Joyas, casetas y música iluminan las noches en Salou
Familias, jóvenes y turistas disfrutan de los mercadillos nocturnos salouenses en la Masia Catalana y en el Espigó del Moll
Llega el verano y, con él, miles de turistas y visitantes llenan la ‘capital de la Costa Daurada’. Para ello, Salou ofrece una larga lista de actividades variadas durante estos tres meses estivales. Una de las propuestas comerciales de este año vuelven a ser los mercadillos nocturnos.
Salou repite ubicaciones: la Masia Catalana y l’Espigó del Moll. Desde el 12 de junio hasta el 15 de septiembre, ambos abren puertas a las 19 h y cierran una vez llegada la medianoche.
Música y tenderetes en la Masia
Otro año más, una decena de casetas de madera llenan el patio de la Masia (calle Carles Buïgas). Con decorados variopintos, flores moradas, atrapasueños y banderines tibetanos, los puestos ofrecen en su mayoría una amplia selección de bisutería y joyería. Algunos pocos también ofrecen imprescindibles: gafas de sol, bolsos y vestidos veraniegos.
Con los últimos rayos de sol, la zona se empieza a llenar. Familias pasean, parejas de enamorados se prueban anillos y brazaletes, otros prefieren, simplemente, sentarse y tomar un ‘aperol’ bajo la sombra de los pinos. Como dicen sus visitantes habituales, Bene y Aitor, «es un sitio tranquilo para tomar algo y que los niños se entretengan».
Cada martes de verano, la Masia ofrece extra para la visita: música en directo. Este año, todo han sido cantantes, de todo tipo. Pasadas las nueve, un joven, algo nervioso, toma el micrófono y se presenta con un tema propio, Medellín. Le seguirían una serie de versiones, de Rosalía hasta Oques Grasses, incluso algún tema en inglés.
La música consigue atraer a visitantes curiosos, la mayoría de ellos turistas alojados en la zona. Algunos se pasean, miran y compran o piden una cerveza; otros, escuchan unos minutos y se van. En la terraza no quedó un asiento libre. «Ojalá hubiera eventos todos los días. Hay buen ambiente y vendemos más», explica Ricardo, uno de los vendedores.
Tiendas entre la brisa y el mar
Llega la noche, como siempre, protagonizada por el bochorno. Pero este no impide que centenares de turistas se acerquen al espigón y disfruten de un paseo nocturno entre trece casetas y las olas del mar. Estas están pintadas de blanco, muy mediterráneo. Aquí, quizás, hay algo más de variedad: ropa, amuletos, macramé, decoración del hogar... se suman a la joyería artesanal.
El ambiente es muy calmado, bonito, incluso romántico. Padres e hijos, parejas, jóvenes, muchos franceses e ingleses –el catalán y castellano brillan, como la noche, por su ausencia–, disfrutan de este escenario único para comprar algún recuerdo.
Algunos comerciantes creen que es el mejor sitio de la ciudad, que siempre se llena por las noches, pero para otros es poco accesible; en el paseo Jaume I quizás tendrían más éxito. Ahora esperan haber dado la campanada en ventas durante el mes de Agosto. Mientras, venden los últimos artículos de la noche, bajo la luna llena roja.