaje comunitaria que existe en toda la provincia de Tarragona y el objetivo es que sea espejo para que surjan nuevas iniciativas en el territorio. «Nuestra idea es que los ayuntamientos que ya recogen la basura puerta a puerta y que tengan espacio puedan instalar algún compostador y que la gente comience a ver la importancia de reducir y reutilizar residuos», explica la responsable de la planta, Laia Marbà.
Por el momento, el Complex Educatiu de Tarragona ya ha replicado en sus instalaciones una pequeña área de compostaje donde transforman buena parte de la materia orgánica que se genera cada día en el centro.
El próximo paso es que el compost que genera la planta de Vila-seca se empiece a comercializar con fines sociales en diferentes puntos de venta de jardinería, así como distribuirlo en bolsas entre los centros escolares del territorio.
«Hay que ir educando, creando sensibilidad e inculcando la idea de reutilizar los residuos. La ley nos acabará llevando hacia aquí, porque es necesario reducir el volumen de residuos que se genera. El sistema actual es inviable», sostiene Laia.
El proyecto, que arrancó gracias al programa europeo Sircles de la mano de la Agència de Residus de Catalunya (ARC), se financia en la actualidad gracias al proyecto Singulars del Servei Públic d’Ocupació de Catalunya y a la Diputació de Tarragona.
Y es que, en este tiempo, la planta de compostaje ha dado trabajo a una veintena de personas en riesgo de exclusión a través de contratos de inserción. Se trata de personas que llegan derivadas de los Servicos Sociales, a las que se les ofrece una formación para llevar a cabo las tareas diarias y, además, un acompañamiento para poder insertarse en el mercado laboral. «La idea es que esa persona crezca a nivel profesional para que, lo antes posible, pueda salir al mercado laboral y otra persona vulnerable pueda coger este puesto», señala la responsable.
Una de ellas es la vilasecana Hanane Ourkia, que lleva un año y medio en el puesto y reconoce que «la primera vez que supe que se obtiene el compost de la comida fue cuando hice el curso para entrar». Ahora, con los complejos procesos del compostaje más que asumidos, afirma sentirse muy orgullosa de «poder enseñar a mis hijos mi trabajo como una forma de ayudar al planeta».
Esta semana, coincidiendo con la Semana Internacional del Compost, las instalaciones de la Torre d’en Dolça están de puertas abiertas para dar a conocer el valor del compostaje como herramienta para luchar contra la crisis climática.