50 años del local de culto de Calafell que nació para ‘no hacer follón en casa’

El estofado de espina de atún dio nombre al bar

El poeta y editor Carlos Barral (1928-1989) llegó a Calafell de niño y ya desde entonces se embelesó de la luz, del mar y el olor a salitre. Por eso recaló de manera definitiva en una casa frente al mar en el barrio marinero.


Amigo de tertulias, charlas y de alargar las noches hasta la madrugada, aquella casa, hoy convertida en un museo sobre la figura y la obra del poeta y editor, fue punto de encuentro una generación que marcó una época literaria,

Vargas Llosa, Gabriel García Márquez, Jorge Edwards, Gil de Biedma... tenían allí sus apasionados encuentros.

Aquello era un follón’

«Aquello era un follón», recordaba la hija de Barral, Danae. Tanto que Yvonne Hortet, esposa de Barral, pidió al escritor que buscase otro lugar donde mantener esas reuniones de amigos. Discusiones «de política, de literatura, de la vida, de todo....».

Carlso Barral e Yvonne Hortet en L’Espineta de Calafell.

Allí estaban además José Agustín Goytisolo, José Donoso, Ricardo Muñoz Suay, Alfredo Bryce Echenique....

La Gauche Divine

La Gauche Divine, el movimiento de intelectuales y artistas de izquierda que surgió en Barcelona en los sesenta y comienzos de los setenta y que tenían otra de sus guaridas en la célebre discoteca Bocaccio de la calle Muntaner de Barcelona.

Barral en la barra de L’Espineta.

«Aquello era un follón». Había que buscar otro punto de encuentro en Calafell. Y Barral lo encontró a pocos metros de su casa. También frente al mar. En una de las que fue casas de pescadores, botigues de pescadores como se las conoce en Calafell, y donde se guardaban las barcas en el planta baja y en la superior había una pequeña dependencia.

Una de esas casas que milagrosamente resistieron a las dentelladas del ladrillo. Sólo quedan dos en Calafell. La Espineta y la justo a su lado.

Aniversario

Y esta semana L’Espineta ha celebrado sus primeros 50 años.

L’Espineta. Imagen de archivo.

En esa casa se montó el bar L’Espineta, un pequeño local de reverencia por su estilo marinero y acogedor. Por sus mesas de mármol, las viejas fotos en blanco y negro en las paredes y las largas tertulias. Y por su cocina con Yvonne Hortet al frente.

Privilegiados quienes debatieron entre aquellos literatos. O presenciaron las intimistas sesiones musicales que acogió. Y quienes degustaron los mejillones con romesco, la sepia ofegada y aquellas patatas hervidas con all i oli que inventó Yvonne, Y el estofado de espina de atún salado que dio nombre al local.

Homenaja a Yvonne y a Danae

Hace unos años el local llegó a lucir el cartel de ‘en alquiler’, lo que levantó miedo en Calafell a perder un símbolo. Tomás Cahinero y Josep Maria Papiol se conjuraron para que L’Espineta siguiese. Para mantener un símbolo y una memoria. Y en 2018 se hicieron cargo del local, ahora una vermutería pero con la esencia de siempre.

Esta semana con motivo del aniversario se ha rendido homenaje a Yvonne y a Danae.

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