Amor, el vínculo que nace al conducir una vespa
Nace el Vespa Club Baix Gaià. La entidad se presentó en el Pleamar Vintage Market de Altafulla. A todos los miembros les une una misma pasión: ‘volar’ sobre una vespa
«Y que fantástico dar vueltas con los pies sobre sus alas, en tu Vespa Special, que te quita problemas». ¿Les suenan estas palabras? Son parte de la letra de la canción de Lunapop, Vespa Special. Seguro que los integrantes del Vespa Club Baix Gaià la tienen muy bien memorizada. Esta recién nacida entidad ha unido a una veintena de amantes de este ciclomotor que comparten, literalmente «un feeling muy guay». Así, claro y directo, es Joan Maria Vidal, uno de los miembros del club, que solo hace un año que conduce una vespa. De hecho, «si hace un año y medio me hubieras dicho que tendría una y que me enamoraría de ella, te habría contestado: ¡Qué dices!», reconoce Vidal, «pero cuando la conduces, no se qué es exactamente, pero te invade una sensación de ¡uala! ¡qué pasada!».
Y es que más expresivo no se puede ser. Hay que vivirlo, hay que sentirlo y hay que compartirlo: «El sentimiento que transmite la conducción de una vespa es común. Es una especie de romanticismo que nos llena a todos». Y es que lo que siente Joan Maria Vidal es difícil pero la vez, muy sencillo de describir: «Yo estoy enamorado de ella, ¡he creado hasta un vínculo emocional!». En resumidas cuentas, a esto se le llama, amor.
Primeras salidas
Con escasos 5 meses de vida, el Vespa Club Baix Gaià ya ha hecho dos salidas. Una, el 26 de marzo, al Rourell, y la otra el pasado fin de semana, al Pleamar Vintage Market de Altafulla, donde incluso algunos miembros del club que son Dj’s, pincharon música de los años 90.
Pero esto solo es el principio de un largo camino por recorrer. «El Baix Gaià tiene unos rincones preciosos por descubrir», explica Joan Maria Vidal. Y, además, «conocerlos encima de una vespa hace que esos pequeños tesoros se enriquezcan todavía más. Llegas a sitios que ni siquiera conocías y luego puedes compartir esa experiencia con tu familia».
Así pues, montarse encima de una vespa parece que solo te aporta cosas, simplemente, bonitas. ¿Quién puede negarse a esto? Es más, Vidal comenta que «hay una decena de miembros en el club que todavía no tienen la vespa, pero o bien la están restaurando, o buscando una de segunda mano. El espíritu que transmitimos los ha enganchado tanto que han querido unirse a nosotros sin siquiera tenerla aún». Un espíritu que se ve con algo tan simple como con una sonrisa. Sí, una sonrisa, porque «cuando la gente nos ve, con la cara están pensando: ¡Uala! ¡Una antigüedad! Y a la vez sabes que también piensan un ¡qué pasada! Y entonces se les dibuja una sonrisa en el rostro, la misma sonrisa que nosotros llevamos siempre cuando la conducimos».