El incremento de la tasa turística divide a la Costa Daurada
Los destinos ven en la propuesta del Govern una mejora para su financiación. Los hosteleros, una amenaza al sector
El Govern de la Generalitat estudia subir la tarifa de la tasa turística. El debate hace tiempo que está encima de la mesa y, en la última sesión de control en el Parlament, el president Salvador Illa reconoció que es una propuesta que se está valorando.
Eso ha hecho saltar las alarmas entre los empresarios del sector, que rechazan de pleno una nueva subida de este impuesto que entró en funcionamiento en Catalunya hace doce años. Mientras, desde el mundo local consideran que hay margen para un incremento y creen que puede ser una buena opción para financiar servicios que también consumen los turistas.
Ayer mismo, la consellera del Govern, Sílvia Paneque, corroboró que se está estudiando la posibilidad de elevar la tasa turística de cara a 2025 y contempló que «una parte pueda ir destinada a políticas de vivienda».
«No estamos dispuestos a aceptar un nuevo incremento de este impuesto que amenaza la competitividad de una industria que genera riqueza y ocupación», expresa la presidenta de la Federació Empresarial d’Hosteleria i Turisme de la Província de Tarragona (FEHT), Berta Cabré, quien alerta que el sector se encuentra en «una situación insostenible de asfixia fiscal».
«Este impuesto ha pasado de ser una medida para mejorar la calidad turística y ayudar a la promoción turística para favorecer la desestacionalización, a devenir una herramienta recaudatoria de fácil acceso, y parece que las administraciones han encontrado en nuestro sector una fuente de financiación constante», lamenta Cabré.
De los 80,2 millones de euros que han recaudado los hoteles, campings y apartamentos de la demarcación desde el año 2012, dos terceras partes las han generado los turistas que visitan Salou (33 millones), Cambrils (10,5 millones) y Vila-seca (9,9 millones). De hecho, los tres municipios de la Costa Daurada central se encuentran entre los cinco con más ingresos de la tasa turística de toda Catalunya, junto a Barcelona y Lloret.
Gasto compartido
Actualmente, la mitad de la recaudación de la tasa regresa a los ayuntamientos que, tal y como fija la ley, deben destinar estos ingresos a acciones de promoción turística. Poder usar el dinero de la tasa para financiar otros gastos es otra de las demandas de los ayuntamientos.
«Siempre he pensado que el turista tiene que ser responsable, pero también solidario con el municipio que lo acoge. No tenemos que olvidar que los turistas son personas que reclaman y necesitan una serie de servicios que tiene que prestar la administración pública, como la seguridad, el mantenimiento de la ciudad, la recogida de residuos. En realidad, estos servicios los están financiando los residentes. Por lo tanto, estamos ante una situación que no es justa ni equitativa», señala el alcalde de Salou, Pere Granados.
La ciudad tiene una población de 30.000 residentes censados y cada año recibe a 2 millones de turistas. «Haría falta que una parte de la tasa turística se destinara específicamente a financiar los servicios que el municipio presta a los visitantes», sostiene el edil salouense.
Quien también se muestra a favor del incremento de la tasa es Carles Brull, presidente del Patronat de Turisme de la Diputació de Tarragona. «Creo que es una manera justa de redistribuir los beneficios del turismo y destinarlos a mejorar infraestructuras y servicios que benefician tanto a los visitantes como a la gente local», apunta.
Asimismo, Brull considera que una tasa más elevada favorece un turismo de mayor calidad: «Puede ayudar a atraer visitantes más conscientes, reduciendo el turismo masivo y favoreciendo un modelo más sostenible». En este sentido, cree que «si el incremento no es excesivo, la mayoría de los visitantes lo asumen sin que afecte su decisión de viajar».
En la misma línea se expresa Montse Adan, presidenta del Patronat de Turisme de Tarragona: «Es importante percibir ingresos de la actividad turística para reinvertir en la ciudad, pero tenemos que escuchar al sector y que no suponga una pérdida de competitividad».
Adan admite que la subida de la tasa es una preocupación que ya le han trasladado los hosteleros de la ciudad y se ha emplazado a nuevas reuniones en las próximas semanas para recoger sus inquietudes. «La meta es lograr un equilibrio que suponga una repercusión positiva para el territorio. Lograr inversión para mejorar la ciudad, sin perder valor como destino», señala.
Por su parte, el alcalde de Vila-seca, Pere Segura, ha evitado pronunciarse sobre una hipotética subida de la tasa turística, ya que, dice, «desconocemos los términos en los que se está volviendo a tratar este tema».
Elevar la tasa es una de las peticiones que ponen los Comuns para la aprobación de los próximos presupuestos de la Generalitat. Desde la formación plantean duplicar el importe que se paga actualmente, siguiendo la estela de la ciudad de Barcelona.
Barcelona ya la ha duplicado
De tirar adelante, no sería el primer incremento que se aprueba de este impuesto, que grava entre 0,60 y 3 euros cada noche de estancia turística en Catalunya. En 2017, se empezó a cobrar la tasa en las viviendas de uso turístico y los cruceros, que hasta entonces estaban exentos. En 2021, después de la pandemia, se incrementaron todas las tarifas entre 0,10 y 0,75 euros.
Además, ese mismo año se introdujo un recargo de 0,75 euros para los establecimientos de la ciudad de Barcelona. Desde entonces, ese plus no ha parado de incrementarse y desde este mes de octubre, los turistas que se alojan en Barcelona deben abonar 4 euros extra por noche que duermen en la ciudad, a parte de la correspondiente tasa turística.
Aunque en España solo Catalunya y Balears disponen hoy por hoy de un impuesto para los turistas, este tipo de gravamen se ha planteado en muchas otras zonas turísticas como Canarias o la Comunitat Valenciana.
En todo el mundo son cada vez más los países y ciudades que aplican una tasa turística o ecotasa a sus visitantes. Una herramienta que los gobiernos utilizan para financiar diferentes acciones, desde la propia infraestructura turística, a la protección de los recursos naturales. En ciudades como Amsterdam, el importe puede alcanzar los 20 euros por noche.