Top 60: Faro de Torredembarra

Una torre entre mares

¡Vota por tu lugar favorito del Camp de Tarragona y Terres de l’Ebre de nuestro Top 60!

El faro de Torredembarra es todo un ensueño ya sea por su estética como por su ubicación. Puede que, a simple vista, resulte un faro normal y corriente, sin embargo, si paramos atención a los detalles y nos adentramos en su interior, descubrimos el gran trabajo que hay detrás de la asombrosa torre.

No es solo un simple mirador que da al mar, también, es un elemento de guía para los buques nocturnos que navegan la costa. Además, constituye una obra de arte digna de admirar, que muestra la creatividad e imaginación de su diseñador, José Llinas Carmona. Su propuesta para el proyecto del faro fue escogida en el concurso del Plan de señales Marítimas, entre 1985 y 1989, aunque no se puso en funcionamiento, realmente, hasta el día 31 de noviembre de 1999, marcando así el fin de una era y el inicio de una nueva.

Su construcción esbelta y delicada, mágicamente, surca los cielos de esta maravillosa ciudad, ofreciéndole ese toque tan especial e irremplazable. Realmente impresiona al verlo, por primera vez, por lo que es difícil que otras edificaciones costeras puedan competir con él.

Su emplazamiento en la punta de la Galera, sobre el rellano costero lo convierte en lo más admirado de la playa de la zona. En cuanto a su estética exterior, se caracteriza por su estructura octogonal reforzada con paredes de hormigón armado de 40 cm de espesor, galvanizada en caliente para evitar así, futuras oxidaciones. Su interior, en cambio, está forrado por placas de bronce, que fueron importadas desde Alemania. Con una altura de 58 metros respecto al mar, y de 38 desde la propia cala hasta la punta de arriba del faro, convierten esta edificación en una de las más fotografiadas de Torredembarra.

Función práctica

No hemos de olvidar, tampoco, su función práctica, ya que permite a los buques navegar con completa tranquilidad y seguridad. Los navíos son capaces de calcular y establecer su ubicación, partiendo del faro, y es que muchas embarcaciones siguen prefiriendo este método antiguo antes que reemplazar la gran torre por el GPS.

La linterna del faro, cuya luz blanquecina amarillenta está encendida todo el tiempo, adquiere un papel importantísimo en el mundo marítimo. Está conectada durante 24 horas seguidas, día y noche, y los motivos son muy variados. Una de las razones es por las pequeñas embarcaciones, que se siguen fiando más de un elemento de alumbramiento, como es el faro, que del GPS. Otro motivo es el consumo energético, que establece que encender y apagar la luz, continuamente, consume más energía que tenerla todo el día conectada. Y es que los mismos barcos saben dónde se encuentran por los destellos que emite la luz del faro.

Cuando estamos en la parte alta del mirador nos explican que los 8 metros restantes, que quedan hasta arriba, no están permitidos a las visitas. Si nos detenemos y observamos con cautela, en el techo que da a la parte alta, podemos atisbar una polea que utilizan los técnicos que vienen a hacer las correspondientes revisiones del faro para comprobar que todo esté en orden. Todo el procedimiento pasa por la autoridad portuaria de Tarragona.

A parte de haberse convertido en un gran atractivo turístico por el punto estratégico que ocupa, el ayuntamiento, en su momento, potenció lo que sería la venta de los terrenos de la zona que hacían falta para que aquel magnífico proyecto se convirtiera en una realidad. El faro iba a ubicarse en un terreno inestable, motivo que empujó a los responsable del ayuntamiento a aprobar la ley del cambio de situación de la torre en 1997. A su vez, aquello trajo una serie de cambios, que comportaron una menor elevación de su torre.

189 peldaños

Para llegar hasta arriba de la torre, hemos de subir 189 peldaños que se disponen entorno a una escalera de caracol. Mientras ascendemos, podemos deleitarnos apreciando por las 48 ventanas, practicadas en la arista del fuste, el entorno que rodea el faro. Si estamos en la cabina del mirador, se cerrarán las compuertas y quedará una superficie plana completamente octogonal, mientras que si hemos de descender e ir a tierra, se deberán abrir para que aparezcan los escalones que nos guiaran hasta el exterior. Gracias a la cabina cristalada que consta de 8 grandes ventanales, podremos admirar, desde las alturas, la belleza de la costa de Torredembarra.

Temas: