El deporte, una forma de mimar el medioambiente
El auge del turismo deportivo también busca desestacionalizar la temporada
Costa Daurada y deporte son dos conceptos cada vez más vinculados entre sí. En nuestro territorio, ya sea en formato profesional, de grandes eventos o solo como aficionado o turista, practicar deporte durante los 365 días del año es totalmente asumible, gracias a los equipamientos y la buena climatología mediterránea de la que disfrutamos.
Si hablamos de modalidades deportivas, la Costa Daurada las engloba todas. Desde el fútbol o el baloncesto, pasando por el golf, el tenis, pádel, rutas en BTT, senderismo, cicloturismo, running y, cómo no, actividades actuáticas y náuticas.
Así, las aguas mediterráneas que nos rodean, permiten disfrutar de salidas en motos acuáticas o aprender a hacer surf o windsurf, además de practicar de manera totalmente segura, desde kayak y paddle surf hasta buceo y snorkel.
Otro de los deportes estrella es el golf. Hasta aquí se desplazan los amantes de este deporte para disfrutar de instalaciones como el Infinitum Golf, un espacio en plena naturaleza que cuenta con 45 hoyos repartidos en tres campos; Golf Costa Daurada y Gaudí Reus Golf.
También hay que mencionar los 500 kilómetros de rutas por carretera adaptadas para poder recorrerlos en bicicleta. Además, los amantes de este deporte podrán visitar Cambrils, Salou y Vila-seca a través del carril bici que une los tres municipios.
Pasando ya a la oferta deportiva a nivel competitivo, la Costa Daurada ofrece stages de equipos profesionales de fútbol internacional, especialmente equipos nórdicos que buscan un clima suave y unas instalaciones preparadas para la práctica de este deporte. Además, en la Costa Daurada se celebran eventos deportivos con proyección nacional e internacional como el triatlón Challenge Salou, que reúne más de un millar de triatletas profesionales provenientes de 30 países distintos.
Torredembarra, referente en buceo
El Port de Torredembarra acoge, desde medianos del 2023, la montaña subacuática más grande del mundo. Es el biotopo de Torredembarra, una mole de nada menos que 18 metros de altura situada a 32 metros de profundidad y un kilómetro y medio de la costa desde el Pont de Clarà. Un claro ejemplo de la decidida apuesta del puerto para promover la práctica del submarinismo con una vinculación especial al cuidado del ecosistema marino y del medio ambiente.
La estructura ocupa un espacio de 22.400 m2 de dominio público marítimoterrestre y está formada exclusivamente por gigantescas piedras de carbonato cálcico (CaCo3) de origen coralino con una pureza de entre el 98 y el 99%, lo que la convierte en un auténtico pulmón en medio del mar. En este sentido, se trata de un oasis dentro del mar, una madriguera para que las especies subacuáticas construyan su hogar. Así, el arrecife permite la preservación y proliferación de la biodiversidad marina, además de regenerar los espacios biodegradados del entorno.
Finalmente, destacar que el biotopo Antina se puede visitar en inmersiones guiadas, también con el objetivo de crear conciencia en la sociedad sobre la importancia de mantener nuestras aguas limpias.