Gil Vidal, el galán que trajo a Miami un ‘pedazo’ de Hollywood
En los años 60, las calas vírgenes de Mont-roig del Camp fascinaron con su belleza a los primeros visitantes nacionales y europeos. Muchos se establecieron aquí
Ricos y famosos de media Europa vinieron en los años 60 a Miami Platja cautivados por la belleza de una costa paradisíaca y kilómetros de primera línea de mar virgenes. Ricos y anónimos que llegaron para quedarse en una España amable y provinciana que empezaba a dejar colgada la boina.
Marcel·lí Esquius, promotor y padre intelectual del recién nacido núcleo de Miami Platja, había demostrado que era el más listo de la clase y que su proyecto urbanístico en la costa sur de Mont-roig ya era un éxito. Atrás quedaban los presagios de los que auguraron que fracasaría y algunos rumores sobre la instalación de una central nuclear en este paraje casi desértico, llamado por el periodista Ramon Botet en 1956 como «los Álamos de Hospitalet», en recuerdo a la ciudad de Estados Unidos donde se realizó la primera prueba experimental de la bomba atómica.
En 1956, Marcel·lí Esquius había traído la conexión de agua a la nueva zona residencial; en 1958 había inaugurado el primer hotel, el Miami; la electricidad llegaría en 1960; y en junio de 1964 se abría al culto la iglesia de Santa Magdalena. La Guardia Civil abrió su cuartel en 1966.
1969 es un año clave para nuestro relato. Es el año del «milagro» de Miami Platja, de la muerte de Marcel·lí Esquius y de la venta de uno de sus solares más preciados, una de sus ‘joyas de la corona’ al galán Gil Vidal. Él era un afamado actor de cine andorrano en pleno éxito en las pantallas de toda Europa, que deseaba establecer una casa de veraneo en el paseo marítimo, en una privilegiada atalaya que sobrevuela la Cala dels Penyals.
Gil Vidal, según recoge la prensa escrita de la época, había rodado películas con figuras como Anna Magnani, Dalida o Annie Girardot. Fue el hombre que por no abandonar París y a su amada le dijo «no» a Hollywood en la película Trapecio, junto a Burt Lancaster, y que en los últimos años de su carrera rodó en España junto a Eva Cobo y Nadiuska.
Según explican Pepe y Ferran, amigos del actor, Esquius y Gil Vidal se habían conocido en Barcelona, en el Café de la Ópera, a través de un primo que regentaba el mítico establecimiento de la Rambla que tanto el empresario como el actor andorrano frecuentaban.
A raíz de un primer encuentro, Vidal visitaría Miami Platja y se enamoraría de sus calas y especialmente de una parcela con unas vistas hipnóticas al Mediterráneo. El solar estaba en un saliente sobre una cala recóndita, virgen y pacífica, de arena fina y aguas puras.
Allí soñó el actor que sería el lugar perfecto donde encontraría la calma entre rodaje y rodaje. Vidal, además, poco erraba a la hora de elegir la ubicación de sus residencias: su casa en París estaba en la parte alta de la ciudad, en la place dels Fetes, junto al bosque de Buttes-Chaumond, rodeado de árboles y lejos de la polución. Su casa de Andorra la Vella, en la falda de la montaña, en un enclave privilegiado junto a la embajada de Francia.
Gil insistió en comprar el terreno en diferentes ocasiones, pero Marcel·lí Esquius se negaba reiteradamente porque para él ese enclave tenía un valor especial.
En una de las visitas al hotel Miami, Gil Vidal, acompañado de su madre Diva Daumond, utilizó la última carta que le quedaba en la mano. Era conocedor de que Marcel·lí Esquius era un apasionado del billar y le apostó que, si su madre le ganaba una partida, éste le vendería el solar. En cambio, si perdía, se olvidaría para siempre de ese terreno privilegiado en Miami. Diva ganó y Esquius, hombre de palabra, cumplió.
Sobre la parcela de 730 metros cuadrados, el actor proyectaría su casa soñada frente al mar, a cuatro vientos. Un sueño, sí, pero también una hoja en blanco. Coincidió en esos meses posteriores a la compra con una visita a la casa de la actriz Kim Novak, en Estados Unidos, con la que mantenía una estrecha amistad. Novak era una leyenda de la gran pantalla después de su interpretación en la película Vértigo de Alfred Hitchcok.
En un momento de la conversación, Gil Vidal le confesó a la actriz que le encantaría construir una vivienda como la suya porque tenía un terreno muy parecido en Miami Platja.
Novak le cedió los planos generosamente. Para adaptarlo a las cotas del de Miami Platja, había que reestructurarlo, por lo que tuvo que contratar los servicios del arquitecto Juan Zaragoza Albí (1913-2006), autor del trazado urbano de Miami Platja, entre otros proyectos. La mansión se materializó entre 1971 y 1972.
Gil Vidal había nacido en Narbona (Francia 1931-2014). Era hijo de Paul Vidal de Canillo, un empresario del vino y de frutas en conserva, y de la dentista Diva Deaumond. El negocio familiar no le atrajo para nada. Quería ser artista y con la doble nacionalidad y con 10 años se fue a París a estudiar a la escuela de arte dramático y al conservatorio.
Antes de licenciarse, el director lo reclutó para participar en un documental en El Cairo que acabaría siendo L’or des pharaons (1954) donde compartiría cartel con la cantante francesa Dalida. Un año después triunfaba con Marianne de ma jeneusse, su segunda peli.
Los éxitos del encantador chico alto y rubio de ojos azules de Narbona no pasarían inadvertido en Hollywood y Carol Reed le propuso participar en la película Trapecio, con el personaje de Tino Orsini, el sucesor de Burt Lancaster como rey del salto mortal. Rechazó el papel. La vacante la ocuparía Toni Curtis, que aprovecharía el éxito de la producción para relanzar su carrera.
Vidal era joven y no se encontraba preparado para dejar París y a su pareja en aquellos momentos. También declinó protagonizar el musical Chéri en Broadway.
Lo cierto es que, a pesar de renunciar a la aventura americana, fue uno de los rostros más populares de las pantallas europeas en los años 50, 60 y 70 del siglo pasado y su carrera se alargó hasta 1985, con más de 30 pelis a sus espaldas, tres obras de teatro e innumerables fotonovelas. En su larga trayectoria hizo de capellán, de romano, de policía, de galán, de gánster... Todos estos personajes se representan en un cuadro que resume su vida y que preside el salón de su casa del paseo marítimo de Miami.
Los años 60 empiezan con el éxito Le magot de Josepa (1963), junto a la italiana Anna Magnani, donde cierra el ciclo francés y debuta en el teatro con Sissí emperatriz, una opereta donde interpreta al emperador Francisco José.
Las amistades
Vidal atesora un círculo fascinante de amistades de la talla de Grace Kelly, Brigitte Bardot, Gina Lollobrigida, Sofía Loren, Gingers Robert, Anna Magnani, Anni Girardot, Anna Karina, Picasso, Miró y Dalí. El pintor Joan Miró le regaló un libro con su firma y dos cuadros. Según el Diario de Andorra, de Dalí explicaba la anécdota del día que coincidieron en la inauguración de una exposición del artista en París. La casualidad quiso que los dos vistieran el mismo modelo de americana –imitación de serpiente–. Dalí, color verde y Vidal, color beige. «Voussss avez très bon goût (usted tiene buen gusto)» le dijo ante la sorpresa. A raíz del encuentro, éste le invitó a visitarlo y le regaló un cuadro.
En la vida real, mantuvo una relación sentimental de dos años con Girardot y otra con una primerísima estrella del celuloide de talla universal de la que solo dio a conocer su identidad en su círculo más estrecho.
Lo cierto es que la discreción del galán andorrano y francés no le permitió publicar sus memorias, tituladas Alter Ego, conjurado en no comprometer la privacidad de sus parejas y amantes con las que había compartido su intimidad.
Vidal confiesa en la revista Informacions, en el 2007, que su reputación de irresistible le había generado algunas incomodidades con los maridos de algunas protagonistas femeninas con las que compartió cartel. En 1963, rodó en Madrid la superproducción Sherezade, con Anna Karina, y las dudas le surgieron en esta ocasión nada más ni nada menos que con Jean Luc Godard, maestro de la nouvelle vague y esposo de la actriz.
Después de una etapa italiana, su trabajo se centraría a partir de 1970 en España, donde se convertiría en un habitual. Esta circunstancia laboral contribuyó en su interés por comprar el solar en Miami Platja.
El director catalán Miguel Iglesias le introdujo en las series B de bajo presupuesto del cine español de la época de oro del ‘destape’, junto a actrices como Nadiuska. Trabajó en La maldición de la bestia, junto a Paul Naschy, y su última película sería –en 1985– El lío de Papá, con María Silva y una jovencísima Eva Cobo. También grabó discos, el más popular Andorra canta, que llegó a presentarse en el Palau de la Música Catalana en Barcelona, en una velada junto a Raimon y Núria Feliu.
En su casa de Miami Platja pasaba largas temporadas, que alternaba con estancias en París y Andorra, según me explican Pepe y Ferran (los actuales propietarios). Ramón Casadó le recuerda con su Mercedes verde descapotable, acompañado de su madre.
Llamaba poderosamente la atención su vestimenta extremada, su piel muy blanca, su maquillaje y la raya pintada de sus ojos, que mostraba solamente al quitarse las llamativas gafas rojas de sol.
Solía acudir a los comercios del pueblo. En el taller de la Seat de la gasolinera Ramón Casadó, le mantenían el vehículo a punto durante sus estancias. Acudía siempre puntualmente, a las 19 horas, a dos restaurantes históricos: La Ville d’Evreux y Le Français de Miami Platja. Era místico, fan del tarot, la astrología y frecuentaba la playa naturista del Torn.
Del Miami Platja de Gil Vidal al actual, poco se asemeja, en especial en los últimos 15 años, donde el núcleo está inmerso en una metamorfosis sin precedentes.
La carretera Nacional 340 se transforma en un espacioso paseo, la vía férrea en una vía verde, la plaza Jaén en un monumental parque infantil, la pista de baile de la iglesia en un skate park, la avenida Gil Vernet en una pasarela aérea para bicis y peatones, las oscuras calles de piedra, polvo y baches en calles asfaltadas e iluminadas con led.
Ahora tocará el turno a las Calas. El Estado ha iniciado las obras en parte del paseo marítimo que las bordea y pondrá en valor esta perla de la Costa Daurada que descubrieron algunos pioneros aragoneses y europeos a mitad del siglo XX y a los que el tiempo les ha dado la razón.