El hotel abandonado que llegó a ser un prostíbulo a escondidas en el centro de Creixell
Cal Martorell, una mansión del siglo XVII en el centro histórico languidece. La actual sociedad debe años de IBI y el Ayuntamiento ha tenido que echar a okupas
Al final de la avenida Catalunya, a las puertas del centro histórico de Creixell, una mansión repintada en 2005 con un tono de salmón subido destaca por encima de las demás. Es Casa d’Ivori.
Se trata de una edificación construida en el siglo XVII (algunas fuentes establecen que la casa era habitable ya en 1669) y conocida entre los más ancianos de la localidad como Cal Martorell. En 2005, la casa pairal dejó de ser una mansión deshabitada para convertirse en lo que se pretendía ser: un revulsivo del turismo de la localidad, un hotel rural lujoso y con aires de ser acogida dentro de alguna cadena de hoteles rurales de lujo.
La historia de Cal Martorell parte de una herencia. Sus propietarios fallecieron y la propiedad de esta mansión creixellense terminó a manos de una sobrina (el matrimonio no tenía hijos, informan fuentes conocedoras del caso). Esta heredera no vivía en Creixell, por lo que la propiedad seguía cerrada hasta que un día, posiblemente, por el boca a boca, un matrimonio la descubrió. Ella Mapi Balcells, decoradora, él Josep Àvila, constructor.
Hasta entonces, este matrimonio había recorrido pueblecitos tarraconenses buscando la oportunidad de invertir y dar una oportunidad a mansiones o masías para renacer como hoteles. Así lo explica Balcells en un artículo publicado en el Diari en junio de 2006.
Cal Martorell entró por los ojos y esta pareja empezó a mover hilos hasta conocer la propietaria. En 2005 llegaron a un acuerdo la hereda con la empresa Dedec SL, con sede en Vila-seca, para su venta. Al frente de la sociedad estaban Josep Àvila y Mapi Balcells.
Ellos fueron los que vieron una oportunidad de negocio en esta casa pairal una vez invertido mucho dinero y reconvertida en un hotel selecto, de 14 habitaciones, un jardín singular y un restaurante que debía funcionar independiente del alojamiento.
Se acordó la compra-venta con la heredera de Cal Martorell y Dedec SL empezó a dibujar su proyecto hotelero.
Éxito efímero
El hotel empezó a cobrar forma a lo largo de 2006. Manteniendo los elementos singulares de la mansión y ajustándose a los parámetros del Pla d’Ordenació Urbana (POUM), el nuevo resort turístico contemplaba pocas y exclusivas habitaciones, con dos suites entre ellas, y pensado solo para adultos.
El Casa d’Ivori debía abrir en la verbena de Sant Joan de 2006, pero se demoró unas semanas más a raíz de una serie de atributos de última que debían solucionarse. Una de las singularidades del resort que se activaba en Creixell era el color escogido para su fachada. Recuerda el alcalde Jordi Llopart que la petición provocó un cambio en la paleta de colores establecidos en el POUM para dar cabida a esta fachada color salmón.
La apertura del hotel empezó con mal pie y en pocos años cerró puertas. Los dos socios (eran pareja en aquella época) rompieron la relación y el hotel bajó la persiana sin más. El restaurante, que funcionaba al margen del resort, aguantó un poco más, pero en 2010 la finca ya solo se abría para mantenerla. Una poda de hierbas y poco más, admiten fuentes del consistorio.
En los siguientes tres años, la actividad del hotel se reactivó, pero no para recuperar el tiempo perdido. Las malas lenguas apuntaban que el Casa d’Ivori era un prostíbulo encubierto. La llegada de coches de lujo en horas nocturnas, la bajada de un sinfín de señoritas; y las entradas y salidas de hombres por horas empezó a molestar al Ayuntamiento, que pidió en reiteradas ocasiones presencia policial en la zona para poner fin a la supuesta actividad ilícita (y sin licencia). Lo que ocurrió en aquellos años en la Casa d’Ivori no terminó nunca en una denuncia o informe policial. Y la sospechosa actividad desapareció de la noche a la mañana.
La sociedad Dedec que había iniciado el proyecto cambió de nombre en 2007. Se pasó a llamar Serviconstrum con sede en Cambrils. En esta nueva sociedad aparece el primer nombre de un inversor de origen ruso. Desde entonces, la propiedad tiene capital eslavo.
Fuentes municipales explican que el socio inversor ruso tenía negocios en la Costa Brava y de allí intentó reflotar la Casa d’Ivori sin llegar a conseguirlo. A pesar del cierre de la actividad, los impuestos de esta propiedad hace años que no entran en las arcas municipales y la deuda empieza a ser de varios miles de euros.
El hotel creixellense sigue cerrado y con problemas en épocas pretéritas de okupas. De vez en cuando, un jardinero accede a la finca para desbrozar, pero es la única actividad de una mansión que ha dejado de ser Cal Martorell y Casa d’Ivori. Ha habido algún intento de recuperar el inmueble, pero de momento todo son palabras y pocos hechos.