¿Por qué no se hacen películas en la Costa Daurada?
Begoña Ramirez, presentadora tarraconense de Radio Primavera Sound, lanza el debate
El debate en Amiga Date Cuenta, del podcast de Radio Primavera Sound, plantea una cuestión interesante: ¿por qué el cine español parece centrarse tanto en la Costa Brava y no en la Costa Daurada? Begoña Gómez, una de las presentadoras, tarraconense, plantea con humor y cierta frustración una serie de preguntas que reflejan su incomodidad: ”¿Por qué no se hacen películas en un camping de Cambrils? ¿En un bungalow de Salou? ¿Alguien ha visto una película que pase en Torredembarra?”. Estas preguntas resaltan una realidad: mientras que la Costa Brava es un escenario habitual en las producciones cinematográficas, la Costa Daurada permanece prácticamente inexplorada.
La Costa Brava ha sido escenario de numerosas películas a lo largo de los años. Clásicos como Pandora y el holandés errante (1951), protagonizada por Ava Gardner en Tossa de Mar, y éxitos recientes como Ocho apellidos catalanes (2015) y Las leyes de la frontera (2021), que sitúan su acción en localidades de Girona como Monells, Tossa de Mar y Torroella de Montgrí, son solo algunos ejemplos. Además, grandes producciones internacionales han aprovechado la belleza de esta región, como El perfume (2006) o Juego de Tronos.
Pero la pregunta sigue en el aire: ¿Por qué no se hacen películas en la Costa Daurada?. Noelia Ramírez sugiere una posible respuesta, comentando que la Costa Brava tiene una conexión más fuerte con el “dinero y el privilegio”, y quizás los cineastas tienen más experiencias personales con esta región. Sin embargo, esta no es una respuesta definitiva, sino una apertura a un debate más profundo sobre la representación territorial en el cine español.
El contraste entre ambas costas es palpable en la gran pantalla, pero ¿es simplemente una cuestión de estética o de oportunidades? ¿La Costa Daurada es menos “cinematografiable” o simplemente ha pasado desapercibida por los cineastas? Este artículo busca dejar en manos del lector esta reflexión: ¿es hora de que el cine español explore otros rincones igualmente bellos y llenos de historia, como los campings de Cambrils o los bungalows de Salou? ¿O seguirá la Costa Brava dominando la narrativa visual del verano español?