El Vendrell obliga a derribar un edificio que está por acabar hace más de una década

El Ayuntamiento va poniendo multas a la propiedad por estado de la estructura

El Ayuntamiento de El Vendrell obliga al derribo de un edificio que quedó a medio hacer hace una década y que motiva quejas de los vecinos del entorno porque se ha convertido en un palomar que genera suciedad y riesgo para la salubridad.

La acera y los que iban a ser balcones están llenos de excrementos de las palomas como en el interior del edificio donde también pueden verse animales muertos.

Las redes que su momento se colocaron para evitar la entrada y anidamiento de palomas se han mostrado insuficientes para impedir el asentamiento de las aves en la estructura en la calle Berguedà. Han sido más útiles los cerramientos para impedir el acceso de personas.

La concejal de Urbanismo, Nuria Rovira, explica que ya hay un expediente de ejecución que obliga a la propiedad al derribo. «Y mientras vamos poniendo sanciones por no garantizar la conservación y buen estado de la estructura». El edificio es de una entidad bancaria «que de momento no dado respuestas».

Resolución

En marzo del pasado año a través de la Xarxa Vendrellenca, asociación que agrupa a diferentes entidades vecinales, los residentes en la zona presentaron una propuesta de resolución para poner remedio. La propuesta fue votada por unanimidad.

Pero la situación sigue igual. La Xarxa Vendrellenca explica que los pasados junio y noviembre mantuvo reuniones con el Ayuntamiento donde se informó de avances administrativos para solucionar la situación y que era un expediente para exigir el derribo.

Los vecinos ya acudieron al Síndic de Greuges y ante una situación que sigue igual en el edificio por hacer en la calle Berguedà la Xarxa Vendrellenca pide que el Ayuntamiento actúe de oficio para solucionar los problemas de seguridad y salubridad que genera la construcción. Ya expusieron que se estudiase el derribo del inmueble «como solución a la problemática de salubridad, seguridad y degradación del barrio».

‘Mano dura’

Es una medida que la concejal Rovira explica que ya está iniciada en trámite administrativo, pese a que en 2018 el Ayuntamiento explicó que los propietarios del edificio a medio construir manifestaron su intención de acabar la obra, pero de momento sigue igual. El concejal de licencias urbanísticas, Jero Merino, dijo que habrá mano dura para fortalecer la Unidad de Disciplina Urbanística con más personal y con multas y sanciones.

El objetivo es «la rápida resolución de problemáticas urbanísticas pendientes, especialmente aquellas que estén relacionadas con construcciones ilegales o solares abandonados».

Pero de momento los vecinos denuncian que persiste una degradación de todo el entorno que ya dura muchos años sin soluciones.